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El ballet Grigorovich unió en el Kursaal tradición y calidad

Su 'Don Quixote' conquistó por unas atractivas coreografías con influencias rusas y españolas. Las dos estrellas del Bolshoi brillaron en un conjunto de gran nivel

Egilea
María José Cano
Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
San Sebastián
Mota
Kronika
Data
2005/08/20

La fórmula que utilizó la compañía rusa de ballet fue la que nunca les ha fallado: una disciplina férrea que resultó evidente en todos los números del espectáculo. De hecho, éste se construye en base a muchas escenas de conjunto que serían impensables sin un trabajo concienzudo. Si a esto añadimos que hubo una importante conjunción entre la música enlatada y la danza y que apenas hubo imprecisiones es fácil imaginar el resultado.



Pero los atractivos del espectáculo que ofreció el Ballet Grigorovich fueron más. Siempre con una estética totalmente tradicional y clásica, contó con unos decorados lo suficientemente notables como para hacer posible no sólo ofrecer buen ballet, sino también contar una historia. En este sentido, los personajes del Quijote (Alexander Penkov) y Sancho Panza (Vadym Stupka) funcionaron como una especie de clowns, dando paso a cada escena del ballet. Los comienzos circenses del coreógrafo Yuri Grigorovich se dejaron sentir no sólo en la caracterización de estos personajes, sino también en el dibujo de otras escenas, como en la tercera del Acto 2, en La venta, con un número cómico muy divertido. El montaje también resultó vistoso porque contó con muchos números de grupo en los que danzaban más de una veintena de personas e incluso había más en el escenario, formando parte del mismo y de alguna manera, adornándolo. Incluso cuando únicamente actuaba un bailarín o una pareja siempre había un grupo de abanicos o de capotes moviéndose en el escenario.



La coreografía, al igual que la música de Ludwig Minkus, muy en la línea de la compuesta en el siglo XIX para ballet, se movió siempre en melodías pegadizas con toques a veces rusos y en más de una ocasión, españoles. El vestuario, rico y variado, se inspiró también en los dos países con predominio del rojo y sin olvidar, por supuesto, los clásicos tutús, que aparecieron por primera vez en la escena del segundo acto El Fantástico reino de las driadas. El público fue a más y aplaudió especialmente a las estrellas del Bolshoi Anna Antonicheva y Dmitry Belogolovtsev, que fueron los grandes triunfadores de un gran espectáculo de ballet clásico.

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