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El Ballet Eibarrés cumple medio siglo de promoción de la danza

La escuela dio sus primeros pasos en la década de los 50 Varias generaciones de eibarresas han pasado por sus clases

Egilea
Felix Morquetxo
Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
Eibar
Mota
Erreportajea
Data
2007/03/18

uanita Unzueta fue la que puso en marcha esta escuela en la década de los años 50, tras regresar de Rusia como tantos 'niños de la guerra'. Los comienzos no fueron fáciles y pronto pasó de su casa en la calle Jardines a la escuela que aún hoy permanece en la calle Fundidores. Sin embargo, la actual no fue su primera sede, ya que la escuela comenzó a funcionar en el segundo piso. Bajo ella se encontraba un taller de costura y el ruido de las bailarinas hizo que las responsables de ambos locales llegasen a un acuerdo para intercambiar sus dependencias. Así, el Ballet Eibarrés comenzó a funcionar en el primer piso que desde entonces se ha convertido en sede permanente.

Una de las jovencitas que descubrió allí su pasión por la danza fue Pili Alonso. Esto le llevó a dedicar sus estudios a esta modalidad y hoy en día es la responsable del centro. «Tenemos niñas desde los 5 o 6 años, que es la edad mínima» explica. «Hoy en día están con 2 años en el colegio y allí ya trabajan aspectos de psicomotricidad. Por eso aconsejo a las madres que antes de los 6 años, hacen mejor en ir al parque. Es mejor que vengan un par de años después y seguro que a las niñas les va gustar más. Hoy en día tenemos la mentalidad de conseguir resultados rápido, y en esto no funcionamos así».

Juegos y disciplina


El ballet es una de las prácticas que comienza en la más tierna infancia. Pili señala que «la danza empieza para las más pequeñas como un entretenimiento. Vienen porque les gusta a las madres y después, lo tienen que probar y les tiene que gustar a las niñas». Sin embargo, alcanzar un nivel no es sencillo y exige disciplina desde los primeros años. «Hay que engañarles un poco, decirles que vamos a jugar a algo y, de paso, que pongan la pierna aquí o allí. Con 8 o 9 años se puede empezar a trabajar más con la barra, pero siempre viéndolo como un entretenimiento para que vengan a gusto. Al final esto es algo que crea adicción como otro deporte. Quemar energía, perfeccionar y superarse te engancha. De hecho la gente que lo deja luego te dice que lo echa de menos» indica la profesora.

Pero como dirían los padres, 'los estudios son lo primero' y son éstos los que marcan en muchas ocasiones el final de la práctica del ballet para muchas jóvenes eibarresas. «El año pasado se me fueron todas a la universidad, y cuesta, porque es el momento en el que ves que llegan a un nivel, y lo tienen que dejar» señala Pili.

Durante el curso, las clases también se ven sometidas al ritmo que marcan las clases, pero no las de danza sino las de las escuelas o institutos. «Las épocas de exámenes se notan, ya en bachiller o tercero y cuarto de ESO. Pero ellas mismas hacen su selección. Realmente se quedan las que les gusta. Y trabajar con las chicas a las que les gusta, para mí es un antiestrés, ver que les puedes transmitir esa pasión y trabajar con ellas» explica la profesora.

Siguiendo una clase, se ve que hay muchas cosas que no han cambiado desde hace décadas. Las barras sostienen a las jóvenes bailarinas mientras responden a llamadas en francés indescifrables para un neófito. «Balancé, frisé, chassé, plié y demi-plié». Sin embargo, este halo de clasicismo que rodea al ballet no es algo inamovible. Pili Alonso protesta y remarca que «existe la idea de que el ballet sólo puede bailarse con música clásica. Pero hacemos de todo, metemos distintas músicas, últimamente hemos estado bailando con Queen, aunque mantenemos la base clásica. Se hace barra, suelo, y después podemos tocar todos los palos, pero partiendo siempre de la base clásica» explica.

Entre todas las jóvenes que van pasando generación tras generación, siempre hay quien se encuentra con la chispa de haber encontrado en la danza su vocación. Sin embargo, como en tantas otras disciplinas artísticas, dedicarse a la danza no es sencillo. «Eibar no es una capital. En Bilbao o San Sebastián también tienen problemas, pero hay más posibilidades. Hoy en día existe un bachillerato artístico que contempla la danza. Yo por ejemplo fui a estudiar danza en Alicante ya que tenía conocidos allí» recuerda.

Ejercicio y salud

Lo cierto es que la popularidad de la danza clásica ha variado con la aparición de multitud de disciplinas que se sitúan entre el baile y el deporte. Es un panorama muy distinto al de los comienzos del Ballet Eibarrés. «Cuando vino Juanita a Eibar, no había nada parecido» señala Pili. «Por eso, si preguntas a gente a partir de cierta edad, o han pasado por aquí, o ha pasado su hermana, la hija o la nieta». Los años han hecho que haya familias que han pasado por el ballet a través de varias generaciones.

Lo que ha variado mucho es la mentalidad y la importancia que se da hoy en día al ejercicio y la salud. «En aquellos años no había una mentalidad de cuidar el cuerpo como la de hoy en día, y menos bailar. Cuando vino Juanita fue un escándalo. Sin embargo, hoy en día hay otras opciones, como Nerea Lodosa que empezó con Juanita y ahora da clases en el polideportivo» señala Pili.

Contacto con alumnas

El relevo generacional que ha ido viviendo el Ballet Eibarrés se traduce en casos curiosos. «Tengo niñas cuyas abuelas habían venido al ballet con Juanita» indica Pili Alonso. «Y chicas a las que he dado clase que 'amenazan' ya con traer a sus niñas. La verdad es que si te ha gustado, aunque lo dejes te llevas un buen recuerdo y es normal que animen a sus hijas». Pero también la relación que mantiene con muchas antiguas alumnas es positiva. «Vienen de visita y el hecho de mantener esa relación con el paso de los años se agradece un montón».

De cara al futuro, el edificio en el que se encuentra el Ballet Eibarrés se encuentra fuera de ordenación. Mientras tanto, las clases continúan día a día en la misma sala que ha visto pasar, generación tras generación, a centenares de eibarresas, y todas de puntillas.

«Cuando llegan a los 16 años todo se empieza a complicar»

Fue alumna del Ballet Eibarrés y tras acabar su formación de danza comenzó a impartir sus clases
Si Juanita Unzueta fue la fundadora del Ballet Eibarrés, se puede decir que Pili Alonso nació allí para la danza. Desde que comenzó siendo niña hasta que dio sus primeras clases en 1978, su vida ha estado ligada a esta escuela.

- ¿Cuándo le dio Juanita Unzueta el relevo al frente del Ballet Eibarrés?

- Lo cierto es que Juanita sigue viniendo todavía. No ha habido una fecha de cambio, sino que yo fui cogiendo a las mayores, poco a poco fui cogiendo grupos y fue algo progresivo. Es que Juanita realmente no se ha jubilado, ni lo va a hacer porque es su vida.

- ¿Cómo comenzó usted a bailar?

- Yo empecé realmente por un problema del pie, un accidente. Movía sólo el dedo gordo y no tenía movilidad en los otros cuatro. Me aconsejaron que el baile trabajaba mucho los pies y empecé como rehabilitación, además de que me gustaba mucho bailar, como a todos los niños.

- Dice niños, pero lo cierto es que el ballet no cala demasiado entre ellos.

- Seguimos siendo todo niñas. Ha habido algún chico con danzas vascas, pero en ballet sólo uno, Iker Gómez que hoy en día está en Barcelona y también ha estado por Bélgica bailando. De niño, su familia se fue a vivir a Ermua y él siguió viniendo, pero allí decía que venía a clase particular, no al ballet. Aquí ya había tenido que oír de todo, pero tenía claro que el baile le gustaba. Era muy trabajador.

- ¿Cuánta gente acude actualmente?

- Tenemos unas 30 niñas, desde los 6 años hasta la mayor que tiene 27, que es un caso aparte, porque lo dejó, estudió psicología, trabaja como tal y volvió. El resto depende de los estudios. Por eso, cuando llegan a los 16 años, todo se empieza a complicar y empiezan a dejarlo. La continuidad llega normalmente hasta esas edades.

- Sin embargo, la oferta hace que la danza no sea tan popular como antes.

- Ha bajado el número. Yo he llegado a tener cerca de 100 chicas haciendo ballet clásico. Empezaba a las cuatro y media de la tarde y acababa a las diez de la noche. Hoy en día no es así. También hay más opciones, está el polideportivo, danza jazz, también la escuela de Triska. Es algo positivo porque enriquece a todo el mundo y es mejor que haya opciones.

- Supongo que este trabajo silencioso se encuentra con el público de vez en cuando.

- Sí, tenemos actuaciones todos los años en el parque de Navidad Guai, en la residencia San Andrés en junio y en el centro gerontológico Egogain. También con la Banda de Txistularis hemos participado en el Alarde de Txistularis Y siempre que nos llaman procuramos participar. También celebramos cada año el fin de curso en la Universidad. Es cierto que no puedes estar todo el tiempo preparando ensayos y montajes, ya que la gente no avanza y no sube de nivel, pero es algo que a las niñas les encanta.

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