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El bailarín rojiblanco

Mikel Jáuregui, un portugalujo de 22 años aficionado al fútbol, danza en el ballet de la Ópera de Viena desde hace tres años

Egilea
J. Méndez
Komunikabidea
El Correo
Tokia
Bilbao
Mota
Albistea
Data
2005/02/25

Cualquiera pudo ver a Mikel danzando en hermosos salones románticos y alumbrado bajo la luz de lámparas de cristal si cumplió con el rito televisivo del concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena. Bajo el elegante traje había un chaval de 22 años nacido en Portugalete que se está labrando una carrera en el mundo del ballet.



La compañía del Teatro de la Ópera está compuesta por setenta bailarines, cinco de ellos españoles. Mikel Jáuregui lleva ya tres años en Viena, adonde llegó desde la compañía de Stuttgart. «Tenía un amigo aquí, llamé al director, me hizo una prueba y me cogieron. Ahora soy mediosolista y me encuentro muy a gusto», resalta el bailarín rojiblanco.



Recuerda que cuando era todavía un crío inventaba sus propias coreografías y las representaba en casa. Un día, su padre le llevó al Arriaga a ver un ballet de Maurice Béjart . El idilio quedó sellado para siempre. Con 11 años era el único chico en las clases de Pilar Aguirregomezcorta. Luego pasó a la academia de Jon Beitia, en Las Arenas, donde domó el cuerpo, trabajó su elasticidad e incrementó su fuerza. «En octavo dejé de estudiar y me decidí por el ballet. No fue fácil, sobre todo para mis padres. Apostamos por ello. Me preparaba hasta 12 horas al día. Ha salido bien».



«En España -apunta- es más difícil que haya una compañía estable. En Viena existe este ballet porque el público lo pide: hay un gran nivel cultural y muchos teatros». Apasionado de 'Romeo y Julieta', Mikel bailaba anoche mientras el equipo que le recuerda a su casa, a lo que ha dejado atrás por recorrer el mundo de las zapatillas con cintas, se batía el cobre sobre el césped del antiguo Prater. «En Viena te sientes querido. La gente sabe que bailar en la Ópera es importante».



No es como ser delantero en un equipo de postín, pero desde luego tiene su encanto. Después de que se esfumen los ecos de los himnos y el sonido hueco de los balonazos, Mikel vestirá de nuevo sus mallas y bailará 'Cenicienta' en la Ópera de Viena. Otro templo, otros himnos.

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