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"El arte no existe si no hay un espectador"

Cesc Gelabert Coreógrafo y bailarín

Egilea
Ana Oliveira Lizarribar
Komunikabidea
Diario de Noticias
Tokia
Pamplona
Mota
Elkarrizketa
Data
2009/05/13

Su nombre figura ya entre los grandes de la danza contemporánea y su pasión por el oficio no se ha desgastado una pizca. Al revés, para él, el baile está en todas partes, en el modo en que uno cruza las piernas al sentarse o acaricia a un ser querido, y trabaja para que seamos conscientes de ello. Como ayer, cuando compartió una sesión con el público, del que, como siempre, aprendió mucho. "Es muy bonito comprobar que el público sabe mucho más de lo que cree; esto me da fe, me hace seguir creyendo en la danza", explicó, convencido de que no hay que tenerle miedo a esta disciplina artística tan alegórica, porque se mueve en un territorio común a todos, el de las emociones, las percepciones y las ideas.

Ha dedicado dos jornadas a Pamplona, comenzando por la de ayer, con la sesión cerca del público, del que dice que aprende mucho.

Muchísimo. Una opinión de un espectador solo puede ser acertada o no, pero sé que el público como conjunto es sabio y acaba acertando siempre. Siempre lo tengo en cuenta y en cada nuevo espectáculo trato de intuir qué es lo que podría compartir con los espectadores, qué podría regalarles. Además, creo firmemente en que el arte no existe si no hay un espectador, porque, en definitiva, es un sueño compartido en estado de vigilia y ambos, artistas y espectadores, servimos al arte.

Como bailarín y coreógrafo es más que conocido, aunque su faceta didáctica la habíamos visto menos.

Siempre he dado clases y siempre he trabajado para acercar la danza a la gente. Y para ello he colaborado con los medios de comunicación, con los políticos, con los programadores y, sobre todo, con el público. Para mí, el público es fundamental. Yo no trabajo para mí, lo hago para compartirlo con el público.

¿Para conectar hay que conocer los mecanismos de la emoción?

Más que emocionar, me parece más acertado el término comunicar. Lo ideal es que el espectáculo parezca un sueño, que tengas la sensación de que lo compartes y que te despierte. Si pasa todo esto, inevitablemente se generan todo tipo de sensaciones en el espectador, y, a partir de ahí, dependiendo de cada uno, en función de si se trata de una persona más racional o más sensible, despertará emociones o imágenes, conceptos...

El caso es que se genere algún tipo de emoción.

Claro. Es lo que tiene el arte en vivo, aquí ves a las personas, es directo; no es como verlo en internet, en youtube , donde todo es virtual. La danza cada día es diferente, única. Por ejemplo, en Barcelona sucedió algo muy especial que se produce muy pocas veces, y es que el público alcanzó una especie de catarsis colectiva, de manera que los espectadores sentían al resto de espectadores. La vida es mejor si se vive en directo, teniendo en cuenta que esto implica riesgo emocional y que puedes acertar o equivocarte. Por eso mucha gente se refugia en lo virtual.

El programa que veremos hoy en el Gayarre ha tenido unas críticas excelentes, las mejores de su carrera en Barcelona. Parece que ha dado más que nunca con esa comunicación.

Todos mis espectáculos los hago con cariño y oficio. Pero sí es verdad es que este espectáculo parece que ha estado tocado por un ángel desde el principio. Los bailarines están estupendos, muy frescos, con mucha energía.

En este caso, como en espectáculos anteriores, aborda cuestiones que tienen que ver con el momento que vivimos. En este sentido qué piensa cuando le califican de hombre comprometido con la sociedad.

Bueno, por esto me considero un creador contemporáneo. Intento comprender, utilizar y alimentarme de la cultura en el amplio sentido de la palabra y de la cultura dancística en particular. Luego, intento vivir todo esto desde una contemporaneidad. Lo que sucede muchas veces es que la danza es un lenguaje muy alegórico y no puede, como pasa por ejemplo con la canción y otros géneros, decir cosas muy concretas. Pero creo que, emocionalmente, a nivel de conciencia, de espíritu, me siento tan comprometido como lo está otro artista que usa elementos más definidos. Mi compromiso va más con el mundo de la sensibilidad y de la percepción, dos conceptos muy importantes en la sociedad; aunque como no son evidentes y, por eso mismo, no se pueden manipular fácilmente, quedan siempre en territorios secundarios. Sin embargo, si preguntas a las personas, verás que para ellas estas cosas son muy importantes en su día a día. Me considero un experto de esto, de habitar el cuerpo con el corazón y la mente.

En estos años en que ha colaborado con programadores e instituciones para impulsar la danza, ¿ha cosechado los resultados que esperaba?

A lo largo de los años he visto una gran mejora en muchas cosas y estoy contento. También es verdad es que en nuestro país hay muchas cosas que todavía no hemos conseguido y me da rabia, porque no serían tan difíciles. De hecho, tendrían mucha utilidad para la sociedad.

¿Qué tipo de cosas?

Todo está muy ligado con la educación. A mí me gustaría que la danza pudiera tener más repercusión y que, por tanto, la gente la percibiera como más importante en sus vidas. Por ejemplo, hace poco di una clase en un instituto de Barcelona a un grupo de 50 alumnos de distintas nacionalidades. Nunca habían bailado antes, y al principio había mucho ruido y fue un lío, pero luego decidimos hacer un ejercicio en silencio, con los ojos cerrados y poco a poco veías a una musulmana, a una dominicana y a una china moviéndose juntas junto a un marroquí o un indio. Pudimos trabajar juntos y, al final, la directora del centro me comentó que aquello valía más esa experiencia que mil clases de teoría. Fuimos eficaces.

La danza se integró en la vida.

Y yo creo mucho en la danza en ese sentido. Me gustaría que la educación estuviera reglada, que los profesores tuvieran un título reconocido... Yo he estudiado arquitectura, pero como bailarín no tengo ningún título académico. Afortunadamente, no lo necesito, pero hay profesores magníficos que sí.

'Conquassabit' y 'Sense Fi'
"Cuando creo un nuevo espectáculo, intento buscar algo que tenga cierta resonancia en la sociedad", dice Cesc Gelabert. En el caso del doble programa que hoy presenta en el Festival Gayarre Otras miradas, otras escenas , las dos piezas se mueven en una lógica de contraste. La primera, Conquassabit , se apoya en fragmentos de distintas obras Händel y toma el nombre de una expresión latina que significa conmocionar, romper, dividir y se inspira en la idea de la aceleración. "Es un concepto que me da muchas opciones coreográficas" y que, a la vez, aborda un tema de fondo en nuestras vidas, marcadas por la prisa. Gelabert compara esta coreografía de diez bailarines con "un huracán", es decir, que "si estás en el centro sientes paz, pero si te metes dentro corres el riesgo de ser expulsado". A cambio, la otra pieza, Sense Fi, "acaba y parece que no ha empezado". En este caso, el tempo ya no se va acelerando, sino que el protagonista (el propio Gelabert) va atravesando distintos estados de ánimo y proyectándolo en los bailarines, formando pequeños grupos cada vez. Y siempre apostando por mantener una sonrisa en la boca. >a.o.l.
Imagen ampliada

Gelabert, de pie, ejecutando ayer junto a tres de sus bailarines uno de los movimientos que mostró en el encuentro con el público.Foto: mikel saiz


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