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El Alarde del Moro más emotivo
Rememorar el papel de los vecinos de Antzuola junto al
rey navarro Sancho I Garcés en la batalla de Valdejunquera -entre la
localidades de Salinas de Oro y Muez-, que les enfrentó a la tropas del
caudillo del califato de Córdoba, Abd-Al Rahman III, el 26 de julio del
año 920, es el argumento del Alarde del Moro que permitió ayer, como
durante más de un siglo, mantener viva las revistas de armas del régimen
foral guipuzcoano que mostraban a los hombres en edad militar, al
estilo de Irun, Hondarribia, Tolosa o Elorrio. Prohibidas tras la
derogación del fuero en 1876, para 1881 los antzuolarras escudados en la
batalla navarra recuperaron la marcha militar.
La tradición teatralizada y renovada volvió a despertar
el interés y agradó al público que además sintió un punto de emoción en
los dos homenajes que la localidad dedicó a Iñaki Arbulu, abanderado de
la formación durante dos décadas que falleció inesperadamente el pasado
diciembre, y al jefe de artilleros, Alejandro Mujika, que después de 50
años al cargo de los dos cañones autores del popular estruendo final,
traspasó el año pasado sus funciones a Mikel Larrañaga 'Maki'.
Fueron los momentos más intensos y aplaudidos de la
comitiva militar que se prolongó durante 75 minutos. Arrancó a las 19
horas por las calles y concluyó en una Plaza llena de vecinos y
forasteros, atraídos por un acto que ha adquirido un aspecto más
teatral.
Renovar o morir
Este Alarde del XIX revitalizado con criterios
escenográficos del XXI, gana cada año en repercusión tras los retoques
aplicados desde 2009 por el trabajo conjunto de investigación de Eusko
Ikaskuntza y Mairuaren Alardea Biziberritzeko Taldea. Han dignificado la
figura del caudillo apresado, potenciado música, danzas y atrezzo para
enganchar y evitar caer en la monotonía.
Con puntualidad partió el desfile para ascender por las
calles al barrio deAntigua y después recorrer Beheko Auzoa. A la media
hora alcanzaban HerrikoPlaza para abrir la representación.
El califa a caballo desfiló al compás de la 'Marcha
Mora'. Sonó la adaptación 'Antzuolako mairuaren martxa', y la partitura
para txistu 'Antzuola' de Jose Ignazio Ansorena. Un arreglo a ritmo de
zortziko para los cuatro versos que dedicó al Alarde el urretxuarra
Iparragirre. «Esan, adiskideak, orduan bezala, Nafarroakin gaur egun,
anaiak gerala; bat da gure izarra, bat da gure bandera: Esan beti
laurak-bat, izan nahi degula». Es la última estrofa que, como el resto,
cantó el coro local. En la actuación participaron los dantzaris de
Oinarin con un zor- tziko ofredido por el grupo femenino y una ezpata
dantza.
Tras escuchar los versos, y antes de la rendición, Abd-Al
Rahman (Juan Carlos Gómez) desapareció de escena para dar paso al
relato de los acontecido en siglo X, y la descripción de la bandera y
escudo de Antzuola por parte del general (Joseba Iparragirre). Con aire
marcial y desde su caballo ofreció un discurso reducido este año a la
mitad. Los veteranos del Alarde apreciaron el cambio. «Se mantiene el
contenido esencial. El propio Iparragirre nos indicó que el discurso era
largo y ser perdía el ritmo del espectáculo», matizaba a la conclusión
el escenógrafo, Valentín Moñux, de Mairuaren Alardea Biziberritzeko
Taldea.
Regresó con honor Abd-Al Rahman y llegó el momento de la
rendición. Sin necesidad de humillarse ni arrodillarse como lo hacía
hasta 2008, entregó las armas y juró no luchar contra los antzuolarras.
El general le animó al respeto. El revalorizado caudillo respondió en
árabe y euskera.
Los textos se declaman en el euskera local para que sean
más accesibles y sin distinción de género. De los 175 protagonistas
muchos son mujeres que, desde hace muchos, han participado con
normalidad. Además de las funciones tradicionales como músicos y
dantzaris, en 2010 se incorporó un grupo de fusileras y ayer la primera
mujer gastadora en la escolta del general.
Tres en lugar de cuatro
En el tramo final sonaron las ruidosas salvas de fogueo a
las órdenes del capitán de la milicia, José Angel Arbulu. Intercalados
tres de los cuatro de cañonazos previstos. El guión marcaba dos en la
representación y dos de propina en homenaje a Alejandro Mujika. Sin
querer, volvió a ser protagonista de la anécdota. En la salva oficial la
segundo pieza de artillería falló. Salió a la Plaza a recibir el
reconocimiento, y de paso, reparó el cañón. Como ha hecho durante medio
siglo este vecino de 77 años, ayer, vestido de paisano cargó las piezas
con los paquetes de pólvora de 20.7 y 19,2 gramos, según los calibres de
20 y otro 19 de las piezas, y disparó los cañonazos que Antzuola le
dedicaba. Intensa ovación y el capitán de la milicia le entregó un
recuerdo.
Aún emocionado y acompañado de familiares y amigos,
destacaba que «desde el año pasado no soy el artillero pero seguiré con
el mantenimiento de los cañones. Son dos piezas muy valiosas. Al año
necesitan dos revisiones a fondo y estar bien engrasados». Mujika se
mostró orgullo de haber formado parte del Alarde. «Creo que a veces no
apreciamos lo que tenemos en casa». Como hombre de buen conformar
también opinó sobre la renovación de la marcha. «Si a los vecinos le
gusta, a mí también».
La despedida musical llegó con la interpretación del
himno de Antzuola por el público y los protagonistas, pero todavía
quedaba el momento más emocionante.
El Alarde dedicó un recuerdo póstumo a IñakiArbulu.
Primero unas palabras de agradecimiento: «Gaur-ko eguna berezixa da
hainbeste urtian banderia eskuan hartuta ibili izan dan Iñaki arbulu ez
dogulako gure artian izan. Ekintza eta ekitaldi askotan zeualako, bere
biharra zeuan guztietan han zeualako. Alardian banderadun izan da 20taka
urtian, baina baitta herrixan banderadun eta jarraitzeko eredu bere
bizitza guztian. Horren adierazgarri, Iñaki handixai, gure omenaldi
txikixa egin nahi jau eta horretarako, senideei, oroigarri bat emungo
jeu». Después su hermana María Dolores recogió de manos de la alcaldesa,
Inma Beristain, un perfil en acero inoxidable que refleja la silueta de
Iñaki portando la bandera. Sus compañeros de trabajo en la empresa Elay
se han encargado de fabricar la pieza. En la marcha otros tres hermanos
Arbulu siguieron con intensidad el momento, el capitán Joxe Angel y los
dulzaineros Bittor y Andrés. La bandera, que solía llevar Iñaki, es uno
de los elementos centrales del Alarde por ser la réplica de la
arrebatada en Valdejunquera, junto con las armas, como recordatorio del
ordenamiento militar foral que se perdió en el siglo XIX.
LA CIFRA
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