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El adiós de Julio Bocca inaugura mañana la octava temporada de la Fundación Kursaal
El bailarín ofrecerá mañana en el Auditorio donostiarra una recopilación de sus mejores números junto al Ballet Argentino El 22 de diciembre concluye su gira de despedida de los escenarios
La vinculación de Julio Bocca a la danza venía determinada por sus
genes. Su madre, quien le impuso nombre de dos emperadores romanos
-Julio Adrián-, le enseñó sus primeros pasos de danza con apenas cuatro
años. A los pocos meses, subió por primera vez a un escenario en el
Teatro El Globo (1971), en la función de fin de curso de la academia de
Nancy Bocca. De hecho, el entorno familiar asegura que Julio aprendió a
bailar, antes que a leer y escribir. Siendo casi un niño, demostró sus
excepcionales cualidades para la danza, inscribiéndose en la Escuela
Nacional de Danzas (1974) y en el Instituto Superior de Arte del Teatro
Colón de Buenos Aires (1975), para completar su aprendizaje. Con trece
años, Bocca formaba ya parte del Ballet de Cámara del Colón, debutando
como solista el año siguiente. En 1982, inició su carrera profesional
internacional en la Fundación Teresa Carreño de Venezuela. Pronto supo
cuáles iban a ser sus dos grandes retos profesionales: vencer en el
Concurso Internacional de Danza de Moscú y formar parte del American
Ballet Theatre (ABT). Su perseverancia por el trabajo le ha llevado a
conseguir ambos objetivos.
Triunfo en Moscú
El Concurso Internacional de Danza de Moscú se celebra cada cuatro
años y en él, triunfó el célebre Mikhail Baryshnikov, con el que
destino habría de unir parte de la carrera profesional de Bocca.
Solventadas las dificultades de financiación del proyecto, Julio Bocca
participó junto a Raquel Rossetti, en la quinta edición celebrada en
1985. Los pasos a dos de Don Quijote, Corsario y Cascanueces cambiaron
la vida del intérprete argentino, quien se hizo con la Medalla de Oro,
siendo recibido en su país como un verdadero héroe. Algo de razón no
les faltaba a sus paisanos, pues triunfar en una de las cunas del
ballet era todo un hito para un bailarín no ruso. Y Moscú le cambió la
vida a un Julio Bocca recién alcanzada la mayoría de edad. El primer
reto ya se había materializado, quedaba poco para obtener su segunda
meta.
En lugar de acceder mediante la tradicional audición, Bocca fue
convocado a tomar una clase en ABT, en la que participó Baryshnikov, el
director artístico de la compañía por aquel entonces. Al término de la
sesión, el bailarín letón le ofreció contrato como Bailarín Principal.
Julio Bocca tenía, apenas 19 años, cuando debutó con el ABT, el 12 de
diciembre de 1986. Así definió su estreno el diario Los Angeles Times:
«Pequeño, con piernas espesas y cara de niño, el joven argentino quizá
no tenga la línea de un príncipe de ballet ideal, pero su entrenamiento
le dio una nobleza convincente. Bocca exhibió una asombrosa elevación,
así como ligereza en sus saltos, notablemente altos, sus piruetas muy
veloces y un trabajo de partenaire sin esfuerzo aparente».
Durante dos décadas (1986-2006), Julio Bocca fue Bailarín Principal
del ABT, mientras compatibilizaba la temporada americana con otras
giras y actuaciones a título individual en calidad de estrella del
mundo del ballet. Dentro del repertorio clásico, el papel con el que
más se ha identificado al argentino es el de barbero Basilio de Don
Quijote, rol que aprendió del mismísimo Baryshnikov, en una de las
pocas ocasiones en que trabajaron juntos.
En su etapa de ABT, la italiana Alessandra Ferri se convirtió en la
partenaire ideal de Bocca, con quien protagonizó su apoteósica
despedida en el Metropolitan neoyorquino. Para la ocasión, escogieron
Manon de sir Kenneth MacMillan. Veinte minutos duró la ovación que
obtuvieron de los cuatro mil asistentes al espectáculo celebrado el 22
de junio de 2006.
Otro proyecto de Bocca
Considerado un verdadero fenómeno de masas en su país, capaz de
llenar estadios con gente ávida de disfrutar de su virtuosismo técnico,
Julio Bocca creó el Ballet Argentino en 1990, una compañía para la que,
según aseguraba el propio artista, «quiero que sea una agrupación
amplia y profesional, reflejo de las exigencias del mundo del ballet
tal y como se manejan los grandes centros como el ABT: si un bailarín
no da lo mejor de sí, entonces se busca otro». Tras algunos altibajos y
cambios en su elenco, el Ballet Argentino obtuvo un rotundo éxito con
Bocca Tango (2001), obra que giró por escenarios de medio mundo durante
varios años, cuya coreografía corresponde a Ana María Stekelman.
En el año 2000, Bocca ya se encontraba en un punto de
estancamiento. Ya había llegado al máximo y los musicales fue una
oportunidad de cambiar y divertirse bailando. «Ni me acuerdo del
American ni de otras cosas; ahora soy un bailarín de musicales y mi
corazón, cuerpo y cabeza están solamente en esto», aseguraba por
aquellas fechas. Dos meses después, bailó su última función en Fosse,
una experiencia de la que guarda grato recuerdo.
A lo largo de su dilatada carrera profesional, numerosos son los
galardones que jalonan su currículum profesional pero probablemente, la
distinción más especial para él sea el nombramiento de Ciudadano de
Honor de Bosco Marengo (2001), localidad italiana de donde procedía el
abuelo Nando Bocca, a quien estaba muy unido el artista y que
dictaminó, en la tierna infancia de Julio, que «a este niño lo espera
una gran carrera de bailarín». No se equivocó.
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