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Duguna, una inmensa sokadantza de 75 años que da la mano al pasado y al futuro

«Una inmensa sokadantza de 75 años en la que cada dantzari da la mano al anterior y al posterior, reflejando la idea de la transmisión, el dar y el tomar». De esta manera define su director, Aritz Ibañez, la trayectoria del grupo Duguna, que está inmerso en la celebración de ese aniversario.
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Data
2024/03/03
Lotura
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 Imagen de la primera actuación del grupo municipal de dantzaris de Iruñea el 29 de noviembre de 1949.

Imagen de la primera actuación del grupo municipal de dantzaris de Iruñea el 29 de noviembre de 1949. (CEDIDA POR DUGUNA)

Hace 75 años daba sus primeros pasos la inmensa sokadantza que encarna el grupo Duguna, que está inmerso en la celebración del aniversario de un trabajo que ha realizado y realiza para difundir nuestra cultura, tanto la más tradicional como la más novedosa, creada a partir del rico patrimonio existente.

Esta andadura arrancó el 29 de noviembre de 1949, cuando actuaba por primera vez un grupo de danzas creado por el Ayuntamiento de Iruñea. La iniciativa se había plasmado en un tiempo récord, ya que, como recuerda su actual director, «el acta de creación es de octubre y en mes y medio tenía montado el grupo».

En su gestación habían confluido el interés del Consistorio por promover ese grupo y el del Orfeón Pamplonés, que «tenía intención de crear una sección de danzas. Por aquel entonces había en el Ayuntamiento gente que pertenecía al Orfeón y pensaron en poner en marcha ese grupo siguiendo la línea de la banda de txistularis y la de gaiteros, que había creado siete años antes».

Esta circunstancia explica que «muchos de los primeros dantzaris eran orfeonistas», a los que se sumaron gentes que habían bailado en otros grupos y que terminaron saliendo aquel día de San Saturnino «casi sin saber bailar». 

Dantzaris de Duguna desfilando con el traje de corporación en la procesión de San Fermín. (Idoia ZABALETA/FOKU) 

Los integrantes del grupo iban ataviados con un traje diseñado ex profeso por Pedro Lozano de Sotés y Francis Bartolozzi, pareja que «eran artistas gráficos de la época». A la hora de pergeñarlos «se inspiraron en distintos trajes de diferentes lugares de Euskal Herria, especialmente de Navarra: las chaquetas de Roncal, los pantalones de Otsagabia, pero con los adornos de Luzaide, los escarpines de Zuberoa, las txapelas de Luzaide y los palos encintados de Lesaka. Fue un collage de traje».

Este es el que denominan ‘traje de corporación’, el que emplean en sus desfiles junto al Ayuntamiento, pero a partir de ahí, se van introduciendo combinaciones en la indumentaria dependiendo del repertorio y del lugar en el que actúan, de tal manera que también llegan a lucir, por ejemplo, «la pechera y las cintas de Baja Navarra».

Un repertorio en constante evolución

Si la vestimenta va cambiando, también se ha producido una evolución en su repertorio a lo largo de estos 75 años. En sus inicios, se bailaba «lo más habitual, como Valcarlos u Otsagabia, como se decía entonces; el Ingurutxo de Leitza y alguna cosa de Gipuzkoa y de Zuberoa, poco después».

En 1951 montaron un espectáculo folclórico que aunaba teatro, música y danza titulado ‘Duguna’, que obligó al grupo a «aprender otro tipo de cosas, como el Baile de la Era y poco a poco fueron aprendiendo otras danzas».

Y así se llegó a los años 70, cuando se produjo «el boom con Argia», grupo que rompió moldes con una «vuelta a las fuentes». Como explica Ibañez, Argia realizó «un gran trabajo de campo para después mostrarlo en espectáculos en los teatros». Hasta entonces, «se bailaba de manera más estilizada por influencia de los ballets que se vieron en Euskal Herria en los años 20», pero con ese grupo se recuperaron «los repertorios en los pueblos y hubo un proceso de aprendizaje». Siguiendo esa senda, Duguna recuperó, por ejemplo, el Ttun-Ttun de Iruñea.

El siguiente paso en la evolución de su repertorio fue crear danzas a partir del patrimonio recuperado. Esta nueva etapa se inició en 2005 a través de una colaboración directa con Argia y, desde entonces, «hemos intentado hacer cosas nuevas que funcionen a partir de ese patrimonio». 

Hombres y mujeres bailan mezclados en una danza del repertorio del grupo. (Idoia ZABALETA/FOKU)
 

Junto a los cambios en el repertorio, Ibañez destaca los cambios que ha experimentado Duguna en relación a la presencia de las mujeres en su seno. En la primera salida, «no había, pero ya en la segunda o tercera, en febrero de 1950, había mujeres». Esa presencia se pidió expresamente al Ayuntamiento a través de unas cartas en las que se remarcaba que para poder ejecutar su repertorio, «hacían falta dantzaris femeninas».

Otro paso importante para la igualdad se dio en 1999, cuando desfilaron por primera vez las mujeres del grupo en la procesión de San Fermín. Al respecto, el actual director de Duguna señala que «no había una prohibición», pero no se dio ese paso hasta que hubo presencia femenina, por ejemplo, en La Pamplonesa. Esa incorporación hizo que en 2002 se «crearan trajes de corporación para las chicas basándose en los colores del de los chicos».

Y el siguiente tuvo lugar cuando empezaron a crear repertorios propios, en los que «no hay distinción de género, incluso nos vestimos todos igual». 

Baile de Duguna con la bandera de Iruñea. (Idoia ZABALETA/FOKU) 


El enfrentamiento por la ikurriña

Todos estos cambios muestran la evolución en el tiempo de un grupo que vivió un momento que iba a marcar un antes y un después por la presencia de la ikurriña. Según explica el director de Duguna, «en 1977, se colgó la ikurriña en el balcón del Ayuntamiento y el grupo decidió salir con la ikurriña y la bandera de Navarra, además de la bandera propia que diseñaron Lozano y Bartolozzi, que es la de Pamplona con los escudos de los cuatro burgos detrás».

Durante años, el grupo municipal de dantzaris de Iruñea desfiló portando la ikurriña, incluso cuando surgieron tiras y aflojas con el PSOE en el gobierno municipal, que «terminaba dejando hacer». Esa situación sufrió un brusco giro con la llegada de la derecha al poder en el Consistorio. Ante la negativa del grupo a dejar de salir con la ikurriña, el entonces alcalde de UPN Javier Chourraut «declaró inexistente el grupo de dantzaris del Ayuntamiento».

Los siguientes años, el grupo no salió en las procesiones con el Consistorio, aunque bailaba los días 7 y 14 de julio, y el de San Saturnino en la plaza del Ayuntamiento «para reivindicar ese espacio como suyo».

Estos hechos coincidieron más adelante con la decisión del Ayuntamiento de Iruñea de externalizar a los grupos que había ido creando, como los gaiteros, los txistularis o la Comparsa de Gigantes, que pasaron a ser asociaciones con las que firmó convenios.

El grupo de dantzaris también se convirtió en asociación y pasó a denominarse Duguna, en recuerdo del espectáculo realizado en 1951. Con ese colectivo terminó firmando un convenio el Ayuntamiento gobernado de nuevo por Javier Chourraut, pero ya con el CDN, en 1996.

El proceso no fue sencillo, ya que el Consistorio exigía de nuevo que no estuviera presente la ikurriña en el grupo, lo que generó «debates intensos» en su seno. Ibañez señala al respecto que «el grupo decidió salir como al principio, únicamente con la bandera de los dantzaris, sin la ikurriña y sin la bandera de Navarra, y hubo gente que decidió que no quería seguir en esas condiciones. No fue agradable para nadie, ni para los que se fueron, ni para los que se quedaron».

Este fue un episodio muy duro en la historia de un grupo del que se recuerdan especialmente sus viajes al extranjero, como las giras por Italia, donde llegaron a bailar ante el Papa en 1958, o los destacados a Nueva York con la Comparsa de Gigantes en 1965 y a Japón en 1991. Aunque también se han desplazado a Polonia, Bélgica, Alemania o Inglaterra, donde se impuso en cinco de las seis ocasiones en las que participó en un festival celebrado en Middlesbrough. 

Actuación del grupo en Nueva York en 1965. (CEDIDA POR DUGUNA) 

 

A través de este pasado, se llega al presente de un grupo arropado por una asociación en la que «estamos los dantzaris actuales y de todas las épocas». Duguna cuenta con cerca de 50 dantzaris en activo y con un grupo txiki integrado por unos 70.

Ensaya tres días a la semana para atender un calendario fijo con el Ayuntamiento y actuaciones que puedan surgir. En el primer caso, figuran las actuaciones en San Blas, en la víspera de San Juan, las dos en sanfermines los días 7 y 14 de julio, el día del Privilegio de la Unión, San Fermín Txikito y San Saturnino. Otras dos quedan «a convenir y solemos invitar a grupos de danzas de distintos puntos de Euskal Herria, salvo que el Ayuntamiento pida algo concreto».

Además, suelen acudir a fiestas de Tutera a petición de la Peña Beterri, también a la fiesta de Sorogain y a cualquier lugar desde donde les llamen para actuar, ya que «si pueden pagar, bien, y si no, no es un impedimento», señala Ibañez.

Las celebraciones del 75 aniversario

Esa disponibilidad puede verse afectada este año por las celebraciones del 75 aniversario del grupo, que comenzaron el pasado día de San Saturnino con una sokadantza en la que participaron dantzaris de las diferentes épocas del grupo.

Además, del 26 de marzo al 14 de abril, en el palacio del Condestable de Iruñea van a montar una exposición que explicará los 75 años del grupo fijándose en cuestiones como «su evolución respecto al uso del euskara, el género, el tema artístico, el sociopolítico… Y explicando también cómo se creó el grupo y qué hace hoy en día», detalla su actual director. Alrededor de la exposición, han organizado talleres de danza, coloquios, actuaciones de danza, conciertos...

En sanfermines tienen previsto realizar una ezpata-dantza junto con el grupo txiki y en septiembre se celebrará el acto central, con una procesión popular con la participación de grupos procedentes del País Valencià, Catalunya, Gipuzkoa, Ipar Euskal Herria, además de Iruñea y en el que actuarán también comparsas de gigantes de diferentes lugares junto a los de la capital navarra.

Se completa el programa con la publicación de una edición actualizada de un libro sobre el grupo para colorear destinado a los txikis y de un libro con la historia de 75 años de danzas en noviembre, y con un festival intergeneracional en octubre, en el que dantzaris de Duguna ofrecerán bailes de sus respectivas épocas. 

Imagen de archivo del grupo txiki de Duguna. (Iñigo URIZ/FOKU) 


Reto de futuro

Una vez pasados los eventos del aniversario, el grupo seguirá velando por un futuro que a corto plazo se presenta garantizado, pero que a largo, exige trabajo. Como señala Ibañez, «el reto es intentar atraer a gente joven a bailar, porque hoy en día se promociona mucho el deporte, pero otros ámbitos se dejan más olvidados, como la danza. Cada vez hay menos chavales y más actividades extraescolares, y resulta más complicado atraerlos», en especial a ellos.

En estos momentos, el grupo está integrado «en un 60% por chicas y un 40% por chicos, pero en el txiki, la proporción es de 75% chicas y de 25% chicos, algo que también está pasando a otros grupos. Los chicos están desapareciendo de la danza». Por ese motivo, Ibañez considera fundamental «animar a los chicos a que bailen» y recalca que en el caso de Duguna, el grupo «ofrece participar en las fiestas de Pamplona en actos centrales, un espacio compartido entre hombres y mujeres en igualdad, además de mostrar tu cultura y representar a tu ciudad y a tu país cuando viajamos al extranjero».

Unos valores que el director de Duguna considera que se condensan en la soka-dantza, leit motiv del aniversario y en la que «todos los dantzaris se unen de la mano y todos son uno. Cada uno da la mano al anterior y al posterior, y esa idea refleja la transmisión, el dar y tomar. Cada dantzari le aporta al siguiente sus conocimiento, sus valores, su manera de hacer, aunque también aprende del joven, ya que es bidireccional. Por eso la hicimos en San Saturnino, para corporeizar esa metáfora con danzatris de 65 e incluso 80 años, junto a menores de 15».

Desde la experiencia de sus más de veinte años al frente del grupo, Aritz Ibañez condensa la esencia del grupo en esa imagen, en «una sokadantza inmensa de 75 años en la que han bailado cientos de pamploneses y pamplonesas».

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