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Duende rojiblanco
Su aitite hacía magia con los pies. Tenía las botas de puro diamante. Ahí han quedado para la historia los 333 goles que marcó Telmo Zarra con la camiseta del Athletic. Ella también tiene arte en los zapatos. Duende en los tacones. Ella no viste la camiseta rojiblanca cuando sale a su particular terreno de juego. Pero sí que saca la leona que lleva dentro cuando se planta la bata de cola y se come el escenario con la misma pasión con que su abuelo saltaba al césped. Adriana Bilbao Zarraonandia es una joven bilbaina bailaora de flamenco, nieta del mítico futbolista. Hoy está afincada en Sevilla, nada más y nada menos que en el barrio de Triana, al otro lado del río, donde la vida transcurre a ritmo de rasgueo de guitarras y de barrio auténtico y visceral. Adriana pasea su arte por los tablaos de Andalucía y Madrid, ha bailado por Europa e imparte clases de flamenco. Y el germen de su pasión por este baile hay que buscarlo allá por su infancia y adolescencia.
Fue su ama la que le metió el gusanillo y Adriana, cuando salía de clase de Urdaneta, en Loiu, acudía a un bar de la calle Henao donde se impartían cursillos de sevillanas. De ahí pasó a otros centros y academias donde se enseñaba flamenco. Pero pronto las posibilidades de aprender que le ofrecía la villa se le quedaron pequeñas. "Al terminar el colegio no sabía qué iba a estudiar. Pero tenía clara una cosa: que quería bailar y que me quería ir con Susana Lupiañez, la Lupi", explica. Así que no se lo pensó mucho cuando con 17 años se fue a Málaga para cursar la carrera de Audiovisuales y, sobre todo, para empaparse hasta el tuétano, hasta las entrañas, de puro flamenco en las clases que impartía La Lupi, una célebre bailaora.
Ahora Adriana tiene 25 años y lleva cuatro afincada en la Sevilla trianera. "Para encontrar posibilidades de trabajo hay sobre todo dos sitios: Madrid y Sevilla. Pero en Madrid el baile flamenco es más técnico. La escuela sevillana va más conmigo, con mi forma de bailar", explica.
Ha taconeado por escenarios de los países nórdicos, por Italia y hasta en Kazajistán. Pero tenía una espinita clavada y ahora se la va a arrancar: debutar en su tierra, en Bilbao. Será el próximo día 31 de enero, en Bilborock. Allí llevará el espectáculo El cuarto escalón, acompañada por dos cantaores, un percusionista y dos guitarristas. "Tenía ganas de bailar en Bilbao. Me apetecía. Y voy a hacerlo. Sentí un impulso y lo seguí", explica tajante.
"pARA éL, LA MEJOR" Telmo Zarra no llegó a ver bailar flamenco a su nieta. "Seguro que me hubiera apoyado. ¡Para él yo era siempre la mejor!", narra con una carcajada cargada de ternura. El rojiblanco no faltaba a las competiciones de gimnasia rítmica de Adriana, y esta recuerda una ocasión en la que llegó a casa eufórica de una de estas competiciones, muy contenta e ilusionada por haber ganado. "Mi abuelo me vio tan feliz que al día siguiente fue al colegio para ver a mi entrenadora y darle las gracias por la labor que hacía con nosotras", explica.
Hoy, en su trabajo, en su ámbito profesional allá en Andalucía, es inevitable que a veces surja la conversación sobre la ascendencia de Adriana. "La gente al final se acaba enterando y yo estoy encantada de ser la nieta de Zarra. Todo el mundo le quiere mucho. La gente que le conoce le adora", afirma.
Adriana ahora es feliz en Triana. Asegura que le encanta el ambiente de este barrio castizo. "Cuando paso el puente para ir a Sevilla me da la sensación de que me tengo que vestir, de que me tengo que preparar. Pero por Triana ando igual que en casa", ríe.
Y cuando le preguntas si se ha dejado arrastrar por las aficiones béticas o sevillistas, alza la voz como si la sola idea fuera todo un sacrilegio: "¡No, no, no, no, no, no por Dios! ¡Rojiblanca hasta la muerte!", zanja riendo.

Una imagen de Adriana Bilbao en pleno baile y otra del cartel anunciador del espectáculo de flamenco que trae a la sala Bilborock. ( FOTOS: ADRIANA BILBAO)
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