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Dos producciones vascas logran los Max a mejor espectáculo musical y coreografía
«Prefiero una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila». Las palabras de María Zambrano resumen el espíritu que se vivió anoche en el Teatro Calderón de Valladolid, donde la entrega de los Max se convirtió en una emocionada defensa de las artes escénicas. Especialmente de la libertad que está en el origen de todo «y cuya falta es uno de los males del panorama artístico de nuestro tiempo», denunció el presentador, Fernando Cayo. Textos de clásicos como Cervantes -en la voz de Charo López- García Lorca, Miguel Hernández y Calderón de la Barca, entre otros autores, resonaron con fuerza en una gala reivindicativa de la que volvieron con premio dos de las cuatro producciones vascas finalistas: 'The Opera Locos', mejor espectáculo musical, y 'Erritu', que le valió a Sharon Fridman el galardón a la mejor coreografía.
El espectáculo de Klemark, la productora con sede en Leioa que gestiona el Campos, e Yllana ha demostrado que la ópera tiene un público más amplio de lo que imaginábamos. Cuenta la historia de una alocada troupe venida a menos sin descuidar el rigor y la exquisitez del repertorio. «Gracias a los grandes cantantes, actores y comediantes que ponen en pie al público todas las noches», afirmó Joe O'Curneen, codirector de un montaje que ha triunfado en París y del que se prepara una versión mexicana.
El coreógrafo israelí Sharon Fridman compartió su premio «con Jon Maya y a Kukai, porque ellos vinieron a buscarme para este espectáculo que nos ha transformado a todos, creadores e intérpretes». Los rituales son protagonistas de una pieza que lleva al extremo la repetición y logra que la tensión de los bailarines se transmita al cuerpo del espectador. Eneko Gil estaba nominado como mejor intérprete de danza, un premio que finalmente fue para Daniel Doña. «Eneko, me emocionaste con 'Erritu'», le dijo al recogerlo.
Premio Ana Diosdado
El mejor espectáculo teatral del año es 'La ternura' de Alfredo Sanzol. El dramaturgo navarro deberá buscar sitio en sus estanterías, ya que tiene otros cuatro Max. Ayer defendió «el trabajo en equipo y en libertad» al recoger el premio a esta comedia shakesperiana que ya conquistó al público bilbaíno, que le distinguió con un Ercilla. Otra de las triunfadoras de la noche fue María Hervás, mejor actriz (también logró el Ercilla) por su monólogo 'Iphigenia en Vallecas', que se impuso como espectáculo revelación. «¿Por qué sigo siendo actriz?», se preguntó, visiblemente emocionada. «En un escenario existo, soy, miro a la gente y pareceis reales».
En danza la elegida fue 'Grito pelao', la pieza en la que Rocío Molina ha volcado su deseo de ser madre con música de Silvia Pérez Cruz, que ayer también recogió premio y emocionó al auditorio al cantar versos de Miguel Hernández en recuerdo a los artistas fallecidos en el último año. En el palmarés brilla con luz propia 'Temp Salvatge', una producción del Teatre Nacional de Catalunya que concentra los miedos y la crisis de valores de nuestra sociedad en una urbanización fronteriza. Para ella han sido la mejor autoría y dirección de escena.
Si los premios estuvieron repartidos, los mensajes que se escucharon en la gala sonaban a unidad. Con una brillante puesta en escena que evocaba los campos de Castilla -incluso apareció un tractor- los creadores reivindicaron lo que el dramaturgo y ahora académico Juan Mayorga llama «el arte de la crítica y la utopía». Y también la igualdad. La presidente de la Fundación SGAE, Ana Graciani, anunció la próxima convocatoria del premio Ana Diosdado para distinguir a las autoras, que según los datos del último año solo firman el 18% de las obras.
Entre Teresa de Jesús y 'Mamá, quiero ser artista'
«¡Que me va a dar algo!», saludó Concha Velasco al público tras una interminable ovación. La actriz vallisoletana recogió en su ciudad el Max de Honor. «Me ha costado mucho que me deis este premio, seguramente porque no me lo merecía», dijo. En una gala en la que brillaron «la libertad y las mujeres», quiso recordar «a una gran mujer» y una de sus inolvidables interpretaciones, Teresa de Jesús. Leyó emocionada unos versos antes de que Fernando Cayo, versátil maestro de ceremonias, le cantara el mítico 'Mamá, quiero ser artista...'
El palmarés
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