Delicada poesía

Alderdi Eder fue el espacio elegido para la propuesta de calle de Organik que invadió la noche donostiarra con una historia de terror. Un macabro entramado de juegos infantiles fueron desvelando con habilidad la trama de esta obra. Personajes bien definidos, una buena estructura y un lógico desarrollo fueron los elementos sobre los que se sostuvo esta singular y divertida pieza que supo mantener el interés y el suspense, y que desembocó en un extravagante y alocado final. Éste resistió a duras penas la conexión con la pieza y, aunque divertido, resultó un tanto forzado.
Hnuy illa de Kukai-Tanttaka supuso un delicado y delicioso baño de poesía en el que las evocadoras imágenes, la dulce y sosegada música, la danza sugerente y los hechizantes poemas recitados se entrelazaron en un fascinante conjunto. La obra no tiene fisuras y discurre con ondulante suavidad por un recorrido pleno de belleza. Es ésta una belleza serena y melancólica en la que la danza se integra perfectamente a través de unos bailarines sobrios, limpios y brillantes.
Blanca Arrieta, por su parte, presentó Muda en la plaza de la Constitución. Una propuesta original y refinada que utiliza el elemento agua como transformador del movimiento al tiempo que involucra a los espectadores en la acción escénica. Este trabajo propone una investigación profunda del movimiento en el que la calidad del mismo y la búsqueda de emociones no inmediatas son sus pilares fundamentales, que, sin embargo, precisa de un mayor desarrollo.