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Del blanco y negro al color bailando

Estos días se cumplen 50 años desde que el grupo de baile del Club Deportivo Eibar ofreciera su primera actuación en Arrate. Durante el último medio siglo los bailarines de Kezka Dantza Taldea han atravesado curiosas situaciones

Egilea
C. Tapia
Komunikabidea
Noticias de Gipuzkoa
Tokia
Donostia
Mota
Albistea
Data
2008/05/04

El grupo de dantzas, creado oficialmente dentro del Club Deportivo Eibar el 13 de abril en Arrate durante una actuación, ha cumplido medio siglo de vida en el que, entre otras muchas cosas, han formado parte de la Sección Femenina de Falange o han bailado con trajes de colores para simular una ikurriña cuando ésta estaba prohibida.

El Club Deportivo Eibar se creó en 1927 y 30 años más tarde se propuso crear en su seno una sección específica dedicada al baile. "En 1957 en una de las reuniones de la junta directiva -para entonces el Club Deportivo ya tenía comisiones de montaña, ciclismo o atletismo- Juan San Martín sugirió crear una comisión cultural que englobara la fotografía, las clases de euskera y la biblioteca, y entre todas esas propuestas también estaba la de crear un grupo de danza", explica Oier Araolaza, miembro de Kezka Dan- tza Taldea, nombre actual del grupo.

El encargado de poner en marcha la iniciativa fue Gregorio Santa Cruz, "una persona muy vinculada al mundo de la danza tradicional en Eibar", que, según Araolaza, empezó a bailar en 1913 y a partir de los años 20 fue el motor del grupo de dantzas del batzoki, que se diluyó al empezar la Guerra Civil.

Así, la primera actuación tuvo lugar el 13 de abril de 1958 coincidiendo con el denominado Día de Finalistas en el que daban las medallas a los compañeros que ese año habían hecho varias cumbres. "Por eso se considera que es el comienzo de la andadura del grupo", indica.

años peculiares

El régimen franquista

Los antecedentes del grupo estuvieron vinculados al régimen franquista ya que en 1943 se organizó un primer conjunto de danza dentro de la Sección Femenina de Falange. "Siempre se buscaba cualquier asociación que pudiera dar cobijo a los bailes", comenta el miembro de Kezka. Esta postura recibió numerosas críticas pero Gregorio Santa Cruz se defendía afirmando que "en esos momentos era la única forma y si no se hacía así, los bailes se iban a perder. Ya llegará el momento de quitarnos la máscara".

De esa manera, durante los años franquistas hubo diferentes etapas: unas en las que el problema era sacar a la calle cualquier cosa relacionado con lo vasco y otras más laxas. Aunque Araolaza reconoce "cierta permisividad" al tratarse de algo "folclórico". "De hecho, formaron parte de la propia estructura y ésta intentó dinamizar la sociedad civil que la guerra había paralizado. Y en principio las actividades folclóricas no conllevaban problemas ideológicos al régimen", añade.

Más tarde, en los años 50 y 60, se comenzó una labor más proactiva y se intentó dar una identidad muy concreta a lo que se estaba haciendo. "Por ejemplo, a partir de los años 50 empezaron a jugar con los colores. Los trajes de las dantzaris se modifican para crear combinaciones que reproduzcan la ikurriña, que estaba prohibida. Esas combinaciones no se han vuelto a utilizar y son típicas de esta época en un intento de decir lo que somos sin ser demasiado claros", comenta Araolaza.

En cuanto al repertorio se vivieron también varias fases. Durante los años 20 y 30 se buscaban referencias para adaptarse a la modernidad europea. Sin embargo, con la guerra llegó la esterilidad, según el miembro de Kezka "diez o quince años de absoluto desierto y donde se perdieron todas las referencias anteriores".

Cuando los grupos comienzan a formarse, en los 40 y 50, "se trabaja sin apenas referencias de lo que pudo ser la tradición y hay una gran innovación del folklore. Por ejemplo, la Sección Femenina de Falange impulsa concursos de nuevas coreografías. Y todo esto hace que haya una eclosión de una cultura tradicional muy peculiar y que a llegar los 60 se empezó a revisar", apunta.

revisión

Búsqueda de raíces

Así, el movimiento que se da a través de la Escuela de Arte Popular Vasco, de recuperación y revisión de lo tradicional también tuvo su influencia en la danza de igual modo quiso buscar sus raíces. "Se dieron cuenta de que lo que estaban bailando no tenía más recorrido que esos 20 años del franquismo y se fue a los pueblos que mantuvieron las formas de bailar para recuperar el repertorio que antes de la guerra ya se estaba dejando de lado. Por eso, gran parte de lo que se bailaba en los años 40 y 50 ya no se baila y tampoco se bailó antes. Fue específico de aquella época", indica el miembro de Kezka.

Ahora, medio siglo después, además de que las fotografías de los miembros del grupo hayan pasado del blanco y negro al color, el conjunto de danzas vascas de Eibar, sin necesidad de ninguna máscara, se rige por el mismo objetivo: aprender y enseñar los bailes tradicionales de la villa armera y alrededores para conservar una de sus costumbres más importantes.

"Es un milagro que un joven baile danzas vascas en una sociedad donde el modelo es O.T.

 

Los bailes tradicionales se han mantenido como una de lasopciones de ocio de muchos jóvenes

Internet, la televisión o los deportes son sólo algunas de las opciones entre las que cualquier joven puede elegir como actividad extra escolar. En ese contexto parece difícil que algo tradicional consiga hacerse un hueco en la agenda.

"En una sociedad occidental donde imperan el ocio, los modelos de Operación Triunfo y Ronaldinho y donde la tecnología tiene una presencia terrible lo único que se busca es la novedad y el cambio. Y que aún así en los pueblos aún haya jóvenes que deciden hacer danza tradicional es un milagro. Un milagro que se repite pueblo a pueblo y en gran parte de la sociedad vasca", explica Oier Araolaza, miembro de Kezka Dantza Taldea, de Eibar.

Uno de los factores de este éxito es que los profesores se han adaptado a los tiempos e intentan ofrecer clases atractivas. "Lo intentamos pero es que hay tantas cosas atractivas e interesantes en este mundo y que no consiguen el favor de los jóvenes que resulta curioso que lo logremos en este ámbito", subraya.

"Después podemos tener todas las quejas que queramos: podíamos tener más alumnos, más chicos, pero eso ya es pedir peras al olmo. Además, creo que hay tener una personalidad muy fuerte y una clara vocación para hacerlo porque la presión social suele ser grande. Y hacer y defender algo que a otros jóvenes les parece vergonzante es meritorio", finaliza Araolaza.

En la fotografía superior imagen de la primera actuación del Club Deportivo de Eibar, el 13 de abril de 1958, en Arrate, y en la inferior imagen del grupo de baile Kezka de Eibar 50 años después, en el mismo lugar.

 

 

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