Tres coreografías de mundos y ambientes distintos, Italia, Grecia y Sudamérica, conforman el original y entretenido espectáculo Distirak de Dantzaz. Las tres interpretadas sin solución de continuidad, en un alarde de preparación física, profesionalidad y entusiasmo juvenil dancístico, que siempre nos ofrece esta compañía. Las tres, de temática totalmente distinta, muy bien hilvanadas (sobre todo Staff y Pink) por el planteamiento ágil y bien ligado de la función. Distirak (Destellos), reluce con tres colores, el gris de la tramoya de un teatro, el rosa de las muñecas Barbie, y el verde de la naturaleza. Efectos de luz que sirven de fondo e introducción a cada una de las partes.
Staff, de Giovanni Insaudo, es un bien traído homenaje a los técnicos que preparan y sostienen el tinglado teatral. El coreógrafo italiano acierta con sacar a la vista el trajín de focos, cajones rodantes, y demás atrezzo que se mueve entre bambalinas, pero, sobre todo, refleja el nerviosismo, las prisas de última hora, incluso los enfados, que se dan entre los tramoyistas. La compañía se mueve bien en el maremágnum; los sonidos eléctricos, –incluidas algunas descargas–, y metálicos (en lo referente a lo más material) ambientan el caos preparatorio. La posterior música, creada por D. Jaconello, dirige el disciplinado y simétrico juego de los cascos fluorescentes; todo acierta a crear el inevitable estrés de los magníficos y ninguneados tapados de los espectáculos.
Sin duda uno de los mejores momentos de la velada fue la transición de Staff a Pink, porque en los detalles del comienzo de esta segunda parte, los bailarines bordan ambos papeles: tramoyistas y artistas. Ahora de los cajones rodantes que arrastran, sacan a los maniquíes-bailarines protagonistas de Pink. Pink, de Alexandros Staveopoulos, es una crítica a la superficialidad de la exagerada gestualidad femenina a través de una estética de purpurina y tópicos; algunos de ellos, incluso, vulgares. La realización es estupenda. La danza –con un vestuario muy apropiado–, es entretenida; bonita de tan kitsch; y desde luego, agradable y muy vistosa. Es un acierto incluir a los hombres en esa estética porque en ellos, la exageración gestual se acentúa. Vestuario, ritmo, postureo… es unisex, siempre cargado hacia lo femenino más criticable. Pero todo dicho (bailado) con humor, sin acritud, con un paso a dos, que hasta podría ser un matrimonio.
Si habíamos empezado el espectáculo en la penumbra de la tramoya, lo vamos a terminar con la elevación de la bailarina al cielo, en una especie de veneración a la madre tierra-naturaleza. Verdantz, de Sarada Sarita, es una coreografía bastante libre para los bailarines, que se mueven bien en grupo, que bailan lo que suena: una música rítmica, envolvente, que da al bailarín individualidad creativa, sin renunciar a estampas de simetría (brazos como deidades hindúes), o ruedas de corro rápidas. Es una danza agradable, pero, a mi juicio, la parte menos novedosa de la velada. En cualquier caso, lo que siempre trasmite esta compañía es una vitalidad contagiosa; se dejan la piel en cada paso; su energía, su pujanza juvenil, su belleza de base, atrapan al público, que, al finalizar, aplaudió con entusiasmo.
Dantzaz, compañía de danza
Dirección: Adriana Pous.
Bailarines: Abrisketa, Bakero, Carrasco, Castro, Colomer, Cosso, Costa, Esteban, Kourzmenkov, Mazzella, Picabea, Rementería, Vázquez.
Programa: Distirak y Staff, coreografía de Giovanni Insaudo, música de Davidson Jaconello. Pink, de Alexandros Stavropoulos. Verdantz de Sadara Sarita / OrekaTx.
Lugar y fecha: Teatro Gayarre. 27 de noviembre de 2024.
Incidencias: Casi lleno (15 euros).