La idea de abrir esta escuela de baile era hacer de este un espacio seguro y donde todo aquel que quisiera pudiera ir para disfrutar y pasar un rato de lo más divertido con algo que les apasionara.
Más que una escuela de baile
“Dardara no es solo una escuela de baile donde vienes a aprender unos pasos de baile urbano, contemporáneo, salsa o de euskal dantza. Dardara es algo más. Es un espacio seguro donde todo el que viene, sin importar su edad o género, se siente libre, se siente que nadie le juzga y donde puede sacar lo que lleva dentro en total libertad”, defiende Izaskun.
Ella sabe de lo que habla. Para ella desde que era pequeña, la música y el baile han sido una forma de vida, una forma de expresión y hasta un refugio en algunos momentos de su infancia. “En el baile he encontrado mi verdadero ser y lo que de verdad me apasiona hacer en la vida y creo, estoy convencida de ello, que todo el mundo que viene a Dardara siente lo mismo”, nos cuenta esta joven entusiasta que baila desde que era niña y ha aprendido todo lo que sabe tanto de forma reglada como de una manera más autodidacta.
“El baile te permite evadirte de la sociedad y salir de ese entorno más encasillado donde parece que está todo predispuesto y ya ordenado sin importar qué sientes o qué te gusta hacer”. Una máxima que se mantiene en esta escuela donde hay hueco para todos: grandes, pequeños, niñas, niños, amantes de los bailes más tradicionales, los que prefieren ritmos más del siglo XXI... Incluso, hay espacio para practicar algo de barré (toda una tendencia) y hasta mover el cuerpo a golpe de secuencias fit. Con el tiempo, Izaskun quiere ampliar las disciplinas hacia la danza clásica o ballet, el reaggeton, el swimg, el afro beat...
Educación en cada paso
Tras años como profesora de baile y trabajando para otros, era el momento de dar el salto y de crear una escuela de baile en Agurain donde se uniera su pasión por los pasos de baile con su inquietud por la educación y por enseñar. “Desde siempre he pensado que me dedicaría a la educación y sería profesora”, recuerda esta joven bailarina que estaba convencida de que su camino era el de enseñar, pero no en otro sitio que no fuese un aula o un colegio algo más convencional.
En su caso, el ritmo, la melodía y el movimiento del cuerpo son sus mejores compañeros de enseñanza… y de baile.
Dardara es un sueño cumplido y lo ha logrado gracias al apoyo de su familia, pareja y amigos. Sin ellos no hubiera sido posible dar forma a una amplia escuela a las afueras de Agurain; sin ellos y sin los consejos y la ayuda de la Fundación Gaztenpresa de LABORAL KUTXA. Sus profesionales le guiaron a la hora de hacer realidad el proyecto que ella desde hace años tenía en mente.
Dicho y hecho, de su cabeza a un presente y a un futuro en el que Izaskun se ve muchos años y en el que le acompañan alumnos que llevan aprendiendo con ella desde que eran niños. Pero no solo aprendiendo pasos de baile o cómo seguir una melodía con los brazos o los pies; con ella llevan aprendiendo que en la vida uno puede lograr todo aquello que se proponga y que uno tiene que hacer lo que le apasiona y le haga feliz; aunque eso sea bailar y enfundarse unas mallas.
“No estamos aquí para rendir cuentas ante nadie ni para hacer lo que la sociedad nos marque. Estamos aquí para ser felices”. Y sí, la felicidad también está para muchas personas (entre las que se incluye Izaskun) en dar el primer paso de baile.