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Danzas que dejan muy buen sabor de boca
Aiko Taldea ambienta el Casco Viejo con su tradicional datza-poteo
¿Quién no ha movido su esqueleto al son de la música? Exactamente eso es lo que hicieron ayer cientos de bilbainos gracias a Aiko Taldea, quienes se propusieron ambientar el Casco Viejo con su ya tradicional dantza-poteo.
¿El objetivo? Animar a cantar y bailar a todo aquel que estuviese callejeando la parte vieja de Bilbao. Y vaya si se animó el asunto. Nada más empezar su ruta ayer en la calle del Perro no cabía ni un alfiler. Sabin Bikandi, que estaba al mando del txistu y del tamboril, confesó a DEIA que al ver toda esa marea de gente fueron muchos los sentimientos que le recorrieron por todo el cuerpo. “Buff... alegría, orgullo...”, dijo.
El txistulari quiere pensar que es fruto de todo el trabajo que llevan realizando 11 años atrás. Se propusieron que tenían que retomar la plaza, descubrir el placer que provoca bailar, pero sobre todo, hacer ver a la gente que no hace falta demasiado para pasárselo bien. “Teníamos que salir del armario geográfico”, confesó. Y por eso se alzaron a las calles en plenas fiestas. “La verdad es que Aste Nagusia y el Casco Viejo ayudan mucho a pasarlo bien porque es nuestro territorio y es nuestra casa y no hay nada mejor que eso”, dijo Bikandi, a lo que añadió que aunque fuesen “alrededor de 200 personas parece que somos muchos más”.
Quien lo disfrutó como si de una niña pequeña se tratase fue Marisol Aguirre, que se encontró con el dantza-poteo cuando quedó con su cuadrilla. “Aiba! Nos quedamos, ¿no?”, dijo a su cuadrilla. Dicho y hecho. Se metieron en el corro que ya había organizado y a media canción ya se habían integrado al grupo. “De pequeños bailábamos todos dantzas y nos vienen muchos recuerdos muy bonitos”, dijo Marisol mientras cogía un poco de aire.
GUÍAS Todos los allí presentes bailaron dantzas, jotas, vals, jauziak..., entre muchas otras, bajo las órdenes de Patxi Laborda y Ainhoa Odiaga, maestros de danza de Aiko Taldea; quienes dejaron algo claro: solo hacían falta ganas, algo que se palpaba en el ambiente festivo que montaron en un abrir y cerrar de ojos. “A nosotros nos gusta mucho bailar y lo pasamos genial, como por ejemplo en la romerías”, dijo. Querían que el dantza-poteo fuese algo similar a eso. Querían simular una fiesta donde el ambiente fuese perfecto. En palabras de Bikandi, querían volver a la versión analógica de dos plataformas de ligoteo. “Nuestros viejillos no tenían Internet y se conocían bailando en la romería, queremos que esto sea algo parecido”, confesó.
Por ello, bajo el son del txistu, del tamboril, de la guitarra, del acordeón y del contrabajo, Aiko Talde y todo el mundo que se apegó a la fiesta, recorrieron diferentes rincones del Casco Viejo ambientando la zona. Iñigo Gutierrez les siguió todo el recorrido porque no había mejor plan. “Conoces a gente nueva que le gusta bailar, te lo pasas bien y disfrutas de un día diferente”, explicó a DEIA. Por eso, no dudó en ir acompañado de su mujer y de su hija Aintzane, de 16 años, para disfrutar en familia de ese momento. De hecho, Aintzane es una profesional de las romerías porque siempre que su cuadrilla ve una cerca van directos. “Al final las canciones siempre te las sabes porque son las típicas de aquí”, explicó esta joven bilbaina. Por eso cree que no hay nada “más bonito ni mejor que eso”, porque disfrutar bailando y cantando es “maravilloso”.
La calle del Perro se ambientó con el dantza-poteo que organizó Aiko Taldea. Foto: José Mari Martínez
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