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Danzas a 27 grados por la Virgen de Muskilda
La Patrona fue honrada con las danzas de La katxutxa, El modorro y La jota en un día caluroso
El santuario de Nuestra Señora de Muskilda, un balcón natural a 1.025 metros sobre el que se divisan cimas pirenaicas como la Mesa de los Tres Reyes o el Anie, se convirtió ayer en el centro neurálgico de los festejos de los habitantes de Ochagavía en su día grande de las fiestas patronales.
Un año más, los ocho danzantes y el "bobo" coreografiaron las ancestrales danzas que desde hace al menos quinientos años se bailan para honrar cada ocho de septiembre a la Virgen de Muskilda, en el acto más llamativo y esperado por los vecinos del municipio salacenco.
Así, en una soleada mañana de verano en la que se rozaron los 27 grados, la basílica revivió los honores a la patrona, cuya talla de finales del siglo XIV muestra a una Virgen sonriente con el Niño en su rodilla izquierda y una flor en su mano derecha.
La comitiva que llegó desde el lugar en el que, según narra la tradición, se halló la imagen de la Virgen, situada a unos 60 metros de la ermita, la formaban los nueve danzantes y el Patronato, que es una autoridad laica que mantiene y administra los bienes del santuario. Constituido por el Ayuntamiento de Ochagavía, el cura y el secretario, y presidido por la figura del Mayordomo, puesto que se renueva anualmente entre los vecinos y vecinas de Ochagavía y que este año recayó en José María Contín Carlosena, que acudió, como manda la tradición, acompañado por su familiares.
El grupo de danzantes estaba formado por Beñat Eseverri Iribarren, Andoni Arizkuren Eseverri, los hermanos Mikel y Javier Azkoiti Tanco, Julen Sagardoy Esarte, Eneko Tohane Lacasia, Mikel Tainta Esarte y Arturo Hernández Armendáriz. A ellos había que unir al "Bobo", representado por José Javier Sargadoy.
Procesión
Una vez llegados al santuario, interpretaron tres danzas para deleite del numeroso público presente en la explanada frente a la iglesia. La katxutxa, El modorro y La jota hicieron vibrar a cuantos se acercaron animados por la buena metereología. Tras las danzas, que fueron el momento más especial y esperado de la mañana, llegó el turno a la procesión.
Acompañada nuevamente por los danzantes, la imagen de la Virgen de Muskilda abandonó el santuario. Tras rodearlo, volvió nuevamente al interior del templo románico del siglo XII con el mayordomo a la cabeza.
Tras el almuerzo en casa de la Serora, Regina Toni García, de 91 años, los danzantes regresaron al lugar en el que según la leyenda apareció la Virgen. A continuación, se volvió al pueblo en coches para continuar allí el resto de las celebraciones y danzas.
Algunos vecinos de la localidad aprovecharon la jornada para denunciar mediante pegatinas y pancartas la inscripción en el registro de propiedad del santuario por parte del Arzobispado.
Los ocho danzantes y el "Bobo" ejecutan La jota, danza con la que cerraron su actuación antes de la misa, oficiada por el párroco de Ochagavía, Rafael Pardo. NOEMÍ LARUMBE
Toda la familia del mayordomo, José María Contín Carlosena, posó al final de la celebración matinal. NOEMÍ LARUMBE
José Javier Sagardoy Tanco, natural de Ochagavía, lleva vinculado a las danzas en honor a la Virgen de Muskilda desde 1971. "Lo hice ya con los mayores, porque entonces desaparecieron los pequeños", explicaba. Pese a que su papel de "Bobo, el enmascarado personaje bifronte es el fundamental, Sagardoy quita mérito a su tarea. "A mí lo que realmente me llena es ser uno más del grupo. Soy el "Bobo", pero lo importante es ser parte de los nueve que hacemos que esto sea posible. Ni que decir cabe que es todo un privilegio y un orgullo tomar parte de esta celebración tan emblemática. No hay palabras para describir qué se siente. Es una mezcla de mucha emoción, alegría y ganas de hacerlo bien", explicó Sagardoy.
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