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¡Danzad, danzad, malditos!
Retrato de EEUU Al ritmo del "Canine freestyle"
Nacida a finales de la década de 1980 en Canadá, la disciplina del musical canine freestyle alcanza todo su esplendor en Estados Unidos, lo cual no es ninguna sorpresa. ¿En qué otro país podría cuajar en estas mismas proporciones estas coreografías donde amos y perros dan lo mejor de sí mismos con la finalidad de ofrecer un espectáculo de danza conjunta?
La fotógrafa bilbaina Bego Antón aprovechó su estancia en Estados Unidos para indagar en este espectáculo tan particular y en las extrañas relaciones que se establecen entre seres humanos y animales: «Nuestras relaciones están llenas de contradicciones. Amamos a nuestras mascotas pero odiamos a algunos animales, como las ratas o las serpientes. Algunos nos los comemos y a otros los tratamos como miembros de nuestra familia… Después de ver un vídeo donde Carolyn Scott y Rocky bailaban al son de ‘Grease’, decidí centrar mi investigación en musical canine freestyle», explica.
Así, la joven fotógrafa descubrió esta disciplina que se distingue por la conexión que se crea entre animal y persona, así como por el hecho de que se establece una relación de igual a igual, algo inaudito en los espectáculos protagonizados por animales.
Entre frikismo y fenómeno social, entre amor insuperable por los retos y diversión de masas, el musical canine freestyle demuestra que los estadounidenses pueden llegar a apasionarse por las más variopintas disciplinas mientras aparezca bajo la forma de espectáculo. Frente a los innumerables problemas sociales presentes en el país y las riquísimas expresiones culturales con las que cuenta, llama la atención cómo prácticas como ésta llegan a congregar a tantos aficionados y plantea un sinfín de cuestiones en torno a las relaciones que establecemos con los animales.
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