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Danzad, danzad, benditos
Carmen Tercero, directora del centro, recuerda con satisfacción el largo camino que se llevó a cabo para llegar a esta situación, una metáfora, si uno se para a mirarlo, del propio mundo de la danza, repleto de horas de ensayo y sacrificios. "Empezamos como escuela profesional de la danza Jesús Guridi, con los objetivos enfocados a un nivel superior. Estuvimos diez años con esa denominación y ya pasamos a lo que es ahora el José Uruñuela, cuando pudimos introducir el plan LOGSE y solicitar estos grados".
La formación reglada y completa es una realidad, acogiendo en el antiguo colegio Valle Inclán los cursos de Predanza, Elemental y Medio, de siete años en adelante, preparando a los bailarines hasta la misma frontera del mundo profesional. "La idea de un conservatorio profesional es ésa, que finalmente esos estudios especializados tengan una oficialidad y un reconocimiento. Nuestra obsesión y nuestro objetivo eran primero formar bien a los alumnos en esa enseñanza para que puedan entrar en el campo profesional de la audición, y segundo ese reconocimiento de las enseñanzas oficiales".
Las audiciones, explica Tercero, son como oposiciones que abren la puerta de las compañías de baile. Precisamente, además de afianzar sus nuevos grados, uno de los sueños de siempre es conseguir crear una compañía desde el propio conservatorio. "De todas formas, sí que tenemos un taller de danza con el que estamos haciendo actuaciones, casi como una compañía. Este año, al finalizar el curso, habremos hecho 23. Creo que para un conservatorio está bastante bien, y la gira de Caja Vital ha sido una oportunidad para que los alumnos puedan pisar el escenario, tener contacto con el público, para saber si les gusta o no, porque a veces te puede gustar bailar aquí, pero luego no te gusta salir al extranjero, hacer una gira, ir de país en país".
La danza es "minoritaria y selectiva", siempre con el objetivo de la calidad frente a la cantidad. "La clásica, que es la base para poder hacer todo lo demás en condiciones óptimas, es difícil y sacrificada, requiere horas de trabajo y esfuerzo, y no todo el mundo puede pasar por ahí", reconoce la directora, que alaba la dedicación de sus alumnos, que compatibilizan baile y estudios durante todo el curso. Junto al Gobierno Vasco, el centro ha conseguido equilibrar el hincado de los codos en el pupitre con su flexión sobre la tarima, dividiendo los horarios e incluyendo el baile como asignatura optativa.
"Es más fácil hacer otras cosas que dedicarse al ballet. Es mucho más cómodo sentarse frente al ordenador y jugar a la Play Station que hacer una carrera profesional de danza al mismo tiempo que están estudiando", indica Tercero, que insiste en lo duro del trayecto. Muchos quedan por el camino. "Nuestro objetivo es formar alumnos para que entren a formar parte del mundo de la danza como profesionales, pero eso no significa que todos los que se van quedando por detrás tengan una excelente formación. Aunque en los últimos cursos hay pocos alumnos, que son los que realmente han tomado la decisión de bailar, hemos formado a muchísimos más, que ahora serán ingenieros o estarán haciendo derecho u otra cosa".
No hay grandes batacazos, porque en este gremio artístico las posibilidades se intuyen pronto, y los primeros en conocer sus límites son los alumnos. "Ellos mismos se van dando cuenta, según van subiendo de nivel, de que no avanzan al mismo ritmo de los demás, y deciden que han llegado hasta ahí. Son muy pocos, contados, los que realmente se llevan un disgusto porque son alumnos inteligentes y trabajadores. Les cuesta mucho esfuerzo, pero llevan los estudios de danza y los generales perfectamente".
El trabajo, a pesar de no alcanzar la meta profesional, no habrá sido en balde. Además de educar su cuerpo más allá de la mera calistenia, del puro engorde del músculo, "la danza tiene además muchos valores que no se encuentran ya en ningún sitio. La disciplina es uno de ellos, y el compañerismo. El hecho de saber que tú puedes bailar de solista pero también puedes bailar de cuerpo de baile, que tienes que contar con tus compañeros y no puedes coger e ir a tu aire mientras los demás están haciendo lo que tienen que hacer".
compartido La satisfacción propia se comparte con los compañeros, los profesores y la familia. "Se mueve mucho alrededor del logro de una persona. En vez de crear envidias aquí se apoyan muchísimo. Son nuestros niños, son muchos años los que están con nosotros, les ves crecer y para nosotros no son sólo alumnos, son mucho más".
También el baile es mucho más que baile, va más allá de las coreografías y se asimila educando en asignaturas tan variadas como música, historia de la danza, anatomía e incluso alimentación, donde se aprende a disfrutar de la comida, controlándola a la par. "Ya no sólo es conocer tu cuerpo, sino tratarlo bien. Hay comidas que realmente no son interesantes, no se deben comer, y luego bajarlas cuesta mucho. Lo que no queremos es que, en un momento dado, el alumno coma lo que le dé la gana y después tenga que bajar peso y empiecen con problemas. No es decir éso no lo puedes comer, porque dirían mañana me como tres platos".
Tres han sido los premios que ha atesorado el conservatorio en las últimas semanas. "A veces, cuando trabajas para dentro, estás muy metido en tí mismo. Aunque sabes lo que estás haciendo y que está funcionando, no sabes lo que están haciendo los demás. En el momento en que sales a un concurso, te comparas y ves que has llegado a superar a otros, te hace mucha ilusión. Y creo que es un espaldarazo importante para el conservatorio. Siempre parece que lo que hacemos en casa no tiene el mismo mérito que lo que hacen los demás".
El futuro del centro pasa por consolidar el Grado Medio, que inaugurará el año que viene el sexto curso, por solucionar unos ecos en las aulas de baile y, sobre todo, por continuar impulsando "que todos estos alumnos que están con nosotros entren a formar parte de compañías de prestigio". Muchos están ya en alguna, o realizando pruebas por todo el mundo. Bailando, que es sinónimo para ellos de viviendo. "Al que le gusta bailar la danza se lo da todo. Si le quitas la danza le quitas el aire. Todos los que nos movemos en este mundo sabemos que no podríamos vivir sin ella. Es un sentimiento personal de satisfacción y orgullo". Tantos miles de pasos, tantas horas de camino, inevitablemente, dejan huella.
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