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Danza urbana
Danza, dantza hirian
Slot fue la segunda obra a cargo de la veterana compañía
catalana Nats Nus. Vivo, ágil, dinámico y desenfadado, este trabajo de
profunda calidad impuso con claridad y concisión divertidos juegos
coreográficos e interpretativos cuya energía directa y cercana caló
ampliamente en el público. Natxo Montero, desde Bilbao, estrenaba su
primer trabajo. Quizás el más ligero en cuanto a contenido pero, sin
embargo, impecable en la ejecución e interpretación. Basado
principalmente en la potencia corporal y en la fisicalidad, disfrutó de
un logrado trabajo formal de simetrías y de una estructura sencilla
pero bien cerrada.
El bain de Sara Martinet nos deleitó con una idea
impactante que inicialmente dispuso de insólitas imágenes y una
poderosa energía. Sin embargo, la pieza fue perdiendo dirección
diluyendo su inicial interés a pesar de las impresionates cualidades
físicas de su intérprete y de los aciertos escenográficos.
Cuerpos entrelazados que se anudan y desanudan, que
luchan y se liberan, en continuo contacto y bajo una cadencia
ondulante... una continua e imparable progresión de presencias,
intenciones y miradas que desembocan en un equilibrado final, fue la
propuesta que desde Berlín nos trajo el donostiarra Mikel Aristegi.
Cerrando el festival, el también donostiarra Asier
Zabaleta expuso su Bihar Jaio Nintzen, en el que la danza tradicional y
la contemporánea conviven y se funden encajando perfectamente sus
dinámicas, componiendo una sólida caligrafía con un brillante
resultado.
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