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Danza transfronteriza

El Ballet de Biarritz ha abierto en Jareño un centro de sensibilización como primer paso para asentarse como una compañía con sede en San Sebastián

Egilea
Teresa Faño
Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
San Sebastián
Mota
Albistea
Data
2002/11/27

Entre las actuaciones principales está establecer una especie de delegación del Centro Coreográfico Nacional de la ciudad vascofrancesa en San Sebastián, concretamente en la casa de cultura de Egia.



En estos momentos la compañía acaba de regresar de un gira de tres semanas por Estados Unidos, «con un considerable éxito», según sus responsables, donde han mostrado su último trabajo Homenaje a los ballets rusos, espectáculo que ya se ha podido ver en el Arriaga de Bilbao, el Principal de Vitoria, el Gayarre de Pamplona, o Santurtzi.



La filosofía de esta compañía, sustentada por el estado francés y que cuenta con catorce bailarines, es «difundir el trabajo de creación por el mundo entero porque sabemos las dificultades que existen para que el público entre en este proceso», explica Filgi Claverie, director del ballet en su sede donostiarra. Dentro de este proceso de sensibilización realizan unas doscientas actuaciones al año que incluyen talleres, charlas, exposiciones... todo con el propósito de «hablar de la danza, una de las artes menos difundida».



La formación, no sólo de aficionados sino del público en general, se ha convertido casi en una obsesión para los directivos de esta compañía. En principio abogan por desechar una idea por la que parece que «si no se entiende de danza no se puede ir a ver un espectáculo; es como si el que no entiende nada de pintura nunca fuera a un museo». Para hacer la danza más accesible el trabajo del Ballet de Biarritz es muy figurativo, casi narrativo en el que se cuentan historias y se intenta huir de la abstracción. Un buen exponente es el coreógrafo y director del centro francés, Thierry Malandain, que siempre trabaja con material de danza clásica, -aunque sin tutú ni puntas-, «porque el clasicismo permite afinar la técnica y cuando se domina ésta hay más libertad para hacer lo que se quiera, para evolucionar. Es la mejor formación».



La dura competencia que existe en Francia llevó a la compañía a pensar en ampliar sus fronteras y sus responsables constataron que «en el País Vasco había un espacio porque no existe una entidad con nuestras características, nosotros nos asemejamos a el trabajo realizado por Víctor Ullate o Nacho Duato».



Los primeros contactos fueron con la Diputación Foral de Gipuzkoa, que dio su respaldo a la compañía para hacer un trabajo de sensibilización a través de los talleres y de las ikastolas. Los contactos se extendieron a Gobierno Vasco y al Ayuntamiento, que ha cedido el espacio de la casa de cultura de Egia, una vez que la Escuela de Danza que estaba ubicada allí se trasladó a Duque de Mandas.



Tras contar con la infraestructura, el Ballet de Biarritz, según Claverie sigue con su propósito de sensibilización, -durante todos los jueves de noviembre están impartiendo un taller coreográfico de iniciación en Jareño-. El siguiente paso es más ambicioso porque «queremos demostrar que el trabajo que realizamos en Biarritz también lo podemos hacer aquí». Por esta razón están en contacto con las instituciones para que «el Victoria Eugenia sea nuestra sede, aunque no de forma permanente, sería importante contar con ella para difundir en España nuestro trabajo».



Por último, la fase más ambiciosa es la de crear una compañía joven. Este objetivo puede estar culminado en el 2005. «Necesitamos bailarines que conozcan el trabajo que realiza Thierry Malandain, pero también una cantera cuyos bailarines, españoles y franceses, tendrían un acceso más fácil a la compañía porque participarían en las creaciones de Malandain, en las funciones e irían de gira».



No hay competencia



Filgi Claverie es consciente de que la propuesta de convertir San Sebastián en una segunda sede del Ballet de Biarritz, puede levantar algunas ampollas, y no precisamente en los pies, entre las pequeñas compañías que luchan por subsistir dando clases particulares y que también organizan talleres u otras actividades que permitan una cierta presencia de la danza contemporánea en los escenarios guipuzcoanos. «Sabemos lo que es sufrir para sacar un pequeña compañía adelante porque todos, incluido Thierry Malandain, hemos empezado de esa manera. Queremos dejar claro que nosotros no vamos contra nadie, todo lo contrario queremos ayudar y apoyar porque tenemos memoria y sabemos que el futuro de la danza depende de los jóvenes». Con este propósito organizan talleres como uno próximo sobre el trabajo con las luces abierto a todos los técnicos; cada trimestre dejan el estudio e incluso «financiamos parte de sus coreografías». También indica que «estamos convencidos que va a repercutir en beneficios de ellos».

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