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Danza socializadora
El coreógrafo eibarrés Iker Gómez realiza una actividad de sensibilización con miembros de Gureak dentro del festival Dantza Hirian
La excursión había comenzado a las diez de mañana, en el
barrio de Gros, donde un autobús recogió a un colectivo de Gureak,
compuesto por personas con discapacidad, monitores y familiares. En
Errenteria e Irún, el grupo se incrementó hasta los cuarenta y cinco
participantes. «Uno de los objetivos es la participación dentro de la
comunidad de las personas con discapacidad y que la sociedad vea con
naturalidad a esas personas», comentó José Ángel Arrieta, monitor del
centro Goyeneche de Gureak.
El grupo llegó a la Gare du Midi de Biarritz a las once
y media de la mañana. Entre estiramiento y estiramiento, Iker Gómez se
refirió a esta acción de sensibilización como «un hecho placentero» al
ver cómo la gente contacta con la danza. «Para bailar es necesario un
cuerpo, es mi herramienta de trabajo», expuso el eibarrés. Después
prosiguió explicando cómo es un aula de danza y cómo se desarrollan las
clases de este arte escénico.
Tocar agua fría
Para ilustrar los diferentes tiempos o registros,
interpretó con la bailarina Pilar Abaurrea la misma frase coreográfica
en tres tempos y acentos diferentes. Y llegó el momento de hacer
partícipes de la danza al grupo de invitados. «Durante cinco minutos,
vais a ser mis bailarines», les dijo Gómez a Gustavo, Encarni y Emi,
encadenando en una pequeña coreografía tres movimientos: agacharse,
tocar agua fría y frotarse las manos, mientras caminaban de lado. «Ha
sido fabuloso», gritó un espontáneo, desde la hilera de sillas.
Con tono ameno y distendido, Iker Gómez pidió un poco de
«generosidad» para el solo que estaba componiendo para el festival y
que interpretó Abaurrea. «Una danza moderna, pero muy fina», comentaron
Yvonne Zielinsky y Prudencio Antolín, hermana y cuñado respectivamente
de Gustavo, a quien apuntaron a esta actividad pues «sabíamos que iba a
disfrutar».
Abierto el turno de preguntas, hasta siete cuestiones de
diferente calado tuvo que responder Iker Gómez. Muy graciosa resultó la
respuesta a cómo empleaba la música en sus creaciones. «La música es
como la ropa: si quiero vestir mi coreografía elegante, ópera o
clásica; si va con chándal, Madonna o similar», aseguró. También se
adentró en la situación de la danza en el País Vasco. «Hay un interés
manifiesto por la danza tradicional; también existe la contemporánea,
que hay que apoyar, sobre todo, las instituciones, a nivel de
docencia».
Al finalizar el encuentro, Itziar Elagorri y Encarni
Bastida se mostraron muy contentas, porque «todo nos ha parecido muy
divertido». Después del aperitivo, el grupo inició el retorno a su
lugar de origen. A las tres y cuarto de la tarde, llegaba el autobús a
San Sebastián, finalizando una jornada en la que la danza volvió a
demostrar que es un lenguaje universal que no entiende de diferencias.
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