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Danza a ritmo de jazz
Este hombre de ojos azules y mirada intensa, es uno más. O así se ve, o se quiere ver él. Raul Cassinerio, hombre versátil donde los haya y vinculado familiarmente con la música, ha conseguido, desde que a los 16 años debutará en Hair y a los 17 participara en Jesucristo Super Star, una carrera vertiginosa en mundo de los musicales clásicos de Broadway.
Cassinerio que ha estado recientemente en San Sebastián con motivo de un cursillo de danza jazz, en sus niveles de iniciación y medio-avanzado, y de un taller coreográfico de danza jazz impartido en las instalaciones de Arteleku, bajo la organización de la Asociación de Profesionales de la Danza de Gipuzkoa, ha podido constatar el interés de los donostiarras por la aplicación de coreografías de famosos coreógrafos de musicales clásicos al jazz, como Bob Fosse, Michael Bennet o Rob Marsahal, además de su propio trabajo.
Gran aceptación
«Los alumnos lo han recibido de manera barbara. Han podido conocer más a fondo el repertorio de estos grandes maestros de musicales y abandonar por unos días las clases convencionales de jazz. Lo que desgraciadamente no tienen son los medios para poder seguir evolucionando», apunta.
Raul Cassinerio es consciente de la suerte que ha tenido de poder haber trabajado con ese elenco de coreógrafos y ser conocedor de sus diferentes estilos.
Por eso el dedicarse a la docencia es su manera de agradecer lo que «he aprendido durante mi carrera profesional. Me permite transmitir y traspasar el conocimiento que yo tengo».
Una cuestión a la que muy poca gente se dedica. La falta de salida laboral y él catalogarlo como un hobby ha provocado que las personas que quieran llegar a lo más alto en el mundo musical no encuentran el apoyo que necesiten. Todavía existen recelos ante lo que se ha denominado arte menor. Y es que los musicales como reflejo de situaciones sociales y políticas son vistos con desconfianza. Cassinerio no pierde la esperanza de que algún día sea considerado un arte en mayúsculas.
«Creo que gracias a películas como Moulin Rouge, Chicago o Al otro lado de la cama están permitiendo que poco a poco la gente demande más este tipo de espectáculos». Pero la falta de nuevos creadores hace que constantemente se tengan que rehacer los musicales de la década de los años 60 y 70.
No es frecuente encontrarse a un hombre de esta categoría que confiese con naturalidad y sin pecar de humildad sus limitaciones interpretativas. Y lo hace para sí mismo porque ama la profesión y quiere superar esas barreras. ¿Pero cuáles son esos límites? «Cuando tengo que interpretar personajes técnicos los hago bien porque tengo una buena base, pero también llegan otros personajes con otro perfil, donde tienen una carga emocional muy fuerte, y ahí tienes que tener una gran concentración para que el público sienta a través del baile y la voz todo ese torrente de sentimientos. Si no pensara así no podría crecer».
Siempre disconforme
Raul Cassinerio se confiesa a sí mismo en voz alta, pero firme, ser una persona autoexigente en todas las facetas de su trabajo, sobre todo cuando se trata de sus propias creaciones.
«Nunca estoy conforme. Cuesta mucho ver el trabajo de uno mismo con cierta objetividad y distancia».
A sus 42 años sigue aprendiendo y perfeccionando su técnica. Y es que es una profesión que te permite estar al pie del cañón hasta pasado el medio siglo, por eso sigue soñando. Y qué sueña. Cassinerio no pierde la esperanza de que algún día pude interpretar a Sweeney Tood. Un personaje que exige una entrega total, tanto en la interpretación, en el canto como en el baile.
SUS DATOS
Origen: Nació en Tigre, a treinta kilómetros de Buenos Aires (Argentina), en 1956. Actualmente vive en Madrid trabajando como profesor de danza jazz en la escuela de Carmen Roche.
Comienzo: Debutó a los 16 años y ha trabajado en más de una treintena de musicales.
Perfil: Es bailarín, actor, coreógrafo de musicales. Además, es profesor de danza jazz y talleres coreográficos, sin olvidar sus trabajos como doblador de voces.
Musicales: Chicago, El beso de la mujer araña, Chorus line, El gato con botas
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