Más concretamente el 23 de julio de 1966, se verificó la devolución de la Ciudadela, hasta entonces en manos de los militares, a la ciudad de Pamplona. Y la cosa tenía su aquél, porque la mencionada Ciudadela se había construido en terrenos usurpados a la ciudad de Pamplona, a partir del siglo XVI, tras la conquista de Navarra y para que el ejército ocupante consolidara su posición y asegurara bien la pieza cobrada en 1512. Es decir, que Pamplona pagaba una millonada al ejército español, por algo que se le había arrebatado, “manu militari”, cuatro siglos antes.
La fotografía muestra la entrada a la Ciudadela, por su parte interior. Los dantzaris municipales posan a la izquierda, mientras que a la derecha forma una banda militar que, no por casualidad, luce cascos de estética nazi. Al fondo se distingue al alcalde Arrieta, con varios militares y gerifaltes franquistas. Una foto irrepetible... afortunadamente.
Hoy en día
El lugar donde hace 58 años el fotógrafo pamplonés Eusebio Mina obtuvo aquella histórica imagen permanece casi inalterado. Casi. Vemos que el pórtico, con arco central rebajado y laterales de medio punto, permanece igual, tan solo se le ha eliminado el revoque blanco, para dejar la piedra a la vista. La parte más transformada es la derecha, donde se ha construido un porche adintelado sobre gruesos pilares. Y, eso sí, se han añadido dos cañones de attrezzo junto a la entrada.
Retomando la historia del lugar, diremos que la construcción de la Ciudadela de Pamplona supuso un esfuerzo enorme para la ciudad y sus gentes, y los archivos guardan numerosos testimonios de cómo se obligó a la gente a aportar su trabajo, así como carros y mulas, para levantarla bajo amenaza de castigos. Como premio, el Ayuntamiento hubo de recomprarla, y aún dedicar la avenida aneja al Ejército. Como dijo Cicerón, Historia, vitae magistra...