Tras doce meses de espera, vuelven a acercarse esas fechas navideñas en las que las y los donostiarras desempolvan sus faldas, azpikogonas, camisas, pantalones de mahón, chalecos y chaquetas y se visten como lo hacían sus antepasados, en señal de reconocimiento a su legado cultural. Con Santo Tomás a la vuelta de la esquina, día por antonomasia para este tipo de vestimenta, a la hora de renovar atuendo, no siempre es fácil elegir uno que se ajuste a los gustos personales y a la corrección histórica. Para ayudar a encontrar una solución a esas dudas, la tienda Muchas Telas de Donostia ofrece unos talleres de costura para que cada quien se confeccione su propio traje.

Los talleres forman parte del proyecto Costuras sin Ataduras, en el que la gente que acude a este comercio ubicado en la calle Hondarribia “confecciona lo que quiere y aprende”, cuenta a este periódico la dueña, Pili Jiménez. Se puede aprender a coser lo que se desee y “no está marcado por una continuidad de tener que venir”. Sin embargo, según se va acercando diciembre, “muchas vienen a hacerse su falda, a que les orientemos cómo la tienen que hacer”. Para ello, acuden dos horas al día, las veces que lo necesiten y la profesora allí presente les asesora durante todo el proceso.

Este año, en el que han tenido media docena de alumnas, es el tercero en que llevan a cabo una iniciativa similar. El pasado 2021 hicieron un curso con la experta en patrimonio de vestimenta Ane Albisu, que conoce a fondo este tipo de trajes, y otro dirigido al público infantil, en el que participaron niños y niñas de entre siete y once años. Previamente, en 2020, impartieron un primer taller “por nuestra cuenta”, rememora Jiménez.

Además de la parte didáctica, queda el grueso de su negocio, que es la venta de telas. Y es que hasta su establecimiento acude mucha gente a adquirir textil para hacerse su propio traje. “Nosotras no confeccionamos”, insiste varias veces la dueña a lo largo de la entrevista; los atuendos que lucen en el escaparate pretender servir como orientación, nada más. Es a partir de octubre cuando en Muchas Telas empiezan a notar que la gente ya se encuentra en pleno proceso de compra para hacerse este tipo de vestimenta; aunque hay quien en agosto también se pone a ello, fruto de unas próximas Euskal Jaiak.

Si bien en el público infantil se cambia de traje después de unos años, fruto del propio proceso de crecimiento físico, en el caso de las personas adultas, Jiménez reconoce que habitualmente se invierte en un solo atuendo “para toda la vida”; “como mucho, pueden cambiar un pañuelo o poco más”. Aunque también hay “gente caprichosa” que tiene diferentes tipos, que ajustan según la ocasión en la que se visten. Por ejemplo, quien “sabe que va salir el día de Santo Tomás y no le apetece ir con la falda tan larga, tiene unas un poco más cortas”, explica. 

Tendencias

Actualmente, Jiménez identifica varias tendencias de compra entre su clientela. En el caso de “chavalas jóvenes”, el color más solicitado es el morado, porque están en una etapa “que les fascina”, según la dueña de Muchas Telas. Por ello, “nosotras siempre tenemos una raya, una flor o algo para complacer a ese tipo de público”. Entre las más adultas, en cambio, atrás quedó el momento de pedir “colores alegres”; Jiménez considera que “ya ha vuelto la conciencia de que tenemos que hacer lo que llevaban”. Si se le pregunta por su gusto personal, ella apuesta por un color relativamente neutro, como el negro, el azul o el gris, de tono principal y jugar con algo más “potente”, como el rojo, en elementos como el “bajo fondo de la falda”. Y su recomendación estrella: “le daría más importancia al delantal que a la falda”.

En el caso del público masculino, Jiménez apunta que, así como los niños pueden llevar trajes en colores claros y estampados más llamativos, los hombres adultos siguen sin tirarse a la piscina. “Si viene para hacerse un traje más actual, se lo hará en tonos grises, negros o azules marino; no salen de ahí”; pesa todavía la carga sociocultural.

Más allá del material, Jiménez también trata de asesorar a su clientela sobre los elementos que considera que estos trajes deberían incluir para ir más acorde con su historia. En el caso de los femeninos, la falda, la azpikogona, la camisa y “el más peleado y con el que más reñimos”: el pañuelo en la cabeza. Y en el caso masculino, “el gerriko y la txapela serían las dos piezas elementales”. En cuanto al calzado, además de las abarcas o las alpargatas, se anima con zapatos más elegantes, que pueden reflejar ocasiones más formales, como cuando los y las baserritarras “bajaban al pueblo” y “a misa”.