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Cuando dantzaris, anguleros y marionetas tomaron París

'Saski Naski' fue una aventura magnífica, surgida en 1928 para rescatar y mostrar el folklore vasco al mundo

Egilea
B.T.
Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
San Sebastián
Mota
Albistea
Data
2011/01/22
Lotura
Diario Vasco

Sobre el del Victoria Eugenia, sobre el del Teatro del Príncipe, sobre el de Bayona. Sobre los de Madrid. Sobre los de París. Decenas de actores, bailarines, cantantes y músicos vascos interpretaban desde el preludio del molino de 'Mirentxu' de Guridi a la Kaxarranka de Lekeitio. Desde escenas de la vida tradicional de este país -unos tragos en la sidrería, una noche con los anguleros- a brillantes momentos de teatro de marionetas. De hecho, el hermoso y hoy codiciado cartel anunciador muestra a Miren, hermosa criatura casi féerica. Su cesto está lleno de pequeñas figuras de tela, madera e hilo a las que ella concederá el don de la palabra y el movimiento.

Los programas de mano de aquella aventura que recorrió el mundo proclaman no solo que reyes y reinas de toda Europa asistieron a las representaciones, sino que guardan los nombres de sus grandes creadores. El ilustrador Juan Zabalo, el legendario 'Txiki', (no menos buena fue su hermana, Ignacia, dibujante) iluminaba los folletos con las caricaturas de quienes tomaban parte en el espectáculo e imaginaba muchos decorados. Otros eran obra de Mendizabal. Louise Irigoyen interpretaba a Miren. Tomás Garbizu orquestaba los coros que jugaban a ser el pueblo que andaba en la sidrería o pescaba en el Cantábrico. Olaizola dirigía la pieza que él mismo había compuesto, 'Oleskari-zarra'. Muchos actores de la Academia Vasca surgían entre bambalinas. Egilegor, por ejemplo, era el miquelete entre kupelas.
Desde Rusia y Nueva York
1929. El público que llena las dos mil localidades del Théâtre des Champs-Elysées se ha maravillado ya cuando los dantzaris de Berriz han bailado el saludo, el 'agurra', y en el descanso han definido a los bailarines vizcainos como auténticos 'gladiadores'. La apoteosis llegará con la ezpata dantza final. Arrebatado, André Levinson escribirá en la revista 'Candido': «Contemplamos una España sin árabes. Un país, el vasco, marcial y devoto. Para ellos, sus danzas son algo sagrado y en su espectáculo, el pasado de Vasconia brilla con la elegancia y la pasión del rito». No menos entusiasmada, la publicación parisina 'Le menestrel' publica una magnífica ilustración a plumilla donde se ve al público contemplar ensimismado la danza suletina.
El camino a París había comenzado en Donostia con la llegada del espectáculo ruso 'Korobok' que representaba, bailaba y cantaba escenas de la vida popular rusa. Un grupo de donostiarras (actores, músicos, dantzaris, fuerzas vivas y activas) decidieron hacer lo mismo con nuestras tradiciones. El éxito fue de tal magnitud que muchos viajes culturales organizados en Nueva York para conocer España entraban por Portbou, bajaban a Granada, subían a Madrid, pasaban por Bilbao y terminaban en San Sebastián donde los viajeros escuchaban al Orfeón y aplaudían a 'Saski Naski'.
Cuando dantzaris, anguleros y marionetas tomaron París

El soberbio cartel del espectáculo, creación de Antequera Azpiri.

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