Crudeza y pasión

La primera pieza llegaba desde Argentina para proponernos una reflexión sobre la indentidad del individuo a través del hecho de tener un nombre. Fue un trabajo enmarcado en un formato de danza-teatro en el que la danza va asumiendo progresivamente un mayor protagonismo convirtiendose finalmente en el lenguaje principal. Llena de referencias la historia reciente de su país e integrando diferentes elementos de la cultura del tango, este trabajo no llegó del todo a cuajar debido a una falta de solidez en el mensaje y de coherencia en el desarrollo de la obra que se presentó muy fragmentado. Fue en conjunto, una pieza irregular y de mediano interés que contó con una buena interpretación envuelta en la maravillosa música de Piazzolla. En ella los intérpretes ejecutaron un movimiento limpio y bien definido.

Shoku, de la compañía japonesa Batik, fue el título de la segunda propuesta de danza de la Feria. Un obra poderosa e intensa que se balanceó entre momentos de gran dinamismo y fisicalidad y escenas de acción detenida. Una danza enérgica y brutal con gran protagonismo de movimientos desestructurados, dieron paso a originales cuadros visuales que consiguieron una rara belleza, en una obra que disfrutó de un magnífico trabajo de iluminación, así como de una gran puesta en escena.

Las siete bailarinas que habitaron el espacio escénico exhibieron una elevada calidad tanto en el campo expresivo como en el dominio técnico del movimiento.

Dos de los momentos más destacados de la obra fueron sin duda el magnífico e impactante comienzo y el delicado y bellísimo final. Entre tanto la obra discurrió por escenas de menor intensidad aunque logrando grandes aciertos coreográficos.

Mañana pasa de nuevo a las 19 horas en Victoria Eugenia.