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Cristina Casa: "La danza es una droga muy difícil de abandonar"
Cristina Casa es la Bailarina Principal de la Compañía Nacional de Danza.
“Cuando empecé, no intuía que tendría que pasar tanto tiempo fuera, pero cuando lo supe, no me importó. Quería absorberlo todo, y luchar para hacerme una carrera”, reconoce. ¿Lo más difícil? Abandonar a la familia durante años. Eso y la férrea disciplina: “Sabes que tienes que tener la herramienta, el cuerpo, siempre afinado. Yo llevo una dieta sana, evidentemente. Me acuesto muy pronto, y me levanto también muy pronto. A las 10 de la noche, mi cuerpo me dice adiós. Y caigo K.O. Pero lo hago con gusto, esto es una pasión”. Para ella, el mundo de la danza “es como una droga, muy difícil de abandonar”.
Cristina todavía está en los comienzos de su carrera y tiene unas condiciones que le permiten saltar del ballet clásico a piezas contemporáneas con una pasmosa facilidad. “Me gusta experimentar, crecer, ponerme retos”, sostiene.
Además, cree que no podrá desligarse nunca del mundo del baile: “Continuaré en enseñanza, creación, dirección… lo que pueda, porque es importante transmitir todo lo que has aprendido”, dice. Sobre los sacrificios que enfrenta una mujer joven para mantener una carrera como la suya, reconoce que pasó por años duros porque no tenía tiempo para la vida personal.
“Tuve la gran suerte de conocer, hace ya ocho años, a mi marido, el bailarín Ion Aguirretxe. Nos conocimos bailando y luego hicimos una audición en el Royal Ballet de Flandes. Afortunadamente, nos escogieron a los dos, por lo que pudimos pasar juntos cinco temporadas. Ahora bailamos también juntos en la CDN. La endogamia entre bailarines no es estrictamente necesaria, pero te hace todo más fácil”.
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