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Con todos los sentidos
Crítica, Ensemble Diatessaron y Erregelak
Si algo se puede afirmar del espectáculo que ofrecieron ayer las agrupaciones Ensemble Diatessaron y Erregelak en el Centro Cultural Villa de Errenteria es que fue un gran éxito. Los dos conjuntos, uno de instrumentos antiguos y el otro formado por tres dantzaris, se unieron en una inteligente, original y deliciosa propuesta que ahondó en los orígenes de nuestra música con mucho más que gusto. Para ello, se utilizaron varios elementos. La sabia combinación de instrumentos, todos ellos antiguos, con una base de violín barroco, viola da gamba, y clave, a los que se unía en ocasiones la tiorba, en otras la guitarra barroca, la flauta o el txistu y la percusión, fue un acierto pero no el único. La danza también hizo que el encuentro fuera un regalo para los sentidos.
Con un escenario oscuro, una iluminación tenue y el conjunto instrumental Ensemble Diatessaron dispuesto en una esquina del escenario, comenzó un concierto de casi hora y media de duración en el que con una cuidada pero sencilla puesta en escena y una adecuada iluminación, la música y la danza nos transportaron a tiempos pasados. El programa se dividió en tres dançados y dos interludios musicales. El primero, Le Basque, con coreografías cortesanas barrocas, presentó, en su mayoría, bailes de pareja. Los dantzaris, ataviados con trajes nobles muy hermosos, ofrecieron danzas seductoras acompañados de música de Lully, Le Clerc o Campra. Las coreografías fueron todas del siglo XVIII en un interesante trabajo de investigación que además resultó muy atractivo en escena.
La primera parte estrictamente instrumental llegó con la interpretación de la Suite en mi bemol mayor de Marin Marais. Tras ella los dantzaris de Erregelak volvieron a presentarse en escena con una parte titulada Quirón & Axatiña, o Ballet para una zíngara y su centauro, con coreografías en su mayoría del barilarín Peio Otano. El famoso suletino contó con el acompañamiento de melodías populares tradicionales, que, eso sí, adquirieron un nuevo matiz con la nueva instrumentación. El violín, la viola da gamba, el clavecín y la tiorba dotaron de colores muy atractivos a estas conocidas piezas. El baile, por su parte, con un vestuario muy vistoso, resultó tan hermoso como la música, compuesta de piezas del folclore y de los cuadernos de Humboldt e Iztueta y Albéniz, autores de principios del XIX.
Tras otro interludio instrumental, en el que Ensemble Diatessaron ofreció la Recercata, Fuga y Sonata en do menor de Sebastián de Albero, los instrumentistas y Erregelak interpretaron unos Divertimentos Galantes, de nuevo con una indumentaria diferente. Aquí las danzas se bailaron más en trío, comenzando con un Contrapás y un Minueto de von Humboldt y siguiendo con un precisoo Fandango de Josefa Marco. Las improvisaciones sobre éste dieron paso a otras melodías tradicionales como las Bizkaiko de Auritz, dos Zortzikos cautivadores del Conde de Peñaflorida y Mazarredo y para terminar, las Folias de Vivaldi, dotadas de atrayentes timbres y unas no menos cautivadoras danzas. El espectáculo, realizado con todo el sentido del mundo -resultó fácil entender los orígenes de la música más popular- fue también un regalo para los sentidos por su belleza.
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