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Con dantzas a la Virgen
La fiesta de la Virgen de Arrate congregó ayer en las campas a varios cientos de eibarreses en una mañana soleada pero no festiva
No
importaba el medio -a pie, en autobús o en coche-, lo importante era
estar en Arrate un año más. Una vez arriba, los recién llegados se
repartieron entre la zona de las txosnas, los puestos de repostería y
el propio santuario en el que se oficiaba la misa mayor y del que
partió la esperada procesión a las 12.20 horas. La Virgen de Arrate
recorrió los alrededores del santuario en su tradicional paso, vestida
con su manto y corona y escoltada por los cuarenta dantzaris de Kezka,
la banda de txistularis Usartza, miembros de la Cofradía de la Virgen
de Arrate, representantes de la Corporación municipal, religiosos y
media docena de niños del barrio.
El ritmo marcado por Usartza hacía agitar las espadas
guerreras de los dantzaris eibarreses entre los ancestrales árboles de
Arrate y las tiendas de campaña en las que descansaban los más
noctámbulos, hasta llegar a la cruz de Arrate. Pese a que el recorrido
de la procesión no ha cambiado en los últimos siglos, sí que lo ha
hecho la dantza que ha pasado de ser un acompañante más de la Virgen a,
con todo respeto, robarle más de una mirada y ser uno de los grandes
atractivos de la fiesta en los últimos cuatro años.
En 2005 el grupo de dantza Kezka 'formalizó' un
repertorio de dantzas para ejecutar durante las fiestas de la Virgen de
Arrate. Tras la procesión, los integrantes de Kezka interpretaron un
año más en medio de la campa el 'Arrateko Amaren Dantzak' compuesto por
la Espatadantza y la 'Trokeo Dantza', incluyendo esta última 'makil
txiki', 'makil haundi' y 'brokel makil'. Un repertorio que «encaja de
manera natural» en la romería y que corresponde a bailes que se
desarrollan en pueblos de alrededor como las espatadantzas de Markina o
Deba, o la 'Trokeo dantza', que busca similitudes con las danzas de
Corpus de Oñate o las del Duranguesado.
Andra Mari
La particularidad de los bailes viene de la mano de los
invitados de Kezka, dantzaris con una larga trayectoria en el ámbito de
la dantza tradicional y que actúan como solistas en las piezas. En esta
ocasión fueron cuatro dantzaris venidos de Galdakano, componentes del
grupo Andra Mari de Bilbao. Se trataba de la segunda vez que asistían a
Arrate puesto que en 1968, año en el que hubo un intento frustrado de
impulsar la dantza en la romería eibarresa, también fueron invitados de
la mano del txistulari Jon Oñatibia, conocido folklorista de la época.
Hoy, cuarenta años después, Kepa Artetxe, alma mater del grupo Andra
Mari y que bailó en aquella ocasión, pudo comprobar 'in situ' el giro
que ha tomado la dantza en esta festividad. Emocionado laureó la labor
de Kezka y calificó de «gran interés folklórico» el ciclo de dantzas
ofertado.
Andra Mari de Bilbao, «grupo insignia del panorama
vasco», según precisó Oier Araolaza, miembro de Kezka, bailó el
'Arrateko Amaren Espatadantzak' dentro de la iglesia, acompañaron a la
Virgen con sus dagas mirando al cielo y tras la procesión ejecutaron de
nuevo la Espatadantza frente a la Virgen, además de ser solistas en la
campa. «Cada vez estamos más cómodos con las dantzas, las hemos
interiorizado y vemos que la gente empieza a conocerlas y sabe por
donde vamos a ir y nos hace sitio», aseguró Oier Araolaza. Un
espectáculo que emocionó a eibarreses como María Zubía, que agradeció
el empujón dado por Kezka a las fiestas de Arrate.
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