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Celebración en familia
Crítica, Día Internacional de la Danza
Abriendo el programa Kresala Euskal Dantza Taldea presentó un sencillo paso a dos con el que recrearon el espíritu del Minué del siglo XVII realizando un trabajo pulcro en la ejecución y franco en su sencilla e ingenua expresión. A continuación una simpática propuesta, que parecía mezclar la cultura vasca y la hindú, discurrió con frescura, gracia y un abierto componente expresivo. Seguidamente Acroindar acometió su singular enfoque a caballo entre la danza y la gimnasia acrobática. Sus insólitas figuras apoyadas en la preparación atlética y danzada no consiguieron la solidez y espectacularidad de anteriores representaciones. La intervención del Ballet Biarritz Junior supuso una explosión de movimiento y energía impecablemente ejecutado por sus diez miembros que demostraron estar realizando un trabajo de soberbia calidad. El vivo y alocado lenguaje coreográfico de la Obertura Cubana brindó a estos jóvenes intérpretes interesantes pasajes en los que manifestaron gran fuerza expresiva y notables cualidades. La segunda parte de la Gala nos deparó interesantes trabajos de artistas emergentes en contemporáneo. Leire Amonarriz con sus Pilotos Suicidas desarrolló una sugerente pieza en la que un lenguaje lírico y poético daba paso a un juego teatral logrado. Iker Arrue convenció con su solo Kashmal. Bitarteko Tartea de Izaskun Lapazadenotó carencias en la composición a pesar de la voluntariosa entrega de sus intérpretes. El broche final para esta XI Gala corrió a cargo del imponente donostiarra Jorge Nozal que con la obra Soneto desplegó sus espectaculares dotes físicas y expresivas. Este formidable bailarín, actual miembro del Nederlands Dans Teather, fue el protagonista de la velada habiendo sido premiado en la categoría Bailarín Revelación por la Asociación de Profesionales de Danza de Gipuzkoa.
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