Si bien las celebraciones comenzaron desde la mañana, fue de noche cuando el carnaval rural de Altsasu alcanzó su esplendor, una catarsis colectiva en la que los y las altsasuarras, a cientos, miraron por unas horas a un pasado rural. Si bien Momotxorro es el protagonista, en la maskarada de Altsasu hay otros muchos personajes, algunos con nombre propio como Maskarita, Juantramposo, Sorgiña, Akerra o Matxingaizto junto a otros inclasificables en un derroche de imaginación. Y es que esta celebración recuperada en 1982 volvió a mostrar su arraigo popular, superándose cada año. Es más, se ha convertido en seña de identidad de Altsasu. De que siga muy viva se encarga la Comisión del Carnaval, impulsores y embajadores de esta fiesta declarada de interés turístico en 2012.
Lo cierto es que no se la quisieron perder miles de personas, Con una tarde casi primaveral, en algunos momentos no se podía dar un paso, dada la afluencia de público a lo largo del recorrido. Pero en esta marea humana, Momotxorro volvió a imponer su ley, la estrella de un espectáculo sin guión siempre igual pero diferente que no querían dejar escapar los numerosos fotógrafos y fotógrafas que le rodeaban. Lo cierto es que es un personaje con una gran carga visual, un ser salvaje que reúne la principal simbología del carnaval, llena de rituales relacionados con la naturaleza. Cubre su cabeza con un cesto del que asoman grandes cuernos y un ipuruko o cabezal, del que cuelgan crines que ocultan su rostro. Por la parte de atrás lleva un narru o piel de oveja, sujeto a la cintura por un cinturón del que penden dos cencerros y por delante una sábana manchada de sangre, al igual que sus brazos y cara, grandes manchas rojas que le aportan aún más fuerza.
Su fiero aspecto va acompañado de un agresivo comportamiento, sobre todo cuando blande su sarda o tridente a los pies de sus víctimas, que deberán saltar para poder evitarlas. Estos golpes serían símbolo de fertilidad, matar lo viejo para dar una nueva vida, mientras que los sonidos de los cencerros ahuyentan los malos espíritus y las crines tienen un sentido purificador. La sangre mostraría su decidida defensa de la comunidad. Pero Momotxorro se vuelve más amable cuando baila la Momotxorroen dantza.
KALEJIRA
Una manada de momotxorros encabezó la anárquica comitiva que recorrió las principales calles de la villa. La salida fue en estampida desde Zelandi, donde antes se celebró el ritual de la sangre. A otro ritmo iba una multitud de sorgiñas en torno a Akerra, un impresionante macho cabrío con grandes dunbas que intentaba controlarlo todo desde su carro. Para marcar territorio, bajaba de vez en cuando ante el delirio de las brujas, que le hacían pasillo con sus escobas. Tampoco faltaron maskaritas, pocas, que se cubrían con una sobrecama adamascada, fruncida encima de la cabeza y acordonada en el cuello y la cintura, ocultando su rostro con una puntilla; una especie de burka que casi nadie quiere llevar.
Mientras, por los suelos rodaban los mullidos juantranposos, arrastrando a más de uno y una en su caída junto a variopintos personajes que portaban narrus, calaveras de anímales, plantas, cintas de colores o sacos entre otros elementos en unos disfraces más o menos elaborados. Asimismo, en este mundo al revés que representa el carnaval se ha convertido en costumbre que los quintas y quintas vistan la ropa que lucieron la pasada semana en la celebración de Santa Águeda pero con cambio de sexo. En la comitiva tampoco faltó la ereintza, con los bueyes que prepararon la tierra para la siembra.
Otro de los momentos más fotografiados fue un akelarre en la plaza Zumakarregi, que se quedó pequeña, con las sorginak de Dantzarima, que invitaron a sentir el fuego de la primavera. Asimismo, fueron las encargadas de despertar a los diferentes personajes en la plaza de Los Fueros mediante bailes, conjuros y música hasta que el repique de las campanas de la iglesia recordaron que era el momento de quitarse la máscara. Así, se daba por finalizado el periodo de penumbra, el invierno. Y es que la naturaleza dormida, ya purificada, inicia un nuevo ciclo. Aunque hoy comienza la Cuaresma, en Altsasu no dan por acabadas las celebraciones en honor de Don Carnal, que volverán el sábado con el carnaval piñata, la cara urbana de esta fiesta.
CARNAVAL TXIKI
Por la tarde hubo un carnaval txiki, una maskarada en pequeño formato pero con todos los elementos que también estuvo muy animada, muestra de que hay cantera en la villa. Después de una chocolatada en la plaza Zumalakarregi, la comitiva salió a las cinco de la tarde, con una animada kalejira que finalizó en la plaza de Los Fueros, con el baile de los momotxorros y Momonsuzko, un momotxorro de fuego, antes de tomar el camino a Zelandi.