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Carmen sin carisma

Crítica, Metros

Egilea
Ana Remiro
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Kritika
Data
2004/02/26

En una escenografía poco útil y que oprimía el espacio de los bailarines se desarrolló este Carmen de Oller de una manera lacia y poco convincente. El espectador se encontró con un montaje falto de energía y con una Carmen sin matices y sin carisma. La coreografía no resultó significativa para contar la historia con excepción de algún breve momento. Los movimientos se desarrollaron en un registro ajeno al pasional dramatismo que esta obra implica, produciendo una sensación de amaneramiento formal y escaso sentimiento.



La poderosa fuerza de la música de Bizet ponía más en evidencia esta ecritura coreográfica que no consiguió tomar la suficiente relevancia frente al resto de los elementos.



Los personajes no llegaron con nitidez al patio de butacas y, en su planteamiento, se apoyaban demasiado en reacciones estereotipadas que restaron credibilidad y fuerza a la pieza. Las situaciones que se crean entre los mozos, las trabajadoras y la propia Carmen son una sucesión de desafíos y enfrentamientos gratuítos y maniqueos, faltos de profundidad y coherencia. La bailaora que acompaña a los bailarines contemporáneos en escena aporta muy poco, careciendo, en su propio trabajo, de firmeza y concreción.



El único personaje que muestra verdadera fuerza expresiva e interpretativa es Millo, el torero. Ruben Olmos da vida a este personaje con grandeza, rigor y convencimiento, haciéndonos por fin entrar en la historia y hablándonos con autoridad de los sentimientos y emociones que el argumento maneja. A su lado, Sandrine Rouet (Carmen) también se crece en el único momento de la obra en que nos habla de una verdadera Carmen.



El resto de los bailarines carecieron de garra, de pasión y de sentido dramático mostrando un movimiento estético y demasiado lírico. El vestuario tampoco ayudó poniendo trabas a la continuidad del movimiento y cortando la proyección de éste. Solo el último vestido que lució la protagonista comulgaba con el movimiento planteado y la proyectaba positivamente. El trabajo de iluminación, por el contrario, fue acertado y sugerente.

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