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Campanas, ´castanyoles´ y ´txistu´ para celebrar el día de Sant Josep

La actuación de los vascos Elai Alai, de la Colla de Sant Josep y el tañido a mano de las campanas por Josep Marí Tur ponen banda sonora al día grande del pueblo

Los vecinos de Sant Josep miraban con temor al cielo encapotado de ayer pero la amenaza de lluvia finalmente no cuajó y el día grande de Sant Josep cumplió, al menos por la mañana, con todos los clásicos de las fiestas: misa, procesión, baile y ´orelletes´. El viento sí obligó a retrasar los fuegos artificiales.
Egilea
Laura Ferrer Arambarri
Komunikabidea
Diario de Ibiza
Mota
Albistea
Data
2015/03/20
Lotura
Diario de Ibiza

 laura ferrer arambarri | sant josep Las integrantes de la Asociación de Mujeres de Cala de Bou a punto estuvieron ayer de dejar en casa las tortillas, los pasteles, las cocas y las empanadillas que habían preparado para recaudar fondos durante el día grande del pueblo. El cielo encapotado y el fuerte viento hacían prever lo peor pero, finalmente, las nubes aguantaron y vecinos y turistas (varios grupos del Imserso) pudieron disfrutar de la fiesta sin abrir el paraguas o refugiarse en el porxo de la iglesia. «Pues mira, al final lo hemos vendido prácticamente todo. Somos las number one», decía entre risas Carmen Rangel, vocal de la asociación que cumple una importante misión en su barrio con más 80 mujeres inscritas, la mayoría trabajadoras de la hostelería a las que les gusta aprovechar el invierno para hacer «cosas creativas» como labores y manualidades, que muchas veces venden con fines benéficos.

Mientras muchos vecinos y visitantes se lamían los bigotes con los pasteles, en la iglesia no cabía un alfiler, hasta el punto de que, si se intentaba acceder al templo, las puertas no cedían porque se encontraban con la gente, apiñada en la entrada.

La ausencia del obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, hacía prever una misa más breve de lo habitual, que ronda la hora y media en sus oficios, pero su sustituto en la misión de conducir la eucaristía, el joven Vicente Tur, le echó tal energía y vitalidad a la homilía que a punto estuvo de igualar su récord. Se quedó la cosa en hora y cuarto.

Los sonidos de la campana, tañida a mano por el experto Josep Marí Tur, dirigieron la salida del templo de toda la imaginería, un desfile que cerraba Sant Josep, engalanado para la ocasión, seguido también por una buena colla de autoridades y candidatos, también engalanados para la ocasión.

Con un ojo puesto en los cielos grises, que no llegaron a descargar, llegó el turno para el baile de la Colla de Sant Josep, seguida por la actuación del grupo invitado, Elai Alai. El desfile de la colla ibicenca primero y de la vasca después daba para todo tipo de análisis sociológicos: En la ibicenca, los hombres encabezando la comitiva y las mujeres atrás; en la del norte, hombres y mujeres juntos, por parejas, y bien agarrados. También llamaba la atención el contraste entre las indumentarias de ellas, con las llamativas emprendades del traje ibicenco y la ausencia de ornamentos de las vascas, sin más adorno que unos pendientes sencillos. Aunque, como muchos expertos han señalado hay más de una similitud entre el folclore ibicenco y el vasco, como el txistu, flauta de tres agujeros que se ha comparado con la flauta ibicenca.

Para otro estudio sociológico da también la reacción depredadora que provoca la aparición de las bandejas de orelletes y flaons, cortesía de los obreros de la parroquia. Ni timidez ni remilgos: hay que lanzar la mano rápida, bien abierta y decidida sobre las cabezas de los vecinos si no se quiere volver de vacío, como esos ganchos de las máquinas de peluchitos de las ferias. Y es que las orelletes de las fiestas son como los caramelos de los Reyes, vale que son baratos y te los puedes comprar tú mismo, pero está claro que no saben igual.

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