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Break en estado puro
La cuarta edición del concurso escénico europeo de esta modalidad de baile reunió a alrededor de 2.000 personas en el pabellón multiusos de Durango
«Queremos dignificar esta danza contemporánea, trasladándola de la calle a un espacio donde los bailarines dispongan de medios suficientes para explorar las posibilidades escénicas que ofrece el breakdance», explica Imanol Garaizabal, de la empresa Logela Multimedia, organizadora del evento junto al Arriola Kultur Aretoa de Elorrio.
Y así fue. Sobre el escenario del pabellón multiusos de Landako, y rodeados de una completa escenografía con luces y pantalla de vídeo y sonido, los siete grupos deslumbraron. Pero no sólo con las habituales piruetas mezcla de acrobacia circense y gimnasia deportiva de sus bailarines o 'b-boys', sino también por la originalidad y sincronización que derrocharon en sus espectáculos.
Al final, y aunque en estos casos suele ser lo de menos, el jurado dio la razón a quienes ven en Francia la cuna del breakdance coreográfico y situó a los grupos parisinos Vagabond y Plase-T al frente de la clasificación, seguidos por los alemanes de Sttugart. Entre la representación nacional, los maños de Next Level -el único grupo, por cierto, con chicas en sus filas- y los catalanes de Addstars escenificaron a la perfección la tendencia del movimiento hip-hop en España: una cultura en auge pero que está aún en pañales frente a otros países europeos, a pesar del tirón que empieza a tener en las grandes urbes.
Espontaneidad
La evolución también puede apreciarse en el incremento de espectadores que ha experimentado el certamen. De los 400 que acudieron al aula de cultura de Elorrio en su primera edición se pasó a alrededor un millar el año pasado en el Palacio Euskalduna, un espacio que los organizadores han abandonado en busca «de más flexibilidad», apunta Garaizabal. «El breakdance es muy espontáneo, enseguida se forman corros alrededor de un bailarín, y el Euskalduna nos limitaba más».
Y bien que disfrutaron de esa libertad las 2.000 personas que vieron el certamen en directo y que en un porcentaje alto se ajustaban a la estética 'hiphopera' de pantalones tres tallas más grandes, viseras, capuchas o pañuelos cubriendo la cabeza y zapatillas sin atar. Tratando de contenerse durante las presentaciones oficiales y las exhibiciones de rap, graffiti, DJ's y montajes multimedia -las modalidades artísticas que junto al breakdance sustentan la cultura hip-hop- la espontaneidad surgió poco después. Sobre todo con los retos. 'B-boys' y 'b-girls' empezaron a volar por el suelo con piruetas cada vez más increíbles, y allí sí que el break volvió a sus orígenes: un trozo de asfalto y mucha habilidad. Break, en estado puro.
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