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Bilbao vibra al ritmo de la Ezpatadantza

3.500 dantzaris de ochenta grupos vizcainos copan la Gran Vía

En el Bizkaiko Dantzari Eguna destacan los valores y la trascendencia del folclore
Egilea
Sandra Atutxa
Komunikabidea
Deia
Tokia
Bilbao
Mota
Albistea
Data
2018/05/21
Lotura
Deia

Casi toda una vida bailando. Pasión. Txema Morales, dantzari de 72 años de Sondika, no faltó ayer en Bilbao a su cita con lo que más le gusta: el baile. “Sin bailar no sabría cómo vivir”, se sinceró antes de que una gran marea de dantzaris iniciasen desde El Arenal bilbaino el desfile hacia la Gran Vía. Los 3.500 dantzaris pertenecientes a casi un centenar de grupos de danza del territorio vizcaino coparon la arteria principal de la villa con motivo del Bizkaiko Dantzari Eguna. Consiguieron dar forma a una imagen inusual que regaló momentos que emocionaron a un público entregado y que agradeció con efusivos aplausos el esfuerzo de los participantes. “Me parece el evento más bonito de cuantos se han celebrado en Bilbao”, lanzó una de las madres, que se encontraba expectante para ver bailar a su hija Maialen.

El multitudinario evento sirvió para demostrar que la danza en Bizkaia está más viva que nunca. “Es parte de nuestro folclore y debemos trabajar entre todos para cuidarlo y conservarlo”, explicó a DEIA Unai, dantzari y profesor del grupo de dantza Gure Ohiturak de Leioa. Alessandra y Beatriz acompañaron a sus hijas, que forman parte del grupo Urreztieta de Sopuerta. Bajo la batuta de Bego, las dantzaris posaron bajo un árbol de El Arenal antes de comenzar el recorrido hacia la arteria principal de la villa. “Es una fiesta. Nuestras hijas disfrutan y nosotras también porque las vemos felices. Es una tradición que es necesario conservar y mantener”, apuntaron las dos madres.

Pasadas las 11.30 horas, cada uno de los grupos ocupaba el espacio que se le había asignado en la Gran Vía. Emoción, expectación... El público aguardaba desde hacía tiempo a que el sonido del txistu marcase los primeros pasos. Los encargados de romper el hielo fueron los chicos. Desde la plaza Circular hasta Moyúa, las txapelas rojas comenzaron a moverse y el sonido de los cascabeles inundó de mágico sonido el largo y ancho de la Gran Vía. “No nos abarca la vista hasta donde llegan los dantzaris. Todos al mismo ritmo. Esta imagen nunca se había producido”, reconocían desde la organización.

Luz propia Un centenar de gigantes ikurriñas hondeando sobre las cabezas de los dantzaris tras el agintariena dio inicio a cerca de dos horas de espectáculo multicolor en la que los dantzaris brillaron con luz propia. Agurra, makil txiki, zinta dantza, arku dantza, Eltziegoko dantzak... miles de pasos, giros;todos al unísono, dantzaris de todas las edades consiguieron que Bilbao vibrase, se rindiese a los encantos que ofrece la cultura vasca, en general y la danza, en particular. El alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, tampoco faltó a su cita con la tradición. Acompañado de la concejala de Cultura, Nekane Alonso y de la edil de Mujer y Fiestas, Itziar Urtasun, siguieron el evento con atención desde la zona de gradas que se instalaron frente al edificio de la Diputación. “Cuando hablamos de eventos en Bilbao parece que solo nos referimos a cosas que llegan de muy lejos y no es así. Hoy (por ayer) tenemos un evento muy importante, que expresa la cultura y la identidad de un pueblo que en este caso se manifiesta a través de la danza”, destacó Aburto. La jornada regaló grandes imágenes que quedaron grabadas en la retina de quienes ayer se acercaron a Bilbao. El esfuerzo mereció la pena.

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Algunas de las dantzaris durante el makil txiki. Reportaje fotográfico: Oskar M. Bernal

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