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¿Eres tú mi príncipe azul…?
Erase una vez un principado de cuento de hadas donde residía una compañía de ballet con tanta magia y seducción capaz de reunir a seis intérpretes españoles entre sus filas. Las llaves de ese reino se encontraban en poder del coreógrafodirector Jean-Christophe Maillot, a la sazón hechicero responsable del éxito internacional de los Ballets de Monte-Carlo y autor de La Belle, espectáculo que se ha representado estos días en el Teatro Real de Madrid.
Pero hay otros pretendientes que intentan conquistar el corazón de la Belle como el guipuzcoano Asier Edeso (San Sebastián, 1986), quien, además, interpreta a uno de los personajes del maravilloso mundo que rodea a la protagonista. Ahí es donde habitan los “peteurs” –pequeños duendes llenos de vida que inspiran magia como Beatriz Uhalte Cisneros (Pamplona, 1982) y Anjara Ballesteros (Madrid, 1982), cuya corona recae en la cabeza de Álvaro Prieto (Madrid, 1987), quien, por otra parte, interpreta al padre de la Belle: “el rol requiere una técnica clásica y para el cual la interpretación juega un papel importante”. El contrapunto de maldad se corporeiza en la pérfida Carabosse en cuya corte pululan los “cauchemar” como la valenciana Carmen Andrés (L’Eliana, 1988), benjamina de la representación española. “La dificultad de este papel reside en la gran des-
carga de energía que debes desprender para transmitir mediante movimientos secos y rápidos la sensación de oscuridad y fuerza”, asegura.
El prisma de Maillot
Huir de la edulcorada visión de la película de Walt Disney (1959) centrándose más en la esencia del cuento de Perrault (1697) era uno de los objetivos de Maillot al versionar el clásico. “La lectura de Jean-Christophe va un poco más lejos que otras versiones más populares de La Bella Durmiente y muestra un lado más oscuro que el cuento de hadas. Ha quitado todos los divertimentos que hacen que el ballet se alargue y resulte un
poco pesado y se ha concentrado en la historia. Así consigue llevarnos a su universo narrativo de fantasía: una Belle única porque cuenta una historia de amor de dos personajes que encuentran la salvación en su amor”, explica Uriagereka. A los ojos de Carmen Andrés la obra “es una versión mucho más realista, en la que se le da muchísimo protagonismo al papel de la fertilidad y al desarrollo de Aurora como persona. Desde un
primer momento, sabemos que la reina tenía dificultad en conseguir tener un niño, es por ello que Jean-Christophe representa a la Belle durante un primer acto protegida en el interior de una enorme burbuja que nos daría a entender lo que es la protección maternal del exterior. En el segundo acto, Carabosse rompe esta burbuja por lo que Aurora deberá enfrentarse al mundo real, incluyendo en éste a los males que le puedan llegar. Muestra a una Aurora joven y frágil. En un tercer acto, tenemos a una Aurora más fuerte y preparada, que lucha ante Carabosse y defiende su amor por el príncipe. Quería citar el papel de dos personajes que no existen en una versión clásica y son los ‘peteurs’ pequeños ciudadanos alegres y vivos que representan también la fertilidad, llevando ellas pequeñas burbujas que protegerán hasta el final de su actuación. Por otro lado, tenemos a los ‘coincé’ ciudadanos inexpresivos, bloqueados, tensos, tristes que representan la otra cara de la actitud humana”. Anjara Ballesteros considera que es “una versión más minimalista y más real que el cuento de hadas”. “La gran diferencia, entre La Bella Durmiente coreografiada por Marius Petipa en 1890 y la creada por Jean-Christophe Maillot en 2001, es básicamente los más de cien años de evolución que ha sufrido la danza en ese tiempo”, señala Álvaro Prieto.
Seguridad y confianza
Una década lleva Asier Uriagereka como miembro de los Ballets de Monte-Carlo, habiendo sido ascendido a la catego- ría de Bailarín Principal. Para él, hablar de la compañía monegasca y de Maillot supone revivir parte de su biografía. “La entrega en el estudio de Jean-Christophe y su visión y entendimiento de la danza fueron las primeras cosas que me llamaron la atención. En diez años en una compañía de danza tienes la oportunidad de apropiarte del estilo del coreógrafo, del repertorio y de los roles que bailas. Te sirven de balanza para ver tu
evolución y los vas adaptando paralelamente a tu estado actual. Haber sido nombrado Principal y Caballero confirma lo que sentí en el momento que pisé los estudios de Monte-Carlo. De alguna forma, sabes que estás en tu lugar, la entrega al trabajo vienen totalmente naturales, todo empieza a tener un sentido y muchas preguntas encuentran respuestas”.
Sólo tres años lleva Asier Edeso en el principado de cuento, pero su balance resulta muy positivo. “Trabajar con Jean-Christophe es una experiencia muy gratificante; es una persona que tiene claro lo que quiere, eso supone que estás en continua búsqueda para hacerlo un poco mejor y encontrar exactamente lo que él espera de ti. Suele ser un trabajo duro y enriquecedor”. Para Anjara Ballesteros “es lo que siempre había imaginado que este trabajo debía ser: te hace sentir libre, sientes que creces y de la mejor manera posible, con afecto, buen humor y trabajo duro. Aportándome esa dosis de confianza que a veces olvidamos tener, motivando cuerpo y mente para dar lo mejor en cada momento”. Álvaro Prieto opina que “la verdad es que tiene las cosas muy claras, sabe lo que quiere y lo transmite de forma clara y concisa. Aunque es fiel a sus ideas, siempre deja que el bailarín se involucre y forme parte del proceso”. Beatriz Uhalte Cisneros considera que Maillot “es una persona muy noble. Un gran coreógrafo y un director que si lleva tantos años al frente de la compañía es por algo”. Para Carmen Andrés “es una persona que busca contínuamente la expresión humana en cada uno de nosotros; así que me ha aportado mucha más seguridad y confianza artísticamente, ya que él busca la expresión real del bailarín; al mismo tiempo, me ha dado a conocer su estilo coreográfico muy preci-
so y detallista que me ha reforzado mi técnica y seguridad en los movimientos”.
Referencia mundial de calidad
Los Ballets de Monte-Carlo son considerados los herederos naturales de los míticos Ballets Rusos (1909-1929). Desde el nombramiento de Jean-Christophe Maillot como director de los mismos en 1993, la compañía monegasca ha vivido un nuevo esplendor, situando a la formación en una destacada posición a nivel internacional. “Son una referencia mundial en muchos aspectos, sobre todo, en la calidad de danza”, señala
Uhalte-Cisneros. “Siempre tuve una gran admiración por la compañía monegasca, tanto por la calidad de bailarines como por el tipo de coreografías que ofrecía. Mi llegada a la compañía supuso un cambio muy importante en mi carrera, ya que estos tres últimos años han sido una de las épocas más enriquecedoras de mi vida profesional”, confiesa Edeso. “Los Ballets de Monte-Carlo son una compañía llena de grandes artistas de los cuales se aprende día tras día, con un repertorio inmenso, y la forma de trabajo más grata que nunca había experimentado. Somos realmente una gran familia”, revela Ballesteros. “Decidí probar oportunidad en Monte-Carlo por su fama internacional como gran compañía, por su grandísimo y variado repertorio, pero sobre todo por poder trabajar directamente con un coreógrafo con un estilo tan personal como es Maillot. Es el lugar idóneo para crecer a nivel personal y artístico”, comenta Prieto. “Diría que es una compañía muy especial y única, tanto por su sede territorial en Monte-Carlo, como por su estilo personal que ofrece Jean-Christophe creando una compañía completamente neoclásica que no encontramos en ningún otro lugar y de una gran fuerza y estabilidad. Han sido dos años muy intensos trabajando diariamente con un elenco de bailarines de gran nivel y experiencia que te permite crecer artísticamente”, explica Andrés. “Como bailarín, lo que más he aprendido es la importancia de estar presente en el instante. Abierto a vivir la danza en el momento en el que estás. Como director, Jean-Christophe me ha enseñado a cuestionarme, la clave de la evolución. Como artistas, podemos seguir evolucionando siempre y cuando haya una reflexión y un mejor entendimiento de nuestro instrumento. Lo difícil de la danza no es sólo la constancia diaria sino estar dispuesto y abierto a la crítica y al cambio”, asevera Uriagereka.
El intérprete vizcaíno es consciente de que ya ha pasado el ecuador de su carrera. “Estoy en un momento de reflexión hacia el futuro. Empiezo a darme cuenta de que la vida como bailarín un día llegara a su fin, y que, con 36 años, tengo que empezar a preparar un nuevo futuro. ¿Qué es lo que voy a hacer? ¿Cómo lo voy a hacer? ¿Seré capaz de? ¿Qué es lo que realmente me gusta aparte de la danza? ¿Cómo podría compartir todo lo que he aprendido en casi 20 años como profesional?”, confiesa Uriagereka. En cambio, el quinteto restante de españoles, incorporados a la formación monegasca entre 2007 y 2009, se siente en plena flor. “Estoy en un momento feliz de mi carrera, con ganas de bailar y de seguir aprendiendo. Cada día intento disfrutar de lo afortunada que soy de estar donde estoy”, apunta Uhalte Cisneros. “Mi meta es seguir creciendo como hasta ahora y poder seguir disfrutando de mi pasión por la danza”, apostilla Edeso. “Siento que tengo que disfrutar lo que estoy viviendo, sin marcar metas, lo que venga, vendrá”, comenta Ballesteros. “Con 24 años, estoy a tope. Mi intención es seguir bailando por lo menos diez años más. Seguir disfrutando y quién sabe después, quizás profesor o coreógrafo”, confiesa Prieto. “Me siento en el comienzo de mi vida profesional como bailarina; me queda mucho por aprender y creo que estoy en un muy buen lugar para ello. Mi meta es llegar a realizarme como bailarina y ofrecer al público aquello que siento”, finaliza Andrés. Y colorín colorado, este reportaje se ha terminado.
Fotos: Marie-Laure Briane
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