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Beti Jai Alai, el «estilo de vida» del dantzari Jon Pertika

El grupo de danzas vascas de Basurto celebra su 50 aniversario y homenajea a su fundador, que falleció en febrero

«Beti Jai Alai no es una academia de baile, es un estilo de vida», señala Ana Pertika. Un estilo de vida «duro», pero que «compensa», lo que acreditan los más de 2.000 músicos y dantzaris que lo han vivido en los 50 años que ahora cumple.
Egilea
Eider Burgos
Komunikabidea
El Correo
Mota
Albistea
Data
2018/07/13
Lotura
El Correo

Medio siglo después de aquel 21 de abril de 1968 en el que Jon Pertika presentó un nuevo grupo de danzas vascas con sede improvisada en la Cervecera del Norte, que luego mudó a los Cines Avenida. «Los chavales se quejan a veces del suelo que tenemos ahora... ¡nosotros bailábamos inclinados!», recuerda Estíbaliz Pertika, veterana del grupo e hija del fundador, que falleció el pasado mes de febrero a los 80 años. En cierto modo, el aniversario –que celebran desde febrero con un nutrido calendario de eventos, el siguiente mañana– también será un homenaje al mítico dantzari, que sintió su grupo «como si fuera su segunda familia», señalan sus hijas. Una por la que «trabajó y y trabajó» junto al historiador Iñaki Irigoien para recuperar un importante pedazo del folklore vasco que estaba perdido. De un grabado de Jenaro Pérez de Villaamil rescataron el aurresku que se baila en Bilbao a la Virgen de Begoña, y a multitud de bailes les dieron vida a partir de lo descrito por Juan Ignacio de Iztueta. Para algunas, hasta recurrieron a un coreógrafo medieval. «Somos copiadores de los grupos autóctonos, pero muy rigurosos», describen las hermanas Pertika. Han recorrido todo Euskadi para aprender de ellos, «y si no, han venido ellos a enseñarnos». Un amplio repertorio que incluye danzas de Navarra e Iparralde y que han representado ante países de media Europa. En Bulgaria, a quince grados bajo cero –«nos pusieron papel de periódico en los zapatos»– y en Cerdeña, en medio de una ola de calor –«horroroso, teníamos que esperar a las diez de la noche»–. También en República Checa, en Hungría y en multitud de festivales nacionales. «Les soprendía que en una región tan pequeña tuviésemos tantos bailes», comenta Javier Vañes, miembro de Beti Jai Alai desde 1978, «cuando solo se elegía entre fútbol o danzas». «Ahora, con todas las extraescolares que hay, es más difícil». Ensayos en un váter Aún así, en el grupo se enorgullecen de su grueso número de miembros –unos 150 con niños desde los 6 años–. También de su plantilla de chicos, «que normalmente solo se animan chicas», apunta Estíbaliz. Uno de sus históricos, Kepa Junkera, que entró con 13 años a tocar el txistu, luego la alboka y más tarde la trikitixa. «Practicaba con los músicos en un váter en los bajos de la parroquia de la Inmaculada, donde ensayábamos entonces». Mucho ha cambiado el grupo desde entonces. Ahora, Beti Jai Alai ensaya dos días a la semana en un preparado local de Masustegui, con suelo nivelado de parqué y un gran almacén donde atesora cuidadísimos trajes de época de los que antes se hacía cargo Ana Santa Coloma, la mujer trás del fundador «y la que ha sacado a todos para adelante», afirman las hijas del dedicado matrimonio. A Jon Pertika le han sucedido varias comisiones, que ultiman los preparativos del festival internacional de danzas que celebrarán mañana en el campo de fútbol de Basurto. Participará un grupo de Kenia y otro de Panamá que hoy también bailan en el Elai Alai de Portugalete. Aunque la emoción se la guardan para el próximo 18 de noviembre, cuando se suban al escenario del Teatro Arriaga. Lo harán con Kepa Junkera, que ha compuesto una canción por el aniversario. «No nos asusta, pero es una responsabilidad», afirma Estíbaliz. Un homenaje a un estilo de vida.

Los dantzaris de Beti Jai Alai ensayan dos días a la semana en el local que tiene el grupo en Masustegui. Borja Agudo

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