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Bera, al ritmo de Gure Txokoa
En el segundo día de las festividades de Bera, los dantzaris de Gure Txokoa y el grupo de txistularis han protagonizado el tradicional espectáculo de baile tras la misa solemne dedicada a San Esteban, patrón del pueblo
El olor a incienso de la iglesia de San Esteban de Bera se percibía desde fuera. Eran las once y cuarto y un gentío, en su mayoría vestido de blanco y rojo, esperaba en la entrada; diseminados por grupos en el balcón que daba a la plaza consistorial. Otro numeroso puñado de personas se encontraba dentro de la iglesia, obnubilado por los cánticos de la coral del pueblo. Algunos salían fuera antes de que acabara la misa. “¿Qué pasa?¿Te has vuelto ateo de repente?”, preguntaba un vecino a un conocido del pueblo que decidió salir para tomar un poco el aire. Entre las personas que estaban fuera se encontraba María Pombar Jorajuria, organista de la iglesia. “Al ser una misa importante y extensa nos dividimos el acto entre dos personas, mi compañera María Barrero y yo”, explicó. Estaba apoyada en uno de los muros del balcón junto a su marido y sus dos hijas. “Teníamos todos muchas ganas de que llegara este acto”, declaró.
Entre el gentío que se aglutinaba en la entrada destacaba un grupo de chicos y chicas jóvenes vestidos con boinas y adornos de colores, justo en la entrada de la iglesia. Eran los txitularis del pueblo, que esperaban con ansia el fin de la misa solemne para poder acompañar a los dantzaris a la plaza consistorial. Sus ansias por empezar se remontan hasta tres años atrás, cuando la crisis del coronavirus provocó que no se pudiera dar pie a las fiestas de los pueblos. No obstante, para ellos, dentro de poco la espera iba a tocar a su fin.
Oier Barelmilla Lanchas estaba muy nervioso, aunque las ganas no se las quitaba nadie. “Tengo muchas ganas de formar parte de este acto”, aseguró. Las fiestas comenzaron ayer y él, residente de Bera, decía ver a sus vecinos disfrutar mucho de lo que llevaban de festividades. “Veo al pueblo muy contento, se nota que la gente tenía ganas de un poco de fiesta”, admitió. Entre las personas que ansiaban el retorno de la festividad estaba José Mari Martínez, vecino del pueblo que, en aquellos momentos, se encontraba charlando junto a su mujer y unos amigos. “Estamos todos muy animados, sobre todo los jóvenes. Nosotros tenemos dos en casa que se lo están pasando increíble”, explicó. “Aunque también estamos disfrutando los que somos un poco más mayores”, matizó. Tras el acto, tenían pensado hacer una comida familiar que, por tradición, hacían todos los años.
BAILE Y MÚSICA
Antes de que finalizara la misa, se cantó dentro el himno de San Esteban, patrón del pueblo, y la tradicional jota navarra. Acto seguido, los dantzaris bajaron las escaleras haciéndole un pasillo al concejal que, ataviado con un traje oscuro y un bicornio, portaba la bandera de la localidad.
En la plaza se encontraba un cojín y una alfombra sobre los cuáles el concejal bailó la bandera repetidas veces por encima de su cabeza . Justo después, los integrantes del grupo de dantzaris Gure Txokoa dieron una vuelta a la plaza para acto seguido interpretar una excelente demostración de las makil dantzas y bordon dantzas. El grupo de dantzaris estaba compuesto por dos conjuntos: uno formado por jóvenes y otro por niños. Después de cada demostración los espectadores congregados aplaudían entusiasmados.
Tras el acto, los dantzaris y txistularis fueron a los porches del ayuntamiento, donde les esperaba un copioso surtido de pintxos para que retomaran fuerzas ya que, por la tarde, los miembros de Gure Txokoa debían de interpretar el Aurresku.
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