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«En Rusia los niños juegan al ballet en el teatro»
Tatiana Yerakhavets, La danza así en Rusia como en Gipuzkoa
Se despide una a una de sus alumnas del curso que acaba de impartir en
Arteleku. Abraza al matrimonio Brown-Sarasua, impulsores del ballet en
la ciudad de Donostia. Desea suerte a las muchachas pero en sus ojos se
descubre cierta tristeza.
- ¿Triste pues el curso termina?
-
También por esom pero más porque se cuán largo, cuán difícil, cuán
terrible, va a ser su camino. La danza clásica ha perdido influencia en
el mundo. Y sin embargo, es la base, es el fundamento. Es lo que nunca
aburrirá, Como no aburren Bach, Tchaickovsky o Mozart. ¿Cómo va a
aburrir El lago de los cisnes?
- Yo podría contarle cómo:
llegan malas compañías, la música suena de espanto y sólo ves unas
criaturas con tutú bailando (intentándolo) sobre puntas.
-
Entiendo. Así se mata cualquier espectáculo. Pero no es eso ni debe ser
así. Quiero crear una compañía magnífica en la que todo seduzca al
espectador. Desde las flores de las diademas de las bailarinas hasta la
calidad de la orquesta. Sin olvidar jamás que un ballet clásico no es
nunca igual a otro.
- ¿Qué quiere decirme con eso?
- Muy
sencillo: existe un estilo para Giselle y una coreografía para Carmen.
No puedes estar bailando el Bolero e introducir los movimientos de
brazos de Don Quijote.
- No sé si seríamos capaces de descubrir tales sutilezas
-
Quizás no sabriáis el por qué pero sentiríais que algo no fluye como
debía. Nosotros sí, los rusos lo detectaríamos al segundo. ¿Sabes por
qué?
- ¿Por lo mismo que los grandes de la danza, Nijinsky, Diagheliev, Plisiétskaia, son rusos?
- No has citado a Baryshnikov.
- Sabía que lo haría usted. Es uno de sus favoritos, ¿cierto?
-
Si un día estuviera frente a Mijail me arrodillaría en señal de puro
respeto. Su baile es limpio, impresionante con las piernas. Ha añadido
a la técnica extrema de la danza clásica la agilidad, el vértigo, ese
toque de libertad atlética que proporciona la contemporánea. Es un
bailarín completo, absoluto.
- Volvamos a Rusia, ¿por qué? ¿Por ese alma eslava suya?
- Puede que sí. Somos muy sentimentales. Como ustedes.
- No exactamente. Su alma es melancólica, atristada. La nuestra, apasionada. Ustedes son un arabesco. Nosotros, zapateado.
-
Tienes razón. Pero sí, al alma rusa, a la música rusa, les sienta bien
el ballet. Hay otro motivo muy grande. En aquellos países nuestros
vivimos, vemos, llevamos en nuestro corazón la danza clásica desde
niños. Jugamos 'a ballet' desde pequeños. Y jugamos en los escenarios.
En Moscú hay 19 compañías. Cientos de escenarios. Aquí, porque vuestra
cultura es otra y vuestra vida diferente, las bailarinas tardan siglos
en subir a un escenario real, y lo hacen con miedo. Por otro lado, en
las audiciones siempre les reclaman experiencia. ¿Cómo van a tenerla si
no hay compañías, si no hay salas?
- Leía el folleto de un
taller de danza a realizarse en la montaña. Hablan del cuerpo como una
experiencia cambiante, al albur del tiempo, el clima, la matería...
-
Hay mil formas de entender la danza pero la clásica es tan difícil y
estricta como lógica. Sigue las leyes de la Física y la Aerodinámica:
si levantas o bajas en exceso el hombro no lograrás el movimiento
deseado. Si lo colocas como es debido, podrás. Otro detalle: la danza
evoluciona de forma brutal y soberbia. Nunca imaginé, por ejemplo, que
las bailainas chinas arrasarían. Y lo están haciendo. Son de piernas
larguísimas. Y giran de tal manera que tú, que antes con dos giros en
una pirueta conquistabas al público, necesitas hoy cinco para
entusiasmarlo.
- A veces, las profesoras de ballet cásico dan miedo. Son muy duras. Pienso en esa furia divina que es Alicia Alonso
-
Para enseñar has de ser buena bailarina, buena profesora y sobre todo,
buena persona. Las muchachas pueden estar asustadas. Tienes que
comprender esos miedos. Alaba siempre su esfuerzo y, después, sólo
después, corrígeles. Mímalas, les espera un camino cruel.
PERFIL
Minsk:
Capital de Bielorusia. Tierra natal de Tatiana, prima ballerina del
Ballet de Bolschoi del lugar, segundo tras el mítico de Moscú; tercero
de la extinta URSS si tenemos en cuenta el Kirov de San Petersburgo.
Cataluña:
La tierra a la que llegó hace siete años. ¿Con nostalgia? «De la gente,
de los bosques, del ballet, siempre. De lo demás, no. Pasábamos tanta
hambre que muchas de nosotras nos desmayábamos tras las bambalinas del
teatro».
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