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Baile de los casados
Las fiestas de Leitza concluyeron ayer con el tradicional Ingurutxo que protagonizan varios matrimonios. La lluvia hizo que varias parejas se desanimaran a la hora de saltar a la plaza
La cita para el baile estaba anunciada para las 19.00 horas, pero el inicio se retrasó algunos minutos. Los espectadores temieron, en un principio, que la causa de la tardanza pudiera deberse a las constantes gotas de agua que caían desde el cielo, pero no.
Al final, unos 20 minutos más tarde de lo previsto, varias parejas saltaron a la plaza para deleitar a sus vecinos con una fenomenal exhibición del baile local: el Ingurutxo de casados.
La plaza estuvo a rebosar como ocurre todos los años. Los leitzarras ocuparon los sitios para disfrutar del baile y el público se implicó mucho. Durante los más de treinta minutos que duró el Ingurutxo no faltaron ánimos ni aúpas para los matrimonios que se animaron a bailar.
Saltos, zortzikos, kalejiras...en la cita de ayer no faltó nada y es que los dantzaris, a pesar de no ser profesionales de la danza, se esforzaron mucho por no defraudar a las personas del público.
El baile estuvo animado por los sonidos de los incondicionales txistularis de Leitza, músicos que no dan abasto durante los cinco días de los San Tiburtzios ya que además del Ingurutxo, diariamente protagonizan la diana matinal y acompañan a la comparsa de gigantes y cabezudos, entre otros.
baile local El Ingurutxo es un baile distintivo de Leitza que es muy apreciado por los vecinos del pueblo. Anualmente, con la llegada de las fiestas patronales, los leitzarras se visten con la típica blusa negra y esperan ansiosos el espectáculo que habitualmente se repite dos veces durante los cinco días.
La primera vez suele ser la segunda noche de fiesta, en el día de San Tiburtzio. Los txistularis, suben al escenario en el que se llevan a cabo los conciertos y hacen sonar sus instrumentos hacia las tres o cuatro de la madrugada, cuando terminan los conciertos anteriores y cientos de personas, sobre todo jóvenes, salen a la plaza para bailar el Ingurutxo.
Este año el tradicional baile rompió con todas las expectativas. El hecho de que el día de San Tiburtzio cayera en sábado hizo que más gente que otros años se lanzara a la plaza.
En torno a 300 personas bailaron este año el Ingurutxo nocturno. Mikel Azpiroz, dantzari local y encargado de ondear la ikurriña en la Ezpatadantza, se colocó en primera línea y guió perfectamente al resto de compañeros.
Fue tal el número de personas que se dispusieron a bailar, que la kalejira final tuvo que salir de la plaza y rodear el frontón por la parte trasera. Si habitualmente el Ingurutxo concluye en algo más que media hora, esta vez el baile se alargó hasta llegar a sobrepasar una hora de duración.Y es que los leitzarras no fallan a la cita anual de la plaza. Este año, como casi siempre, fue todo un éxito.
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