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Bailar, un ejercicio para el cuerpo y la mente
Mover el esqueleto al ritmo de la música. Ahí está el secreto de la felicidad. Bueno, quizás no tanto, pero ayuda. No hay más que echar un vistazo a los múltiples beneficios que el baile tiene en nuestro organismo: «Mejora la circulación sanguínea, reduce el estrés, ayuda a perder peso al quemar el exceso de grasa corporal, tonifica los músculos, aumenta la elasticidad en las articulaciones, fortalece el corazón, desarrolla la creatividad, mejora el estado de animo y la autoestima, previene el envejecimiento cognitivo, estimula el sistema nervioso central, mejora destrezas como la resistencia el equilibrio, la flexibilidad y la fuerza, combate la depresión y la ansiedad...», enumera Mª Ángeles González, directora de la escuela de baile Beatriz Luengo, en Madrid.
Lo mejor de todo es que cualquiera puede practicarlo. «El baile, como ocio, depende de lo que tú sientas, porque no es más que moverse al ritmo de la música, y eso es sano y adecuado para todo el mundo», declara Eusebio Soria, miembro de la junta directiva y de la comisión de educación de la Asociación de Profesionales de la Danza del País Vasco (ADD).
La ciencia sostiene esta teoría. En 2009, un estudio realizado en los Países Bajos demostró que el sentido del ritmo se desarrolla ya en el útero materno, es decir, moverse al compás de la música es una capacidad innata de los seres humanos. Vamos, que no venimos al mundo bailando por falta de equilibrio, que si no... Así, cada vez que suena una canción que nos gusta se nos van los pies, los hombros o nuestra cabeza comienza a asentir sin motivo aparente. Eso sí, algunos nacen con más ritmo en las venas que otros.
La ventaja del baile es que ofrece una amplia variedad de estilos donde elegir, por eso abarca a un público tan heterogéneo. Danza clásica, moderna, latina (bachata, salsa...), de salón (tango, vals...), zumba... Cada una de ellas trabaja algún aspecto más en profundidad. Por ejemplo, «los bailes en los que se da espacio a la improvisación, como la danza contemporánea, mejoran los niveles de autoestima y creatividad», explica Soria. «Cuando se improvisa, todo es válido y cada uno puede sacar lo mejor de sí para disfrutar, sin pensar en los errores», agrega. Esto ayuda a perder el miedo al ridículo y a ganar seguridad y confianza en uno mismo, combatiendo la timidez y la vergüenza.
La edad no es una limitación
Seguir una coreografía también tiene sus ventajas. Especialmente, ejercita la memoria, al intentar seguir los pasos correctamente y coordinar los movimientos. Esta característica ha sido analizada en varios estudios que han demostrado que el baile tiene un impacto muy beneficioso en la plasticidad cerebral, el pensamiento flexible y el autocontrol, así como ayuda a revertir la pérdida de volumen en el hipocampo –parte del cerebro que controla la memoria–, lo que retrasa la aparición de la demencia o el alzhéimer.
En cuanto a enfermedades se refiere, otros investigadores también han constatado que la danza reduce los niveles de colesterol total en la sangre, especialmente los del LDL, denominado coloquialmente como colesterol 'malo'. Además, disminuye el riesgo de trastornos cardiovasculares y también de sufrir osteoporosis a largo plazo, porque previene la pérdida de la masa ósea y fortalece los huesos.
El baile sirve, igualmente, para trabajar el equilibrio, capacidad que se va perdiendo con la edad, lo que previene sufrir caídas en la vejez. Para ejercitarlo, la directora González recomienda el tango, mientras que para favorecer el ritmo y la coordinación aconseja la salsa; y la bachata para fortalecer las piernas y los glúteos. Asimismo, la danza del vientre tonifica toda la musculatura abdominal y el suelo pélvico, que tanto sufre durante el embarazo, y el ballet y los bailes de salón, en general, mejoran la postura.
«La improvisación en el baile, como ocurre en la danza contemporánea, es muy beneficiosa para fortalecer el autoestima» Eusebio soria
Otros estilos más enérgicos, como el zumba o el hip hop, requieren mucho dominio del propio cuerpo y, al elevar las pulsaciones, benefician la capacidad cardiopulmonar y aumentan la resistencia. Todo ello no quiere decir que cualquiera de estos bailes no trabajen también otros aspectos al mismo tiempo.
Conclusión, elijamos el estilo que elijamos, cualquiera nos aportará algún beneficio, aunque solo sea ampliar nuestro círculo social con nuevos amigos, pues esa es otra ventaja de esta actividad, que promueve la socialización.
Decantarse por un tipo de baile u otro está condicionado, principalmente, por los gustos personales. «La edad no es tan determinante, pero puede influir, así como las condiciones físicas y de salud de cada uno», señala González.
Por ejemplo, los bailes vigorosos, que exigen mucho movimiento y resistencia, quizás no son los más recomendables para personas de avanzada edad, frente a otros algo más tranquilos como los de salón. De hecho, es poco común ver gente mayor en clases de hip hop, funky o break dance, pero siempre hay excepciones. «Todo depende de cómo se sienta uno física y mentalmente para practicarlos. Creo que es muy interesante que cada persona pruebe distintos estilos para saber lo que le gusta y también lo que le conviene», sugiere Soria. «Nada es imposible. Yo trabajo con personas con diversidad funcional, que no mueven más que el cuello, y bailan tango conmigo», cuenta.
El miembro de la ADD también pone foco en el objetivo que se busca con ello. «La meta es importante. Hay personas que se apuntan a este tipo de bailes para moverse un poco y hacer ejercicio, porque el 'fitness' tradicional no les gusta. No les importa en exceso hacerlo bien o mal, van a disfrutar y pasar el rato en compañía de otras personas, y con eso les vale».
Bailes por 'streaming'
Otra cosa es que nuestra finalidad sea convertirnos en grandes bailarines, pero incluso en este caso, el proceso de aprendizaje es muy positivo e interesante. «Aprender a gestionar la frustración ante los errores es muy útil para cualquier aspecto de la vida. Cuando intentas bailar y ves que no te sale la coreografía, te frustras, pero si estás acompañado y hay personas a tu alrededor que están en tu mismo lugar, que empatizan contigo o que te animan, relativizas el problema e incluso te ríes», sostiene Soria.
Para los niños, sobre todo, esta es una gran enseñanza. Además, en la infancia, la danza es una buena actividad para aprender a trabajar en equipo, a esforzarse y a concentrarse.
La frustración en el baile aparece especialmente al principio, cuando no somos capaces de dar dos pasos sin tropezar o pisar al compañero. Nos falta coordinación, pero con la práctica se mejora rápido. Eso sí, hay bailes más fáciles que otros, así que en algunos casos hay que tener más paciencia para ver los resultados de nuestro esfuerzo. No es lo mismo aprenderse la coreografía de la 'Macarena', o los pasos de un vals simple, que aprender ballet, considerado el baile más difícil de ejecutar. Aun así, este último es uno de los estilos más demandados actualmente, junto a otros como «los bailes latinos, los bailes modernos y el flamenco», expresa González.
«La pandemia ha motivado bajas de alumnos, disminuido las inscripciones e incrementado los gastos en servicios de limpieza» Mª áNGELES GONZÁLEZ
Soria añade que el swing, un estilo de baile que se originó en el sur de Estados Unidos durante las primeras dos décadas del siglo XX, también ha resurgido de un tiempo a esta parte; y que el zumba sigue siendo especialmente atractivo para la gente joven, por su aspecto más deportivo, como lo fue el aeróbic en los años 90. «Los gustos por los distintos estilos de baile suelen estar muy influidos también por la música que esté de moda», afirma Soria.
Al menos así era hace un año, pues «la pandemia ha motivado muchas bajas en las clases y disminuido las inscripciones de nuevos alumnos», lamenta la directora de la escuela de danza, quien añade que además, «se han incrementado los gastos en productos y servicios limpieza y desinfección en las aulas para prevenir contagios de Covid-19».
También se ha notado en internet, pues las limitaciones de aforo en las escuelas y el miedo a contraer el coronavirus ha hecho que aumente el consumo de vídeos y clases de baile online.
Bailes más solicitados en las academias
- Ballet
- Es una danza clásica que se representa en grupo y sus movimientos están basados en el control absoluto del cuerpo. Dada su gran dificultad, se recomienda empezar a practicarlo desde temprana edad.
- Bailes latinos
- Sus orígenes se remontan a los bailes tradicionales de México, América del sur, América central y el Caribe, pero tienen influencia de muchas partes del mundo por la colonización de estos territorios. La salsa hunde sus raíces en Cuba, Colombia y Puerto Rico. El bolero en España y Cuba. El cha-cha, la rumba y el mambo son de origen cubano. El merengue apareció entre Haití y la República Dominicana. El Paso Doble, entre el sur de Francia y España. La samba es procede de Brasil y el tango es esencialmente argentino.
- Street dance
- Son bailes fáciles de distinguir porque tienen nombres de lo más exóticos. El moonwalk se hizo popular por Michael Jackson, con esos pasos que no se deslizan del suelo. El jumpstyle se originó en Bélgica y consiste, en dar saltos con las puntas de los pies. El shuffle proviene de Australia y se asemeja al moonwalk. Y el Hip Hop es una danza urbana que se originó en Estados Unidos y que ha derivado en multitud de estilos (funky, breaking, popping, locking...). Son solo algunos ejemplos, pero hay más.
- Flamenco
- Es un baile originario de Andalucía, fruto del mestizaje cultural gitano, árabe, cristiano y judío. Se interpreta con movimientos de brazos, contoneos de cuerpo y 'zapateos', acompañados por la melodía de la guitarra y la voz profunda del cantaor.
- Zumba
- Combina baile con ejercicio físico y apareció en los 90. La música proviene de otros estilos de baile, como los latinos y los modernos.
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