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Bailar sin fronteras
Con motivo de la X edición del Festival Folclórico, 300 jóvenes recorrieron bailando las calles de Irun
Al margen de las demás
actividades que se han venido realizando durante estos días, Eraiki
Dantza Taldea, organizadores del evento, quisieron celebrar de forma
especial los diez años de andadura del Festival. Es por ello por lo que
organizaron este acto paralelo, en el que participaron todas las
agrupaciones del festival, además de tres grupos vascos que llegaban
desde Lapurdi, Bizkaia y Navarra.
Danzas multiculturales
A
las 12.00 horas, los 300 jóvenes inundaban la plaza de Pío XII, a la
espera de que comenzara el evento. Ya desde antes de que comenzaran los
bailes, eran muchos los niños que llamaban la atención de los
transeúntes debido a sus originales trajes. Los jóvenes de Chkolnye
Gody, el grupo ruso, con sus vestidos de pieles, eran unos de los que
más miradas atraían.
Uno por uno, todos los grupos fueron
realizando sus exhibiciones de baile. Las agrupaciones vascas
interpretaron danzas familiares para todos los presentes, como la
Ezpata Dantza, pero los invitados extranjeros se encargaron de poder la
nota de originalidad al acto.
Así, el público aplaudió a
rabiar a los miembros de Sama Ballet, de Sri Lanka, que ataviados con
sus exóticas túnicas y turbantes realizaron giros y piruetas
imposibles. Los ibicencos de Es Broll deleitaron a los asistentes con
sus danzas y sus instrumentos, como el tambor y las castañuelas, todos
ellos fabricados manualmente. El grupo Abrasevic, de Serbia, que cuenta
con el honor de ser la formación de folclore juvenil más antigua de los
Balcanes, ofreció una actuación más relajada en la que niños y niñas
bailaban juntos. Por otra parte, los jóvenes miembros del grupo Mindia,
provenientes de Georgia, efectuaron unos pasos de baile tan complicados
y espectaculares que dejaron con la boca abierta a más de uno.
Finalmente, los rusos de Chkolnye Gody, agrupación en la que había
bailarines de tan sólo cinco años, ofrecieron una alegre danza que
muchos de los asistentes acompañaron con sus aplausos.
Al
término de su actuación, los componentes de cada grupo partían rumbo a
la plaza del Ensanche, donde llevaron a cabo otra exhibición. Desde
ahí, y al ritmo de la música y los bailes, las distintas agrupaciones
se dirigieron a la plaza San Juan. Por tercera vez, los jóvenes
bailarines ofrecieron al público sus actuaciones. Sin embargo, para
esas alturas del día no eran pocos los pequeños que, cansados, se
apoyaban los unos en los otros mientras contemplaban sentados en los
bancos las actuaciones de sus compañeros.
Pendientes del calor
Oskar
Lucas, uno de los responsables de Eraiki Dantza Taldea, comentaba que
«todo ha salido muy bien, aunque hemos estado un poco preocupados por
el calor. Otros años era por la lluvia, pero esta vez el problema lo
hemos tenido con el calor y la humedad. Los grupos que han venido de
países del este y el norte de Europa se quejaban, porque no están
acostumbrados a las temperaturas de los últimos días».
Hablando
de la relación entre los distintos grupos de danza, Oskar Lucas afirmó
que «es muy buena», debido a que las formaciones ya se conocían porque
habían participado recientemente en otro festival. «La experiencia»,
comentaba Lucas, «nos dice que en estos casos los chavales empiezan a
tratarse con gente de otros grupos durante los dos últimos días que
pasan juntos. Pero en este caso, como ya se conocían del anterior
festival, ha sido más fácil». Ni siquiera el idioma ha supuesto un
problema. Tal y como decía Lucas, «los chicos de aquí han podido
entenderse bastante bien con los del este. Y si no, siempre queda el
inglés».
Oskar Lucas también destacó lo especial que es esta
experiencia para los jóvenes: «a los miembros de los grupos de Lapurdi,
Bizkaia y Navarra, que han venido sólo hoy, se les ve muy interesados
por el resto», afirmó.
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