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«Bailar para la gente que te quiere siempre es especial»

Lucía Lacarra e Iker Murillo encabezan la Gala de la Danza en Donostia. DV asiste al último de los cuatro ensayos de la pareja que cerrará el espectáculo de hoy en el Victoria Eugenia
Egilea
Iratxe de Arantzibia
Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
Pasaia
Mota
Albistea
Data
2018/05/01
Lotura
Diario Vasco

Una lesión de rodilla impidió que Lucía Lacarra (Zumaia, 1975) bailara en la correspondiente Gala del Día Internacional de la Danza cuando recibió el Premio Trayectoria Artística de Gipuzkoa, hace nueve años. Con las entradas agotadas, hoy el Victoria Eugenia recibe a la reconocida bailarina guipuzcoana tras su última actuación en este teatro en 2007. «Bailar en casa siempre es especial porque vamos a bailar con el alma para la gente que nos quiere y a la que queremos», asegura. Contará como partenaire con Iker Murillo (Pasaia, 1978). «Cuando me invitaron a participar en la gala, enseguida pensé que nada sería más bonito que poder bailar juntos, porque siempre nos hemos tenido mucho cariño y teníamos ganas de hacerlo», asegura Lacarra. Bajo la atenta mirada del coreógrafo Vitali Safronkine, este periódico ha sido testigo excepcional del último de los cuatro ensayos en el Studio 24 de Pasaia, en el que ambos bailarines pulen los últimos detalles del paso a dos neoclásico 'Dans le même souffle' (2014), con el que se clausurará esta noche la XXII Gala del Día Internacional de la Danza.

El Concierto para piano n.º 23 de Mozart inspiró la creación a Safronkine, «porque la música es tan sensible y ligera que cerraba los ojos, escuchaba mi corazón y mi respiración seguía el ritmo». Sin ambages, Lacarra reconoce que «me enamoré de la música en la primera gala a la que me invitaron, en Spoleto, en 1995, cuando le vi a Vladimir Malakhov bailarla en el solo 'Voyage' de Renato Zanella». La intérprete zumaiarra sólo tiene parabienes para Safronkine: «Es una gozada trabajar con alguien que tiene una sensibilidad así hacia la música y hacia su movimiento», añade. Y extiende los halagos hacia su partenaire en la pieza. «He sido muy exigente y me he negado a bailar con gente, porque yo disfruto bailando y si no puedo disfrutar porque una persona me bloquea o me frustra, prefiero hacerlo. Necesito ser verdadera en lo que estoy haciendo, no puedo fingir y no puedo forzarme a bailar. Iker y yo nos llevamos muy bien como personas y cuando tienes esa conexión se nota sobre el escenario». Para Murillo es «súper especial» esta actuación, porque «yo no la veo como Lucía Lacarra, la gran bailarina, sino como Lucía, mi amiga y persona a la que aprecio un montón».

«Nada es más bonito que bailar juntos, siempre nos hemos tenido mucho cariño y teníamos ganas» Lucia Lacarra

Fruto de la complicidad, los ensayos transcurren en una ambiente distendido y jovial. «Estaba con muchas ganas de que comenzaran los ensayos y ahora estoy deseando verlo en el Victoria Eugenia», asegura el coreógrafo, quien se siente como «un puente» entre Lacarra y Murillo. «Estamos disfrutando muchísimo», añade la bailarina. «Los tres estamos en un momento de nuestra vida en la que tenemos el lujo de poder elegir y lo que hacemos nos hace felices. Hoy día no me fuerzo a nada», apostilla Lacarra. «Trabajar con tu marido no es fácil, pero entre Vitali y yo, hay mucha química. Nos entendemos con la mirada. Lo más difícil es que dentro del estudio, lo tengo que ver como el coreógrafo que es y saber que yo estoy a sus órdenes», explica Murillo.

Dentro del estudio, Safronkine retoca detalles nimios para los ojos de un profano, desde la posición de una mano hasta el tiempo en suspensión de un 'arabesque'. En su primera colaboración conjunta, explica la intérprete zumaiarra que «estoy totalmente impresionada. Me admira el respeto mutuo que se tienen en un estudio: cómo se escuchan, cómo se hablan, cómo se corrigen… es todo tan profesional y respetuoso».

Un niño precioso

Lucía Lacarra e Iker Murillo recibieron parte de su formación en la misma academia de danza en Donostia, aunque nunca coincidieron en clase. Un año antes de que el joven campeón de aurresku se inscribiera en el estudio de danza 'Thalia', la entonces bailarina en ciernes ya tomó rumbo a Madrid, a las aulas de Víctor Ullate. «Mentxu (Medel, directora y profesora de 'Thalia') me decía: 'Tengo un niño precioso que va a llegar a algo'. Y era Iker», recuerda. «Cuando ves a una persona un poco mayor que tú, que lo ha conseguido, motiva mucho. Recuerdo haber hecho el curso de verano de Víctor en Madrid y que Lucía estaba en la compañía. Era una bailarina profesional, un ídolo, aquello a lo que aspira un estudiante», rememora Murillo.

«No la veo como Lucía Lacarra, la gran bailarina, sino como mi amiga y persona a la que aprecio» Iker Murillo

Hoy estarán rodeados de niños, en el ensayo general de la XXII Gala del Día Internacional de la Danza, abierto a los estudiantes de las academias guipuzcoanas. «Es muy importante que los niños nos conozcan, nos vean, puedan hablar con nosotros. Así pueden ver que una niña de un pueblo como Zumaia ha conseguido llegar ahí, sin haber estudiado en la Ópera de París», explica la intérprete. «Nuestros alumnos acuden al ensayo. Para nosotros es importante que nos vean en el escenario como bailarines profesionales», explica el bailarín pasaitarra. «En un futuro, lo que va a marcar la diferencia entre estos chavales no es la técnica, sino la personalidad, el corazón y el cerebro. Eso hace que de tres que bailen igual de bien, sólo salga adelante uno», añade Lacarra.

Esta noche vuelven a compartir escenario con otra profesional forjada en las mismas aulas que ellos, Irma Hoffrén, Premio de la Danza 2018. «Me parece súper importante para todos los bailarines que estamos o hemos estado fuera que te valoren, reconozcan y se acuerden de ti en casa», recuerda Murillo, Premio Revelación de Gipuzkoa 2008. «A mí me han dado el Nijinsky, el Benois y todos esos galardones, pero yo no tenía a nadie de casa compartiendo ese momento conmigo. Tener a tu familia ahí contigo le da valor a todo», añade Lacarra.

Aunque los tres consideran que «cada teatro tiene su encanto», Lacarra y Murillo no disimulan la ilusión de compartir escena hoy en el Victoria Eugenia. «Nos pasamos la vida bailando para gente que no nos conoce, pero cuando tienes personas a las que quieres sentadas en el patio de butacas, eso le da a la actuación un sentido especial», asegura la zumaiarra. «Se agolpan muchísimos recuerdos en mi cabeza. La última vez que me vio bailar la amona fue en el Victoria Eugenia y ahora vuelvo. Estas cosas sólo pasan en casa. Es algo súper especial, ¿me entiendes?», añade Iker Murillo mientras discretamente se seca con el dorso de la mano una lágrima llena de emoción.

 

Más

 

La gala

Espectáculo: XXII Gala del Día Internacional de la Danza.

Bailarines y compañías: Lucía Lacarra (Ballet de Dortmund) e Iker Murillo (Uniqart Dance Company); Asier Edeso y Mimoza Koike (Les Ballets de Monte-Carlo); Irma Hoffrén, Ione Miren Aguirre y Claire Lonchampt (Malandain Ballet Biarritz); Karin Fouz y Domenico di Cristo (Ballet Nacional de Praga); Martxel Rodríguez; Rebeca Falcón; Aukeran; Dantzaz; Ballet de Cámara de Madrid; Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma. 

Lucía Lacarra baila con Iker Murillo en presencia del coreógrafo Vitali Safronkine en el Studio 24 de Pasaia. /ARIZMENDI

 

Lucía Lacarra baila con Iker Murillo en presencia del coreógrafo Vitali Safronkine en el Studio 24 de Pasaia. / ARIZMENDI

 

 

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