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Bailar la jota en 48 horas

Aiko Taldea, un grupo de profesionales de danza y música vasca, ha ofrecido este fin de semana en Areatza un 'mini barnetegi' en el que 60 personas han aprendido a desenvolverse con soltura en las romerías.
Egilea
Janire Jobajuria
Komunikabidea
Deia
Mota
Albistea
Data
2014/02/17
Lotura
Deia

El acudir a una romería y no poder bailar por vergüenza al qué dirán de los poco acompasados movimientos de uno, tiene los días contados. Aiko Taldea ha dado con la tecla para acabar con el miedo escénico y empujar al bailarín inexperto al centro de la plaza del pueblo. Lo hace a través de fines de semanas dedicados exclusivamente a danzar y pasarlo bien. El último programado por este colectivo de músicos y maestros dedicados a difundir las danzas vascas ha tenido lugar este fin de semana en Areatza. Hasta la localidad arratiarra se desplazaron más de sesenta personas que respiraron baile desde su llegada hasta su despedida.

Al frente de este minibarnetegi dedicado a la jota se encontraron a dos profesores algo atípicos: Sabin Bikandi y Patxi Laborda. Según explican, estos cursos no tienen como objetivo enseñar a moverse como si de una academia de baile se tratara. Fuera de las clases se quedaron las danzas que se ven por la televisión. "A la jota le ha pasado como al euskera. Que antes, cada uno bailaba a su aire, de una forma diferente, como sabían y podían. Después llegó la unificación de la jota, como el batua, y los dantzaris de toda la vida dejaron de bailar porque no sabían esos pasos", explican los profesores.

Aprender a desenvolverse en una romería "se hace en cinco horas y me sobran dos", asegura Patxi. "Cuando vamos a una boda bailamos lo que nos echen. Hasta ritmos cubanos y resulta que no hemos ido a clase de ritmos caribeños nunca, pero aún así bailamos. Es lo que tiene que pasar en las romerías", aclara.

Las lecciones sobre la jota comenzaron el sábado por la tarde en el Ayuntamiento de Areatza. Los asistentes pudieron elegir entre los dos grupos que ofrecía Aiko: el de experimentados y el de principiantes. Este último comenzó con energía, con una biribilketa para ir soltando los músculos. Tras ella, los alumnos empezaron a saber dónde poner los pies y comenzaron a darse cuenta de que la jota es más que eso. Es estilo y, sobretodo, gracia. Los pasos repetidos de forma autómata no dicen nada. En cambio, con un saber mover las manos y un par de aderezos, el ejecutor del baile se convierte automáticamente en dantzari a ojos del público.

Para bailar la jota durante las tres primeras horas del curso y no morir en el intento, hay que olvidarse de utilizar solo las puntas de los pies, asunto reservado para los profesionales de fuertes músculos. La segunda lección consiste en distinguir las herramientas con las que se van a trabajar: la cintura y las rodillas. "Sí, en Euskadi también tenemos cintura", dicen los profesores que recuerdan que la jota consiste en mover la parte de abajo del cuerpo manteniendo quieta la cabeza.

Tras estas revelaciones, las aulas empiezan a llenarse de sonidos, y estos también sorprenden. Se trata de notas que componen ritmos de vals y canciones que nada tienen que ver con los fandangos y los sonidos de la trikitixa. "Es así como aprendimos los demás, cuando éramos pequeños y nos subíamos a los pies de los aitites para bailar", recuerda Sabin, músico, compositor, profesor de danza y doctor en etnomusicología.

"La jota en los siglos pasados era algo irreverente, liberador y hasta fue considerado pecado por la iglesia, porque la gente la bailaba de una forma libre", explican los profesores. Ambos llevan entre cinco y ocho años impartiendo estas clases. Lo hacen no tanto para recuperar las danzas tradicionales sino para que la gente se lo pase bien con ellas. "La recuperación de este tipo de bailes tiene que ser algo natural. La gente cuando lo prueba le gusta y siempre pide más", subrayan.

Tras la primera lección, los asistentes al Aiko asteburua apenas tuvieron tiempo para descansar. Y es que, tras cambiarse de ropa, ambos grupos se juntaron para cenar y testar después los conocimientos adquiridos en la romería que tenían preparada. A la mañana siguiente, vuelta a las aulas.

Tras este fin de semana, los asistentes podrán seguir interiorizando este ritmo ancestral en los cursos que, de octubre a mayo, ofrece Aiko Taldea en Bilbao, Galdakao, Sopela, Markina,Gernika o Zarauz.

Los asistentes formaron dos grupos: iniciación y avanzados para aprovechar las lecciones.

Los asistentes formaron dos grupos: iniciación y avanzados para aprovechar las lecciones. (Fotos: J. Jobajuria)

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