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"Bailar es como el abecedario, aprender las letras no es tan divertido como luego leer"
Carmen Tercero, Directora del Conservatorio de Danza José Uruñuela
¿Con qué actitud entran los niños en el conservatorio?
Son cuatro los que vienen diciendo que quieren ser bailarines. Yo con cuatro años, por ejemplo, decía que iba a ser profesora de ballet, y yo no sé dónde lo había visto. Hay algunos que tienen claro que quieren bailar, pero la mayoría entran porque los padres deciden que quieren traerlos. Por eso hay que darles un poco de tiempo, para que vayan entrando, porque nunca es tan divertido al principio como al final. Es como el abecedario, empezar con las letras no es tan divertido como luego leer.
¿Cómo se plantean los comienzos para los pequeños?
Hacemos las clases de forma que puedan disfrutar desde el principio. Es costoso, porque técnicamente tienen que ir aprendiendo y sobre todo tienen que ir conociendo su propio cuerpo, que lo desconocen totalmente. Cuando empiezan la mayoría no sabe dónde está la derecha ni la izquierda.
De los 69 alumnos matriculados hay siete chicos, ¿existen los mismos condicionantes sociales de siempre a la hora de que a un niño le guste la danza?
A los chicos les gusta bailar exactamente igual que a las chicas, pero tenemos más problemas con ellos por la educación. Yo pensaba que educando a los hijos podríamos conseguir algo y me he dado cuenta de que si no educamos a los padres no tenemos nada que hacer con los hijos. Hacemos un montón de conciertos pedagógicos con el departamento de Educación del Ayuntamiento y educamos en la danza a los chavales. Todos salen haciendo cosas de lo que han visto, tanto los niños como las niñas. Pero cuando los niños llegan a casa y dicen que han visto el ballet les dicen "tú al fútbol y déjate de ballet que eso son cosas de niñas". El padre es el maleducado.
¿Qué sentimiento le provoca que esta realidad perviva?
Es una pelea y es triste. Mientras la mujer está consiguiendo igualdad, el hombre en algunos aspectos todavía no ha podido arrancar, y la danza es uno de ellos. Cuántos niños que han venido a la escuela, que les encantaba bailar, que lo pasaban estupendamente y que disfrutaban con ello lo han tenido que dejarlo obligados, por sus compañeros en el colegio...No lo puedo entender. Puedo entender a un chaval que viene y no le gusta y se marcha, o al que no viene porque no le gusta, pero que no entre porque hay alguien que le está diciendo que si baila es así o asá...
Y usted a los cuatro años ya decía que quería dedicarse a la danza, que quería ser profesora...
Sí, siempre he ido por lo pedagógico. Recuerdo que mi madre me decía, ¿pero no puedes estar sentada comiendo?, porque comía una cucharada y me levantaba y bailaba y andaba de arriba para abajo, y mi hermana se ponía negra.
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