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'Axuri Beltza', los primeros 40 años
CUANDO
llevaba siete meses en el vientre de su madre, debutó en el Teatro
Victoria Eugenia. Era 4 de mayo de 1969. Aún le quedaban dos meses para
nacer, pero casi se puede decir que Mikel Urbeltz sabía silbar la
melodía de la danza Axuri beltza, que su madre tocaba por
primera vez en un escenario con el acordeón muy pegado a la tripa, para
disimular el embarazo. Casi sin darse cuenta, sus padres Marian Arregi
y el coreógrafo Juan Antonio Urbeltz marcaron ese día un antes y un
después en la danza tradicional vasca con el estreno de este baile,
creado para ser bailado por mujeres. Ahora Mikel está a punto de
cumplir cuarenta años pero antes celebrará con su familia otra fecha
muy señalada ya que hoy se cumplen cuatro décadas de aquel día en el
que, un grupo de mujeres, dirigidas por su padre, hicieron ponerse de
pie al público que ocupaba las butacas del teatro, entre ellos Jorge de
Oteiza y Benito Lertxundi.
El punto de partida se
encuentra en el año 1967 cuando, mientras Urbeltz y su mujer
investigaban acerca de las danzas de Otxagabia, decidieron comprar dos
folletos sobre el valle de Erronkari, el Almiradio de Navacueces y el
valle de Salazar. Fue en el folleto correspondiente a este último lugar
donde Urbeltz encontró algo que le llamó la atención, la letra de una
canción. "Hacía referencia a una danza cantada del pueblo de Jaurrieta.
Junto a la letra había una pequeña explicación donde se especificaba
que era una danza para mozas y eso fue lo que me llamó la atención
porque prácticamente no había bailes para mujeres dentro de los grupos
de danza tradicional", asegura. Movido por la curiosidad, el irundarra
buscó ayuda en los editores del libro, los hermanos Estornés Lasa, de
la editorial Auñamendi, quienes le dijeron que habían recogido la
melodía del cancionero de Azkue.
Descubriendo el éxito No se lo pensó dos veces. Consultó el cancionero y descubrió su nombre, Axuri Beltza
y una melodía. Pero no se conformó con eso, viajó hasta Jaurrieta para
intentar recabar mas información sobre esa danza. "Hablamos con una
mujer muy mayor, que estaba retirada ya en la cama a causa de la edad.
Le cantamos la melodía. Nos dijo que recordaba algo pero finalmente no
pudo darnos una información muy precisa", recuerda Urbeltz.
Tuvieron
que pasar dos años desde que descubrió letra y melodía para que la
danza pudiera ser vista en un teatro. 730 días de mucho trabajo en el
que tanto Urbetz como su esposa llevaron a cabo la reconstrucción
coreográfica del esta danza. "Mi mujer toca el acordeón y fue ella
quien le dio todo el carácter al baile", asegura el coreógrafo con
orgullo. "Luego yo bailé la primera parte de la partitura con un estilo
de mutildanzta, que era lo que ponía en el cancionero de Azkue, y a la
segunda melodía le añadí unos pasos con estilo zuberotarra. Además,
como la íbamos a presentar en teatro, también se nos ocurrió preparar
una música nueva, esta vez de Lekarotz, para la entrada de las chicas
al escenario, en forma de soka-dantza o danza encadenada, que se titula
Zikiro beltza (carnero negro)", añade.
Ya
sólo quedaba un detalle para poder estrenar por todo lo alto, los
vestidos. Para ello recogieron el traje típico del valle de Salazar.
"En los pueblos conservan muchos trajes antiguos y no nos fue muy
difícil dar con él. Son unos vestidos negros muy elegantes con el pecho
decorado siempre con algún color litúrgico -verde esperanza, morado,
amarillo, rojo…-. A partir de los trajes originales que habíamos
encontrado en Salazar, unas monjas Adoratrices de Donostia nos cosieron
los vestidos", explica echando la vista a atrás 40 años. El toque
final, un postizo de una trenza en el pelo y en el extremo de ésta, un
lazo morado.
El gran estreno Y
llegó el 4 de mayo de 1969. "Estábamos nerviosos porque queríamos
desafiar el mundo de la cultura, dar un paso más sobre lo que ya
existía y encima tanto mi mujer como yo éramos muy jóvenes cuando
estrenamos y las chicas con las que bailábamos más aún. Tuvimos que
tener mucha mano izquierda para tranquilizar al grupo. Siempre
mantuvimos un optimismo equilibrado y confiamos en que el espectáculo
iba a ser una maravilla". Ese día, las butacas del Teatro Maria Eugenia
estaban ocupadas por personas muy relevantes en Euskadi. Desde Jorge de
Oteiza, muchos miembros de Soka Amairu, Benito Lertxundi, el docto
Irigaray de Euskaltzaindia, el periodista Javier Aramburu hasta José de
Artetxe. "Invité a gente afín para que después del espectáculo pudiese
sacar criterios que me reforzaran o que me hicieran modificar cualquier
cosa. Para eso siempre he mantenido un carácter muy abierto y
autocrítico", apunta Urbeltz.
Pero nadie le
recomendó que cambiara ni un ápice del número. Las chicas salieron,
bailaron y cantaron. Algo que también ocurría por primera vez sobre un
escenario y las críticas fueron más que favorables. "Hubo críticas muy
buenas y sobre todo de sorpresa porque las protagonistas eran chicas,
los trajes eran maravillosos, era un baile cantado y eso tampoco se
había visto nunca antes y encima era en euskera. Era un baile muy
sencillo y, además, Marian tocaba el acordeón y añadimos una xirula para dar un carácter pastoril al ambiente de la danza. Otra novedad más", destaca.
Desde ese 4 de mayo de hace hoy 40 años, Axuri Beltza es
una de las danzas más versionadas y bailadas de la danza tradicional
vasca. Por las manos de Juan Antonio Urbeltz y su mujer han pasado al
menos 80 grupos de danza con los que ha practicado este baile. El
primero creado para las mujeres que hasta entonces sólo bailaban con
palos pequeños y arcos con guirnaldas,"bailes que además se decía que
eran cedidos por los hombres para que los bailaran mujeres", cuenta
Urbeltz. "Lo que pasó ese día en Donostia marcó una forma de entender y
cultivar esa parcela de cultura tradicional. Ahora casi todos los
grupos de danza la incorporan alguna vez en su repertorio, aunque la
elaboración de los trajes es muy costosa, pero las mujeres están
encantadas de bailar el Axuri Beltza", añade.
Un gran paso Aquel primer día del Axuri Beltza
no sólo marco una nueva forma de entender la danza popular sino también
una nueva manera de darle cabida en un escenario. "Antes todo lo que se
veía en teatro eran números con un alto grado de dificultad y
representados por hombres: bailes con espadas, coreografías donde
subían la pierna con violencia… Nosotros hicimos un repertorio donde
las mujeres tenían una mayor presencia porque salían prácticamente en
la mitad de los números y así le dimos también una mayor riqueza a este
mundo. Conseguimos otorgarle otros atractivos a la danza que se hacía
en el teatro, con más sencillez, más simplicidad, colores nuevos en los
trajes, la calidad de las melodías…", aclara.
Ahora a Axui Beltza,
aquella danza atrevida, sencilla y la primera protagonizada por
mujeres, se le une un adjetivo más, cuarentona. Una cualidad que más
que ser peyorativa es halagadora. Porque ha perdurado pueblo a pueblo
convirtiéndose en inolvidable e imposible de borrar. "El recuerdo que
deja un libro es más importante que el libro mismo", dijo en una
ocasión Gustavo Aldolfo Bécquer. El recuerdo que dejó el estreno de Axuri Beltza fue y es mucho más importante que la propia danza en sí. Zorionak!
Juan Antonio Urbeltz fue el pionero de esta nueva danza de mujeres. |
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