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Axuri beltza. La danza femenina de Jaurrieta

Egilea
Fernando Hualde
Komunikabidea
Diario de Noticias
Mota
Albistea
Data
2009/08/23

La vida no deja de ser una sucesión de momentos y de sensaciones, de los que tan sólo un pequeño porcentaje quedan almacenados en nuestra memoria a modo de recuerdos. Y un servidor, caballero andante en mil batallas, guarda en su memoria el recuerdo de un momento que para mí fue mágico e impactante; para ello hay que remontarse al 1 de octubre de 2005, día este en el que en la villa salacenca de Jaurrieta conmemoramos el 125 aniversario del incendio que en 1880 la redujo a cenizas.

Aquella tarde, en la que roncaleses y salacencos nos unimos con trajes seculares y banderas en animado cortejo que nos llevó hasta el frontón de Jaurrieta, se hizo desde la megafonía un relato y una descripción realista y dantesca de lo que los vecinos de esa localidad vivieron en aquella trágica jornada del siglo XIX; el relato era estremecedor, incluso en algunos rostros salacencos aparecía inevitablemente alguna lágrima que la emoción no podía contener ante la evidencia de lo que habían pasado sus antepasados. Y, mientras se hablaba de casas ardiendo como teas, de vecinos que todo su patrimonio lo estaban perdiendo sin nada poder hacer, de campanas que volteaban sin cesar anunciando la desgracia, de un pueblo convertido en gigantesca antorcha, de gritos, de llantos…, mientras se hablaba de todo eso, mientras se ensalzaba la capacidad que tuvieron aquellos hombres y mujeres para levantar de las cenizas un nuevo pueblo y una nueva vida…, empezaron a sonar los acordes del Axuri beltza , más solemnes que nunca, a la vez que iban entrando en el frontón, agarradas de la mano y al ritmo majestuoso de aquella música, un puñado de jaurrietanas ataviadas de salacencas, sumándose con esta danza a ese homenaje y reconocimiento que se estaba haciendo a aquella valiente generación de vecinos. La emoción y las lágrimas se entremezclaron en aquellos cientos de rostros que contemplaban la escena. Esa emotiva coreografía, con ritmos e indumentarias de la época, hizo que todos nos sintiésemos orgullosos de aquellos hombres y mujeres que en el verano de 1880, de la ruina más absoluta, con la ayuda económica del tenor roncalés Julián Gayarre, fueron capaces de volver a convertir a Jaurrieta en un pueblo con esperanza y con futuro. Me atrevería a decir que nunca el Axuri beltza había sido tan emotivo.

40 aniversario Y es precisamente, coincidiendo casi con la fecha, el pasado 17 de agosto, en la que en 1880 la ciudad de San Sebastián acogía la celebración de un concierto a beneficio de Jaurrieta…, cuando esta villa salacenca, siempre agradecida con quienes hacen algo por ella, volvió a decir públicamente gracias.

Se han cumplido este 2009 cuarenta años de la puesta en escena del Axuri beltza . Son cuarenta años de la recuperación de un baile de Jaurrieta cuya memoria ya se había perdido, un baile que tenía la particularidad de ser bailado exclusivamente por mujeres, lo que se llama una neska dantza , lo cual, desde el punto de vista folclorista, es muy poco frecuente.

Y la recuperación de esta pieza del folclore salacenco, acompañada de la creación de una coreografía, tiene nombre y apellidos; se trata del matrimonio donostiarra formado por Juan Antonio Urbeltz y Marian Arregi, que fueron en definitiva quienes se fijaron en esta pieza, quienes investigaron sobre ella, y quienes ante la ausencia de datos fueron capaces de crear algo nuevo basado en lo antiguo.

Es por ello que, en el marco de las fiestas de Jaurrieta, la ermita de la Virgen de la Blanca acogió un acto emotivo de homenaje y reconocimiento a este matrimonio, y también al grupo Elai-Alai, que fueron los que se ocuparon de enseñar esta danza a las chicas de Jaurrieta. Tras la celebración de la eucaristía se hizo entrega de una placa de reconocimiento y de agradecimiento, para dar paso seguidamente al baile del Axuri beltza , que posteriormente se repitió de nuevo en la plaza, como se hace todos los años.

Historia ¿Desde cuando se baila en Jaurrieta el Axuri beltza ?, ¿cómo se bailaba?...; estas son algunas incógnitas que están por resolver. Lo único que sí que sabemos es que el sacerdote y folclorista vizcaíno Resurrección Mª Azkue (1864-1951) llegó a recoger en su cancionero -publicado en 1918- la existencia de este baile en la localidad salacenca de Jaurrieta, partitura incluida. No se sabe cuando recogió él este dato, ni si lo recogió él personalmente o se sirvió de algún informante (como en el Roncal) pero sí que sabemos que en 1915 ya tenía acabado el trabajo, y que esta labor de recopilación de canciones la comenzó ya en el siglo XIX, en su etapa de seminarista. Probablemente lo que Azkue recogió fue tan sólo el testimonio de que esta danza había existido; no hay que olvidarse de que el incendio de 1880 marcó un antes y un después en la historia y en la vida cotidiana de Jaurrieta; y es fácil pensar que a partir de 1880 esta localidad no estaba para bailes. Y para que no haya dudas, es muy importante tener en cuenta que Azkue, a la hora de elaborar su cancionero, trabajó con los más ancianos buscando siempre rescatar aquello que ya se estaba perdiendo. Esto explica que cuando a finales de los años sesenta del siglo XX se busca en Jaurrieta algún resquicio testimonial, no haya manera de encontrarlo.

Lo cierto es que Azkue se hizo eco de su existencia; y cierto es también que los hermanos Estornés Lasa, de Isaba, en el año 1966 editaron un folleto sobre el valle de Salazar y el Almiradío de Navascués, bajo el seudónimo de I. de Sollube, en el que recogieron esta neska dantza salvaguardada décadas antes por Resurrección Mª Azkue; se especificaba allí que era una danza cantada, y cual era la letra, a la vez que acompañaban esta letra con la explicación de que era una danza de mujeres. Y fue este folleto lo que encontró en el año 1967 Juan Antonio Urbeltz cuando investigaba unas danzas en Ochagavia; de inmediato le llamó la atención el hecho de que se recogiese allí una danza exclusiva de mujeres, cuando precisamente lo que faltaba en el amplio repertorio de danzas tradicionales eran bailes femeninos.

Le faltó tiempo a este folclorista guipuzcoano para ponerse en contacto con los hermanos Estornés, quienes le remitieron a la fuente, es decir, a Azkue. Y en la obra de Azkue además de la letra encontraron la melodía. Faltaba, por tanto, conocer la coreografía.

Lo primero que hicieron Urbeltz y su mujer fue tratar de localizar en Jaurrieta testimonios de esta danza, y a lo más que pudieron llegar es a entrevistar a una anciana, postrada en la cama a causa de su avanzada edad; le cantaron la melodía, y ciertamente la recordaba, pero fue incapaz de aportarles más información. A partir de ese momento Juan Antonio Urbeltz y Marian Arregi se lanzaron a crear una coreografía nueva para esa añeja danza.

Reconstrucción Azkue daba algunas pistas, pero pocas. Aportaba el dato de que esta danza tenía dos partes, y de que la primera de ellas era una mutildantza . Así que la reconstrucción coreográfica de este baile empezó por allí, por crear una mutildantza para la primera parte, teniendo siempre en cuenta que la música iba a ser de acordeón. Para la segunda parte Urbeltz añadió unos pasos con estilo zuberotarra.

Y como quiera que la idea era estrenar este baile en un teatro, se les ocurrió que sería bueno aplicar previamente una música nueva que permitiese dar entrada a las dantzaris al escenario de forma encadenada; para ello se recurrió a una soka-dantza de Lekaroz llamada Zikiro beltza (carnero negro).

Pero esto no era todo. Juan Antonio Urbeltz y Marian Arregi quisieron hilar fino a la hora de cuidar los detalles, y es así como entendieron que una danza de Jaurrieta debía de ser bailada, al menos, con la misma indumentaria que antaño empleaban aquellas mujeres; era fácil suponer que esta danza, como casi todas, estaba reservada para los días festivos, y por lo tanto nada mejor que emplear la indumentaria tradicional que las mujeres salacencas vestían los días festivos y fiestas de guardar.

Fue necesario ir de casa en casa para poder llegar a recomponer estos indumentos, y respetar la variedad de colores litúrgicos que lucían los bordados de los jubones (chaquetas) y de los justillos (chalecos). Unas monjas donostiarras, Madres Adoratrices para ser más exactos, fueron las encargadas de confeccionar la reproducción de estos trajes. Todo esto sucedía en 1968.

Finalmente, después de muchos ensayos, el 4 de mayo de 1969, y en medio de una gran expectación, se presentaba públicamente en el Teatro María Eugenia, en San Sebastián, el resultado de todo este trabajo. El Axuri beltza , a ritmo de acordeón y de xirula , era bailado y cantado por una docena de neskas que hicieron las delicias del público. Entre ese público había figuras como Jorge Oteiza, o como Benito Lertxundi, entre otros.

Desde ese día cerca de un centenar de grupos de danzas ha incluido este baile en su repertorio. Uno de los primeros grupos en hacerlo fue Elai-Alai, que a su vez fueron los que se ocuparon de enseñar a las jóvenes de Jaurrieta la coreografía de esta danza llegándose a formar un grupo de baile en esta localidad integrado por hijas y descendientes del pueblo.

Y el 2 de mayo de 1987 el frontón de Jaurrieta asistía a la presentación pública de esta vieja y nueva danza, bailada y cantada en su marco natural, y por descendientes de quienes en el siglo anterior habían sido las últimas en entonar esa misma melodía. Se cerraba así un paréntesis, y se abría una nueva etapa en la que el Axuri beltza revive cada año, cada 15 de agosto, en torno a la Blanca.

Axuri beltza vuelve a ser una seña de identidad de Jaurrieta; se baila con orgullo y con arte. ¿Lo bailaban las brujas?, ¿tal vez las mondongueras?, ¿lo bailaban ellas porque ellos estaban en la Bardena?; son preguntas que se quedan sin respuesta.

La única realidad, gozosa y emotiva realidad, es que Jaurrieta ha recuperado otro hilo conductor, a pesar del antes y el después que marcó el incendio de 1880, con aquellas mujeres, que generación a generación, supieron transmitir un legado que dice así: Axuri beltza ona duk baina / xuria berriz hobea / dantzan ikasi nahi duen horrek / nere oinetara begira. / Festan dabiltza salto ta brinko / pozez ertenik plazara / guk ere parte hartu nahi degu / eta bagoaz dantzara. / Aupa mutilak, aupa neskatxak / bazterru barruko lotsa / alaitasunez poztu ditzagun / gorputza eta bihotza.

El 1 de octubre de 2005 pude ver a algunos ancianos, y no tan ancianos, soltar algunas lágrimas al empezar a sonar esta melodía en medio del recuerdo de aquellos hombres y mujeres de Jaurrieta que a partir de 1880 con sus manos y con su corazón volvieron a levantar el pueblo. Era imposible no emocionarse. Cada una de aquellas lágrimas, por sí sola, ya justifica el esfuerzo de recuperación de esta danza. La coreografía creada por Juan Antonio Urbeltz y Marian Arregi, las enseñanzas del grupo Elai-Alai, el empeño en hacer trajes nuevos…, todo ello quedaba justificado en una sola de aquellas lágrimas. Y ayer se hizo justicia con ese reconocimiento agradecido al que desde aquí me uno. Larga vida al Axuri beltza

Imagen ampliada

El 'Atxuri beltz' es una de las señas de identidad de Jaurrieta.

 

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