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Aullidos, carreras y fuego en Lantz
Al atardecer el ambiente estaba caldeado y los vecinos tenían ganas de fiesta. Sobre todo, los que planeaban previsto hacer de txatxos , cuya labor principal parece ser la de atizar con sus escobas y sardes a diestro y siniestro, forastero o lugareño, daba igual. Ataviados con casacas de colores, un gorro cónico, el rostro cubierto con telas y una escoba en la mano, corrían a una velocidad trepidante abriendo un pasillo entre la multitud que se agolpaba en las calles para mostrar al bandido Miel Otxin apresado.
Cuentan en Lantz que Miel Otxin era un malvado ladrón que llegó a robar mil otxines , la antigua moneda de la zona. Aunque no se sabe a ciencia cierta la fecha, los vecinos de la localidad tienen claro que data de muy antiguo, incluso antes de la Edad Media cuando muchos bandoleros asaltaban a los viajeros en el camino de Belate. Durante el carnaval su figura, de tres metros y medio de altura y 45 kilos de peso, representa a los malos espíritus. El muñeco está hecho con paja, una careta con gorro y ropas de colores.
En la representación del apresamiento y el ajusticiamiento de Miel Otxin participaron cerca de 60 personas. Cuarenta txatxos , de todas las edades perseguían a Miel Otxin para pegarle; cinco herreros pretendían ponerle la herradura al caballo de Miel Otxin; éste, su zaldiko, corría más que nadie tratando de encontrar calles vacías donde esperar a su jinete por si se escapaba; y el bonachón Ziripot fue la persona que atrapó a Miel Otxin el lunes.
Este último fue encarnado por el joven Joseba Ariztegi, quien se cayó al suelo varias veces debido a los 40 kilos de heno con los que habían forrado su traje de tela de saco y a los empujones de txatxos y herreros que no paraban de saltar, aullar y correr como lobos hambrientos en la oscuridad de la noche. Su sombra alargada se proyectaba en los haces de luz de los farolillos de los caserones blancos de piedra y los flashes de las cámaras de los medios de comunicación, que iluminaban los tramos más emocionantes del recorrido que dio vuelta y media al municipio.
Los herreros capturaron al zaldiko, encarnado por Luis Mariñelarena, en la esquina de la posada. Allí le pusieron la herradura y, de paso, aprovechando la ausencia de focos y cámaras, intentaron acosar a las mujeres que quedaban rezagadas en las calles. A las 20.45 todos los personajes llegaron a la plaza del frontón, donde Miel Otxin recibió tres tiros de fogueo y fue rematado con uno más cuando se encontraba en el suelo. Acto seguido, le quitaron la cabeza, las manos, los pies y el armazón y quemaron sus ropas y la paja en una hoguera. Las llamas iluminaron la plaza atestada de gente sentada alrededor. Los txistularis rompieron el silencio de la noche en el valle y los txatxos se colocaron alrededor de la hoguera para bailar el tradicional zortziko de Lantz.
Dos herreros, con un caldero y sardes, corren por la noche en Lantz persiguiendo al zaldiko (caballo) del malvado bandolero Miel Otxin para ponerle la herradura.
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