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Asier Uriagereka. Nacido para bailar
El artista de Mungia es el bailarín principal de los Ballets de Montecarlo
Más recuerdos buenos que malos, dice que tiene. «Como
negativo, te puedo decir que duele mucho que la gente no crea en ti, no
creer en otro ser humano. Que alguien le diga a un niño, como me pasó
alguna vez, que se equivoca en su elección. Había una parte de ética
casi religiosa y otra de cliché en eso», reconoce. Porque lo ‘normal’
hubiera sido que él se dedicara a jugar al fútbol, «como los demás
niños de la ikastola –en la que por cierto están muy orgullosos de mí,
de haberme decidido por lo artístico-» y su hermana, jugadora del
Athletic, al ballet.
Pero «empezar a bailar es algo que se lleva dentro. Antes de ver bailar ya estás bailando y el primer día que pones las manos en la barra, sabes que es ahí donde deben estar», asegura. Él lo hizo en Mungia a los diez años, y su profesora «fue sincera desde el primer momento. Me dijo que ella no iba a poder enseñarme mucho, que era mejor ir a Bilbao a otra escuela». Ella «marcó mi vida, por ella estoy aquí».
Fue a recibir clases con Jon Beitia, optó por el ballet como futuro –«y eso que no conocía ningún caso como el mío»- y en unos años estaba presentándose a concursos internacionales. Y ganando plazas en el extranjero.
Al principio quiso bailar clásico, «es lo que te apetece al salir de la academia». Pero ha encontrado en el contemporáneo «libertad, historias increíbles y sentimientos del día a día, cosas normales, forma humana. Y un lenguaje que la gente entiende, porque a veces el público sólo ve la belleza estética en los ballets clásicos y no llega a ver el sentimiento que transmiten», explica.
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