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Arte en estado puro

Julio Bocca - Ballet Argentino

Egilea
Ana Remiro
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Albistea
Data
2003/06/09

Sábado y domingo la fundación Kursaal dio cabida a un espectáculo con mayúsculas. El Ballet Argentino de Julio Bocca interpretó la obra Bocca Tango, coreografiada por Ana María Stekelman bajo la dirección de propio Bocca. Fue un espectáculo de altísima calidad en los tres terrenos artísticos que combinaba: la interpretación vocal, musical y danzada, y alcanzó a lo largo de la representación una conjunción y un entendimiento tremendamente armónicos entre estos lenguajes artísticos. Partiendo del tango cantado y apoyado por imágenes de la siempre homenajeada Buenos Aires, el espectáculo nos fue introduciendo en la danza con evoluciones más o menos sencillas al inicio para ir abriéndose a más ricos juegos coreográficos que posteriormente desplegaron toda la fuerza y la riqueza de la danza, manteniéndose siempre en íntimo contacto con la sensibilidad, la presencia y, en definitiva, la esencia del tango. La música en vivo ejecutada con enorme calidad técnica e interpretativa sostuvo con sensibilidad, fuerza y profundidad toda la obra.



La puesta en escena fue sobria, con el color negro como protagonista, y con sólo algún objeto solitario prestando apoyo y motivo al bailarín en su movimiento. La música, la canción y la danza tomaron alternativamente, o de forma combinada, el escenario. La coreógrafa Ana María Stekelman demuestra en esta obra su experiencia y maestría en la fusión del tango con otros lenguajes coreográficos, sobre todo con la danza contemporánea, incluyendo también con desigual fortuna algunos pasos de virtuosismo clásico. Con todo, el trabajo coreográfico es de gran interés resaltando entre sus principales virtudes la profunda compresión de la música y del sentimiento y una gran expresividad para conseguir transmitir con la danza los innumerables y sutiles matices de la música de Piazzolla, Pugliese, Discépolo, etc, logrando una verdadera comunión.



Julio Bocca muestra una calidad sublime en lo interpretativo, de igual manera en el gesto sencillo que en los pasos comprometidos, siempre en profundo y sincero contacto consigo mismo. Son dos ejemplos de ello su Balada para un loco o su último sólo, evolucionando ingrávidamente suspendido de una escalera, en el que su potencial expresivo llegó a su punto álgido. Todos los bailarines mostraron una poderosa presencia. Cecilia Figaredo, la única mujer, protagonizó tres dúos con Bocca que constituyeron otros tantos momentos sublimes. Intimidad, sensualidad, ternura y pasión son algunos de los sentimientos que hicieron vibrar al público.

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