«Aprendí más en tres meses que en todos los años anteriores»

Fran Sánchez ingresó en 2008, seducido por la labor de sus coreógrafos, y, en apenas cinco meses, consiguió participar en un proyecto con Thomas Noone en Barcelona. A partir de este suceso, la escalada de Fran ha sido imparable. Desde hace tres años es miembro de la francesa Ballet Preljocaj, una de las compañías contemporáneas más prestigiosas de Europa. El madrileño, siempre de gira por todo el mundo, reconoce la importancia de Dantzaz en su éxito presente. La recuerda con mucho cariño y si se arrepiente de algo es de «no haber disfrutado la experiencia aún más». De su memoria destaca las campañas de sensibilización en el Arteleku y en el Victoria Eugenia. Abunda que, gracias a lo exigentes que son los profesionales que la componen, consiguió «aprender más en los tres primeros meses con los mentores de Dantzaz que en todos los años anteriores» dedicados al mundo de la danza. «Saben cómo sacar lo que llevas dentro». Fran quedó tan satisfecho que cada vez que encuentra a jóvenes bailarines que acaban de salir de la escuela, les recomienda Dantzaz .

Los locales valoran la suerte que tienen de poder formarse en San Sebastián en tan buenas condiciones. Así lo atestigua la donostiarra Irma Hoffren, que formó parte de Dantzaz del 2006 al 2008. Fue un auténtico lujo estudiar en su ciudad natal. «¡Todo empezó allí!». Salir al escenario, recibir clases y asistir a talleres, y a la vez tener una pequeña remuneración por hacer lo que «más te gusta». Durante cuatro años en el Ballet de Lorraine, en Nancy (Francia), y ahora baila con el Ballet Biarritz.

La navarra Garazi Pérez estuvo dos años en Dantzaz. El año que accedió a la misma, en 2007, fue especialmente reñido, puesto que «nos presentamos unos 80 bailarines para dos plazas y una de ellas la ocupé yo». Hoy día forma parte de 'Gauthier dance', en Stuttgart (Alemania), puesto al que llegó de la mano de uno de los coreógrafos de prestigio mundial que enseña en Dantzaz, Eric Gauthier. Porque los creadores son un reclamo para los jóvenes alumnos. Por ejemplo, Nuria Jiménez no consigue olvidar a una de sus profesoras, Hilde Koch, por ayudarla a superar cierta vergüenza escénica. «Era tan buena como dura. Nos hacía improvisar en todo momento. Me hizo romper con muchos de mis esquemas», confiesa. Por su parte, Irma Hoffren compara la metodología con la Fórmula 1. «Si un segundo menos puede marcar la diferencia en una carrera; también, en la danza, una calidad de movimiento y una técnica más depuradapuede trazar un abismo».